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Un oficio para Sísifos y Galileos

* Por Osvaldo Pepe. El próximo jueves se celebra el Día del Periodista y la Presidente le hizo al gremio un regalo inesperado, visto su habitual enojo con quienes ejercemos la profesión.

Fue en la fiesta de los 25 años del diario Página/12, a la cual asistió. Allí, por primera vez, reconoció en público la misión que cumple el periodismo en una sociedad democrática. Y aunque el espíritu de todo su mensaje giró en torno a la satisfacción que le brinda la lectura de un diario que reivindica su tarea de gobierno y coincide con su mirada política , esta vez fue generosa. Quizá porque no estaba enojada, todo lo contrario. Se la vio distendida y, sobre todo, feliz.

Y, más allá de algún coscorrón que se le escapó , fiel a su temperamento, dijo algo que no se le había escuchado antes y que acaso será necesario recordarle en el futuro, además de agradecérselo: "La verdad –dijo sobre la tarea de los periodistas- es que ayudan, porque te interpelan muchas veces y al interpelarte te ayudan a ver y a descubrir cosas que vos por ahí no viste en la vorágine de gobernar ... yo por ahí descubro algo porque lo leo ... y no solamente con el diario Página/12, con otras cosas también. Porque hay otros que ya ni los registro porque ya sé que ... Pero la gran mayoría, inclusive diarios que le hablan al mundo y al mercado únicamente, también los leo porque es interesante ver todas las visiones e interpelarse uno mismo acerca de lo que está haciendo todos los días".

Gracias, Presidente.

Ni más ni menos, ésa es la tarea del periodismo . Informar, investigar, contar los hechos, ponerlos en contexto, reflejar el día a día del país y el mundo, también entretener, contar historias de esas que llegan al corazón de las personas, opinar aunque nos amonesten y descalifiquen . Desconfiar por naturaleza, confiar por necesidad, cuestionar por convicción.

Preguntar siempre , una y otra vez. Aunque enfademos a los dioses , como en el mito de Sísifo, cuya insistencia lo llevaba cada mañana a volver a empezar con la tarea de llevar la roca a la cima. Con la tozudez histórica de Galileo , que fastidió a la Iglesia Católica, y aun forzado a abjurar bajo presión, dijo aquello de "eppur si muove" ("y sin embargo se mueve", con relación al giro de la Tierra alrededor del Sol) en el convencimiento de que, aunque fuere siglos después, alguien le pediría perdón por haberlo tachado de hereje, todo un preludio de los modernos inquisidores de hoy.