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Uri Geller y la parábola del mago pródigo (III)

El controvertido mentalista será parte de la convención de ilusionistas más importante del mundo.

A principios de la década del '90 Uri Geller comienza a ganar espacio en la comunidad mágica a través de programas televisivos y notas en importantes revistas especializadas.

El 05-09-1990 salió al aire en la televisión británica un nuevo episodio de "The Best of Magic" ("Lo Mejor de la Magia") en el que participó Geller junto a otros renombrados ilusionistas. Pero no realizó sus clásicos juegos de mentalismo sino que presentó una buena versión para salón del juego "La Máquina del Tiempo".

Su histrionismo fue suficiente para una buena presentación de una ilusión que no formaba parte de su repertorio ni su especialidad. Desde el comienzo aclaró que no era mago y nunca lo fue, una licencia permisible desde el momento que no se despega del personaje famoso y de acuerdo a lo que he mencionado anteriormente en "Límites del mentalismo". Reforzará esta imagen hacia el final, cuando despunta con su clásico latiguillo interactivo y, dirigiéndose al público televidente, sugiere estar atentos porque pueden ocurrir cosas extrañas o inusuales en sus hogares y, si se producen, los invita a informarlos.


Un año después de esta participación, Geller concedió la primera entrevista a una publicación importante del mundo del ilusionismo: "Magic". La entrevista la realizó el propio editor de la revista, Stan Allen, y fue nota de tapa. El diseño de la misma, que luego pasó a ser la preferida de Uri, ilustraba uno de los momentos más álgidos del conflicto Geller-Randi. Se observaba a un Geller con el ceño fruncido y sosteniendo una cuchara doblada en cuya parte convexa estaba dibujado el rostro de Randi. El anuncio de tapa aludía a este litigio en los siguientes términos: "Está tratando de doblar a Randi, o quebrarlo completamente - Entrevista exclusiva con Uri Geller" [Magic, Vol. 1, Nº 4, Dec. 1991].


Doblar a Randi como una cucharita es algo que Geller nunca logró y le costó muchos dólares intentarlo, pero lo interesante fue que, a partir de esta apertura con el mundillo de los magos, comenzó a moldear su discurso en cuanto a sus pregonados poderes paranormales: "Pero fundamentalmente, soy un animador. Soy un hombre del espectáculo. Nací así. Nada, ni nadie puede cambiar eso. Nací showman y artista. No me importa si la gente sabe si soy auténtico o no. Me gustaría que no sepan si soy real o no. Ése es el misterio. Es como un mago que no cuenta cómo serrucha a una mujer al medio, cuando en realidad no la corta por la mitad. Ahora bien, yo no digo que lo que hago es real o no. Dejo el misterio por resolver. Solamente me divierto con esto." Y concluyó con una expresión de deseos que yo tomo como una predicción que seguramente se cumplirá: "Soy feliz con el aura de lo desconocido. Así comencé y probablemente así moriré. Cuando muera, algunas personas se preguntarán si Uri Geller era auténtico o solo un mago".

Tocado por la varita

Ocho años después, la misma revista "Magic" distinguiría a Geller como una de aquellas "personas importantes en la magia que han influido y dado forma al arte escénico en América durante el siglo 20". Su nombre brillaba junto al de figuras de talla mundial tales como Harry Houdini, Howard Thurston, Joseph Dunninger, Theodore Annemann, Al Baker, los Blackstone, Channing Pollock, René Lavand, Doug Henning, Siegfried & Roy, Lance Burton, etc.

También se destacaba que, más allá de la creencia o escepticismo, "las denominadas proezas psíquicas de Uri Geller y la publicidad resultante, fueron una bendición para el mentalismo. Él reformó la percepción del público y de los magos acerca del potencial de la magia mental" [Magic, Vol. 8, Nº 8, April 1999, p. 52].


Héroe de la magia

Después de haber sido cuestionado duramente por sus colegas mientras Geller se encontraba en la cúspide de su carrera, a partir de las notas en "Magic" se fue gestando un vínculo muy diferente y con buenas relaciones que aún perduran.

En 1998 Uri Geller participó como anunciante en el especial televisivo "Magic Man" del ilusionista David Blaine. Y a los dos años, nuevamente fue figura entre los grandes monstruos de la magia en el programa televisivo "Heroes of Magic - A Century of Wonder" (2000), un especial de dos horas producido por John Fisher que rindió tributo a los mejores ilusionistas del siglo. Con sólo ver la lista de figuras que fueron incluidas, a cualquier mago se le caería la galera por el respeto y admiración que acreditan. Y como no podía ser de otra manera, el heroico Uri estaba entre ellos.

¡Estás nominado!

En 2002, el "Gran herMAGO" de la magia ubicó al doblaje de cucharas de Geller en el puesto 39 entre los "50 Mejores Trucos de Magia del Mundo". La hazaña se repetiría diez años después pero descendiendo a un meritorio puesto 41. Hay que destacar que en el primer programa ya se lo reconoció como "El rey de los dobladores de cucharas" y que ha sido fuente de inspiración para muchos magos con su original efecto.

Un programa hecho a su medida

En 2007 Geller regresó a Israel con la brillante idea de darle vida a uno de los programas de ilusionismo de mayor rating en su país: "The Successor" (también conocido como "The Next Uri Geller"). Como su nombre lo sugería, el pretexto era encontrar al heredero del rey en una competencia de mentalistas que derramarían neuronas para ganar el trono.

El mismo formato fue llevado a EE.UU. con el título "Phenomenon" y sumando al gran mago Criss Angel para acompañar a Geller como jurado. Así continuó con varias versiones en diferentes países hasta 2011.


Este exitoso programa marcó una bisagra en la vida de Geller en cuanto a las polémicas afirmaciones sobre sus capacidades parapsicológicas. La relación con sus colegas se tornó más frecuente y eso probablemente haya influido para que comience a tomar un poco más de distancia sobre aquello.

Uri ya había ganado su puesto entre los grandes del ilusionismo y, por lo tanto, no era necesario insistir ante los magos con su chapa paranormal. Era muy consciente de que no podía y nunca pudo engañar a la gran mayoría de sus colegas, pero también sabía que no podía desengañar a un gran público que le sirvió para crear el "mito Geller". Fue así que buscó cierto equilibrio y satisfizo a ambas partes. ¿De qué manera? Lo veremos en la próxima entrega.