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Arsenal se consagró campeón ante Sarmiento y logró el primer ascenso a la Superliga

El conjunto de Sarandí se impuso por 1-0 en el estadio de Banfield por el partido desempate para definir el ascenso a la máxima categoría.

La fiesta está ahí, en la cancha, en las tribunas. En las miles de voces que se multiplican saludando el triunfo. En las camisetas celestes y rojas, en esos rostros a la que solo los une la sonrisa ancha y el grito sagrado de campeón. La fiesta está ahí, en el extraño estadio de Banfield, porque Arsenal , con determinación, derrotó 1 a 0 a Sarmiento de Junín y logró por segunda vez en su historia el ascenso a la máxima categoría del fútbol argentino. El gol que coronó la brillante campaña del conjunto de Sarandí lo marcó Leandro Garate, de penal, a los 18 minutos del primer tiempo, en su mejor momento durante el partido.

Los del viaducto están de vuelta olímpica, ya mira la Superliga y también el fútbol de ascenso está de vuelta, luciendo en todo su esplendor la fiesta inigualable, después de la tristeza que vivieron hace algo menos de un año al descender a la B Nacional. A través de la demostración de efectividad y armonía que brindó frente a Sarmiento, revivió todo un tiempo glorioso e inolvidable. Además sepultó definitivamente los fantasmas que lo ataban con sospechas por ser el equipo de "Don Julio Grondona". Sin él, demostró que también puede ascender.

Lo que se vio este domingo en el Florencio Sola fue la reafirmación de todo lo bueno que demostró a lo largo del torneo. En el primer tiempo, apoyado en la calidad del volante central Emiliano Méndez y la desfachatez Lucas Necul, hizo valer el prolijo trato del balón y su potencialidad ofensiva. El buen planteo de Sergio Rondina y la torpeza del defensor de Sarmiento Lucas Landa, quien le cometió penal a Leandro Garate, le permitieron irse al descanso 1-0 arriba.

En el complemento, con la ventaja a su favor, bajó el ritmo ofensivo, fortaleció las marcas y apostó a replegarse cerca de su arco. Inteligentemente cortó el circuito de juego de Sarmiento, que había mejorado mucho con el ingreso de Quiroga, y apostó a la solvencia del arquero Gagliardo y la falta de eficacia del equipo juninense. Con Arsenal metido en su propia área, Sarmiento bordó la mejor jugada colectiva del partido que Penco, increíblemente, desperdició al rematar por arriba del travesaño en el área chica, sin oposición. La historia estaba sellada.

Nadie podrá dudar de los merecimiento de Arsenal para quedarse con toda la gloria. Luego de un arranque matizado por algunas dudas, la juventud del plantel se multiplicó en todos los planos. En la temporada regular, el equipo de Sarandí ganó 14 partidos, empató siete y perdió cuatro. Convirtió 37 goles y le marcaron 21. Su goleador fue el delantero Pons -habitual suplente-, con siete conquistas.

¿Cuál fue el secreto de semejante campaña? Ni más ni menos que algunas de las virtudes que esgrimió en su emblemático triunfo ante los juninenses: equilibrio defensivo, funcionamiento colectivo, individualidades con luz propia y temple para cicatrizar rápidamente el descenso del año pasado. Además tuvo como faro a un viejo conocedor del ascenso como Sergio Rondina, que supo rodearse de jugadores conocidos. Atributos que no se compran con billeteras gordas e influencias en AFA.

Al igual que a lo largo del torneo Arsenal logró lo impensado sobre el final. Rondina y sus muchachos siempre estuvieron a la sombra de los de Iván Delfino -la máxima diferencia entre ambos fue en la fecha 10, cuando Sarmiento venció a Arsenal por 2-0 como local y le sacó seis puntos- y recién a falta de dos jornadas, lograron ponerse a la par del Verde, aprovechando el mal final de campeonato de los de Junín.

Este Arsenal que ideó el Huevo estuvo en la línea estética y conceptual de aquel equipo campeón de 2012 guiado por Gustavo Alfaro. Sin nombres rutilantes, fue compacto, ordenado y hasta vibrante como fuerza colectiva. Pero fue, fundamentalmente, el producto aritmético de los futbolistas que lo integran. Tuvo un arquero experimentado como Maxi Gagliardo, la solidez defensiva de Fabio Pereyra, el equilibrio de Emiliano Méndez, en el medio campo, la conducción de Lucas Necul y Gastón Álvarez Suárez, los goles de Leandro Garate, la experiencia de Emiliano Papa y las ganas de todos.

El grito explotó en soleada tarde de Banfield como una liberación. El alarido de la multitud de Arsenal, los puños arriba de Sergio Rondina y el presidente Julio Grondona, los saltos y los abrazos interminables en la cancha y en las tribunas, contenían todos los ingredientes dramáticos que estallan cuando llega el momento supremo del fútbol. Arsenal volvió a primera y es una fiesta en cancha ajena.