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Oscar Nakazato se lo tragó la tierra, o él se escondió debajo de ella. A un mes de su desaparición, no hay ni una pista de su paradero.
La investigación apunta a establecer si fue víctima de un delito, o si de lo contrario, estafó a sus compañeros de una liga de fútbol infantil y se llevó los 140 mil pesos que tenía destinados al pago de los trofeos de 1600 chicos.
Por lo pronto, dentro del drama, dos sindicatos ya se encargaron de costear los trofeos y los pibes de la liga tuvieron su fiesta de fin de año.
Hay cuestiones que no cierran. Por ejemplo, Nakazato juró que había señado los trofeos. Pero esto no pasó. El 5 de diciembre, el dirigente de la liga infantil desapareció. Y nunca más contestó su celular. La zona de la historia: Villa Tessei.
Los investigadores pretendieron rastrear el teléfono, pero no pudieron. Entonces, se entrevistaron con la esposa y con los otros integrantes de la liga, y surgió un dato que puede ser crucial.
Hace 10 años, Nakazato había tenido problemas por el juego, que le valieron tratamiento psiquiátrico.
En el mejor escenario que plantear los investigadores, Nakazato pudo haber repetido el cuadro. Es decir, pudo haberse jugado el dinero, y la perdida, o no perdida, lo llevó a desaparecer.
En el peor escenario, los investigadores se preguntan:"¿si le pasó algo, tendría que haber aparecido vivo, o muerto".
La única prueba que permitió la esperanza se cayó rápidamente. Al fiscal Claudio Oviedo le acercaron el dato de que habían visto a Nakazato jugando en el casino de Rosario.
La sala de juegos aportó los videos. No era Nakazato. El misterio sigue
