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Un "superlunes" para volver a creer

*Por Ricardo Luque. ¿Quién ganó la noche del estreno de "El elegido" y "Herederos de una venganza"? La respuesta es una y sólo una, mal que le pese a los programadores de los canales que alientan la competencia del rating que empobrece a la televisión. Ganó la gente, el público, los televidentes que, al menos durante un tiempo, van a ver en la pantalla algo distinto a las monerías de los concursantes de "Gran Hermano" y los escándalos de conventillo de "ShowMatch".

Algo distinto quiere decir algo mejor. Porque la telenovela, en la alicaída producción televisiva actual, que se debate entre los programas de chimentos de la tarde y el show de la frivolidad de los reality, es televisión de calidad. Un género que durante años fue vapuleado por la crítica especializada, por su ligereza y compulsión a la repetición, hoy es el antídoto contra todos los males del mundo. Y es así por la patética programación de los canales líderes.

El culebrón, porque eso es lo que es la telenovela, una larga historia en capítulos con un marcado carácter melodramático, hoy es una instancia superadora del festival de miserias humanas que propone "Bailando por un sueño", donde conviven, la bailarina de cabaret con veleidades de estrella de revista, el millonario desvelado por ser famoso, y el coreógrafo de prestigio en el off Corrientes desesperado por engordar la billetera.

Así es como una historia pretenciosa como la de "El elegido", en la que la cruda realidad del trabajo diario en un bufete de abogados se cruza con la herencia cristiana de los pecados capitales, logra momentos de tensión que invitan a adentrarse más profundamente en la historia. Y lo hace porque las actuaciones son convincentes, sobre todo la de Lito Cruz, y la estética oscura, por momentos retro, combina las imágenes a color con el blanco y negro.

Lo mismo sucede con "Herederos de una venganza" que, con un ritmo más intenso, desanda una historia de venganza ambientada en un pequeño poblado que vive de la explotación de los viñedos y que, por lo que se insinúa, oculta un misterio insondable. Aquí también los veteranos se desmarcan: Alfredo Alcón, en una participación especial; Rodolfo Ranni, repatriado para la telenovela, y Leonor Bendetto, una villana que asoma de antología.

Los ganadores, la gente, el público, los televidentes aplauden los estrenos y respiran aliviados, al menos por ahora.