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Verborragia inconvincente

Las explicaciones del Gobierno nacional sobre el escándalo del envío de cocaína a Barcelona nada dicen de cómo ingresa droga al país o si los carteles ya pueden producirla aquí a esa escala.

Lo más interesante del escándalo causado por el descubrimiento de un cargamento de casi un millar de toneladas en uno de los aeropuertos de Barcelona (España), trasladado por un avión que había despegado de nuestro país, fue la escasa o nula cobertura dada a un aspecto aún más preocupante que el descomunal hallazgo.

Poco importa que el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, y el ministro del Interior, Florencio Randazzo, hayan asegurado que la droga fue cargada en Cabo Verde, simplemente porque es difícil creerles. Después de todo, no sería la primera vez que acomodan el discurso con una soltura que es un verdadero agravio inferido a la inteligencia y sentido común de la ciudadanía.

Lo cierto es que es en Ezeiza donde debieron realizarse los controles de la aeronave –tripulada por hijos de dos brigadieres de destacada actuación en gobiernos anteriores– y no en la base de Morón, según lo establece con claridad el artículo 26 del Código Aeronáutico, promulgado por la ley 17.285. El problema es que las leyes parecen ser dictadas en nuestro país sólo para llenar las ediciones del Boletín Oficial .

La explicación de que la cocaína fue cargada en Cabo Verde, donde el avión hizo una escala de 40 minutos, sería técnicamente imposible. Podría hacerse en igual o en menor tiempo en un Hércules C-130, pero no en un jet privado, por razones técnicas. Para incorporar una tonelada adicional de peso, un experto debe realizar un estudio de distribución de volúmenes, para no poner en riesgo la maniobrabilidad y estabilidad del avión, tanto en el despegue como en el ascenso y en la altura de crucero. Ese estudio, que nunca se realiza "a ojos vista", hubiese consumido buena parte del tiempo de la escala técnica.

Por eso es difícil aceptar la versión de Fernández y Randazzo. Menos aún en el caso de Fernández, quien se desempeñaba como ministro del Interior cuando estalló el anterior escándalo de transporte de drogas a Madrid, con aviones de la aerolínea Southern Winds (hoy quebrada). Como hombre del entorno de Néstor Kirchner, no podía desconocer lo que realmente sucedió.

Pero lo más grave es que prácticamente a nadie parece interesarle la cuestión capital: si la droga salió de Buenos Aires, ¿cómo ingresó en la Argentina esa tonelada de cocaína? ¿O los carteles ya tienen capacidad para producirla aquí?

El Gobierno anuncia que adoptará mayores controles en el tráfico aéreo de cargas internacionales para impedir el contrabando. Pero nada dice de controlar el aluvión de drogas que está cubriendo al país. Y nada se dice de lo que el Ministerio de Randazzo hará o dejará de hacer para detener la gangrena de la invasión de operadores y sicarios de carteles, ni de lo que hará o dejará de hacer el Ministerio de Amado Boudou para reprimir el creciente lavado de narcodólares en los negocios lícitos.