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Una crisis que no cesa y alarma

El reciente "no" de Alemania y Francia a un eurobono agravó la crisis de los mercados, junto a la debilidad de la economía de Estados Unidos, que podría encaminarse a una nueva recesión.

No existía margen para un sorpresivo cambio de posición. La canciller de Alemania, Angela Merkel, y el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, ya se habían manifestado en contra de la emisión de un eurobono para cancelar deudas soberanas de los más castigados por su endeudamiento y su crónico déficit presupuestario, y lo ratificaron en su reunión del miércoles último. Los eurobonos –coincidieron– serían un recurso injusto de hacer corresponsables a países que, como Alemania, cumplieron con firmeza las metas fijadas por los tratados de Maastricht.

Merkel y Sarkozy consideran que es inviable la emisión de un bono mientras no existan garantías de que no se retornará a los alegres despilfarros e imprevisiones del pasado. Esa ratificación desalentó a los mercados, que ayer profundizaron sus caídas, abatidos además por las malas noticias sobre Estados Unidos. Los analistas anticipan que esa economía y la de Europa se encaminan a una casi segura recesión.

Por otra parte, Gran Bretaña activó de inmediato la alarma, porque cree ver en el organismo sugerido por alemanes y franceses –para supervisar la economía de la eurozona– un instrumento para controlar todos los movimientos de la zona del euro. Y, exhibiendo una sensibilidad que Downing Street no suele gastar, advirtió a España e Italia –los dos más endeudados de esa unión monetaria– que las naciones europeas perderían su soberanía económica y quedarían sometidas a las directivas del eje París-Berlín.

Británicos y por extensión estadounidenses tampoco se entusiasmaron por otra propuesta, sobre la que Sarkozy viene insistiendo desde que aparecieron los primeros síntomas del estallido de la burbuja inmobiliaria de los Estados Unidos, en 2008: establecer un impuesto sobre las ganancias en las operaciones financieras, exentas en gran parte de los 17 países de la eurozona. En lo básico, la debacle de Europa obedece a una crisis de solvencia por el excesivo endeudamiento de varios países de los 17 que integran la eurozona, que obliga a revisar las premisas sobre deuda en un mundo dominado por ataques especulativos.

Además, la existencia del Estado de bienestar diseñado en Europa es hoy incompatible con la devastadora competencia que le plantean las manufacturas asiáticas. Para estos desafíos, se requiere un salto en la productividad de los empleados y una recalificación de los desocupados.
Argentina debería mirar con atención la resolución de la crisis, ya que, efectivamente, el superávit fiscal se perdió desde 2009.

Para financiar el rojo en las cuentas, el Estado recurre a las reservas del Banco Central y a recursos del sector público, reemplazando, por caso, los millonarios fondos de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) con simples pagarés. Nuestro país no tiene nada que aprender de la insolvencia europea, pero tampoco nada que olvidar de su pasado reciente.