Zoología mutante: cuatro tiernos monstruos
Ya sea por causa de anomalías genéticas o por prodigios evolutivos, la naturaleza engendra monstruos que inspiran cariño o repulsión. Estos son algunos ejemplos especialmente extraños.
1. Blobfish (Marcidus Psychrolutes). Esta espantosa masa gelatinosa habita la profundidad de los mares, especialmente frente a las costas del territorio continental de Australia y Tasmania. Se mimetiza con el fondo oceánico, donde la presión es decenas de veces mayor que en el nivel del mar, ya que sus vejigas natatorias les impiden mantener la flotabilidad. No es apta para cocinar a la parrilla: la densidad de su carne es casi la del agua.
2. Jerbo pigmeo de Egipto (Salpingotulus michaelis). Por su pelaje amarillo parece un canario, y por sus ágiles patas traseras se podría decir que es una pequeña liebre o un cangurito. Pero a la vez tiene el tamaño de un hámster. Es, efectivamente, un roedor. Y su aspecto se relaciona con el entorno al que le tocó en suerte adaptarse. En el desierto, donde acechan múltiples depredadores, debe moverse rápido y pasar inadvertido. Algunas especies, como la que habita en zonas de China y Mongolia, necesitan grandes orejas, que les ayudan a detectar hasta el más mínimo ruido.
3. Tortuga Cíclope de Taiwán. La ciclopía es una alteración patológica donde la criatura –en este caso, una tortuga– tiene un solo ojo. El nombre se debe al dios griego Cíclope. Estos ejemplares suelen ser anencéfalos, una malformación craneal que altera el desarrollo del cerebro. Algunos ni siquiera estamos habituados a ver el caparazón blando de una tortuga bebé, y aún así la ciclopía es una anomalía frecuente en el reino animal.
4. Dennis Avner. A diferencia de otras especies, la apariencia física de este ejemplar de homo sapiens (mejor quedémonos en homo, a secas) fue consecuencia de modificaciones físicas voluntarias: se tatuó manchas como las de un tigre, se implantó grandes colmillos, se hizo crecer las uñas y se puso siliconas en los labios superiores para hincharlos. Nació en Whidbey Island, Washington, Estados Unidos, en 1958. Se lo conoce como Stalking Cat, Hombre Gato, Hombre Tigre y de otras maneras: ninguno de los apodos que se nos puedan ocurrir colmarán de orgullo a este señor, de 52 años de edad.