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Vouchers para educación

*Por Edgardo Zablotsky. La educación en nuestro país no pasa por su mejor momento. Este hecho tiene graves consecuencias, pues como bien señalaba Sarmiento, "todos los problemas son problemas de educación".

A modo de ejemplo, Robert Lucas, Premio Nobel de Economía 1995, sostiene que el capital humano, generado a través del proceso educativo, es determinante para el crecimiento de un país.

Una persona más educada no sólo es más productiva sino que también incrementa la productividad. Un escaso nivel de capital humano genera que el capital físico sea menos productivo, y si ambos son menores que los de otro país, su nivel de ingreso también lo será.

El Estado tiene la obligación de asegurar la educación primaria y secundaria, es su rol indelegable.

Lo que no resulta tan claro es que sea conveniente que el mismo Estado la provea. Esta afirmación puede resultar extraña, ¿pero no será hora de preguntarnos si el Estado puede cumplir más eficientemente su rol, ya no administrando las escuelas sino financiando la educación a través de un sistema de vouchers educacionales; es decir, de transferencias a los padres de los estudiantes para que sus hijos concurran a las escuelas que los padres prefieran, ya sean públicas o privadas?

Este sistema fue propuesto por Milton Friedman, Premio Nobel de Economía 1976, en 1955. Su lógica es que los padres de niños reciben un voucher por parte del gobierno el cual puede ser utilizado para pagar los gastos de matrícula de cualquier escuela que esté participando en el programa. Luego, cada escuela presenta sus vouchers a la dependencia gubernamental de contralor y obtiene a cambio el importe correspondiente. De esta forma el Estado seguiría subsidiando a la educación, pero los recursos no se asignarían a la oferta, las escuelas, sino a la demanda, los alumnos.

En un sistema de vouchers ningún padre enviaría a sus hijos a un colegio público o privado que no esté en óptimas condiciones edilicias, o que no provea una adecuada educación. La misma competencia entre las escuelas incentivaría su nivel de excelencia.

Diversos países han experimentado variantes del sistema, entre ellos Suecia, un ícono de la participación del Estado en la economía. El programa fue introducido en 1992 por la coalición de centro-derecha gobernante; pero dada su popularidad, mantenido y expandido por la Socialdemocracia al retornar al gobierno entre 1994 y 2006.

En Latinoamérica, en Chile se instauró el voucher en 1980 y se mantuvo, con diversas modificaciones, durante los gobiernos de la Concertación. Existe un importante debate sobre si los vouchers chilenos han rendido o no los resultados esperados; pero en 2007, reportaba el Consejo Asesor para el Trabajo y la Equidad de la entonces Presidenta Michelle Bachelet, de los 500.000 estudiantes que se encontraban matriculados en Universidades, siete de cada diez eran los primeros miembros de su familia en acceder a ese nivel de educación.

Puede parecer una solución extrema, pero comparada a presenciar eventos como el de este año, cuando estudiantes secundarios ocuparon sus colegios, me parece digna de ser considerada