En 24 horas, tres fugas impactan por lo grave. Primero, en Rosario, jaqueada por el crimen organizado, escapó un sospechoso de integrar la banda de Los Monos, y de haber cometido un crimen por encargo.
La situación es escandalosa por donde se la mire. Al sospechado de ser un sicario narco, lo detienen, lo llevan a la sección judiciales de la policía rosarina y se va como pancho por su casa.
La versión oficial es que le dio un empujoncito a su guardia y que se fue.
Cuando aún los noticieros comentaban esa fuga, cuando aún amanecía, diez detenidos de la comisaría de La Tablada, se fueron, también como panchos por su casa.
La versión oficial es que limaron barrotes. Pasó en la seccional de la calle Alberti al 700. Los presos escaparon como quisieron.
En Río Gallegos, también fugaron dos detenidos. La versión oficial fue que limaron barrotes.
Ahora empieza la difícil tarea judicial de determinar si escapan porque son audaces para fugar, porque las condiciones edilicias de las comisarías "son de cuarta", o porque como se dice en la calle "hubo tongo policial".
Las fugas siguen, el escándalo continúa. Preocupante.
