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Un anuncio alentador que puede traerle paz al país vasco, a España y al mundo

Más allá de algunas incógnitas que quedan pendientes e, inclusive, de especulaciones acerca de un presunto objetivo electoralista, el anuncio del grupo separatista vasco ETA acerca del cese definitivo de la lucha armada que sostuvo durante 43 años y que dejó el terrible saldo de 800 personas asesinadas en graves ataques terroristas, constituye un paso positivo.

Se trata, sin duda, de un hito histórico que podrá cambiar no sólo la tensa relación entre el País Vasco y España, sino que, indudablemente, irradiaría efectos pacificadores en un mundo azotado por la amenaza de un terrorismo que no respeta fronteras.

Lo cierto es que la ETA formuló por primera vez en su historia un llamado a la pacificación, instando a los gobiernos de España y Francia a que se abra un proceso de diálogo directo que tenga como objetivo central la resolución de las consecuencias del conflicto y, de ese modo, la superación de la confrontación armada.

Como se sabe, ETA surgió como un movimiento estudiantil de resistencia al gobierno militar de Franco y como alternativa al Partido Nacionalista Vasco, con el objetivo de lograr, por la vía de lo que calificó como "lucha armada", la independencia del País Vasco del resto del país. Su acción más espectacular durante el franquismo fue el atentado cometido el 20 de diciembre de 1973 en Madrid al almirante Luis Carrero Blanco, en ese entonces presidente del gobierno, a quienes muchos consideraban el heredero natural de Franco.

Si bien en los años de la dictadura de Franco ETA gozó de un amplio respaldo entre la población vasca e incluso en el resto de España debido a que se la asociaba con la lucha por la libertad y la democracia, el carácter terrorista de sus acciones hizo que después del retorno a la democracia perdiera sus apoyos en el país, aunque contó con la simpatía de movimientos de izquierda. Desde que el Ejército Republicano Irlandés (IRA) dio por terminada su lucha armada en julio de 2005, ETA era, hasta hace pocas horas, la principal organización en Europa que perpetraba ataques terroristas.

Lo cierto es que, ante cada uno de los ataques protagonizados por distintos sectores terroristas -como lo fue, por caso, el perpetrado contra las torres gemelas de Nueva York que dejó el saldo de miles de muertos- siempre se dijo que el peor error sería pensar que se cometían contra un país determinado. Bien se sabe que los incalificables atentados contra la embajada israelí y la sede de la Amia en Buenos Aires no fueron contra la Argentina, sino que golpearon contra la libertad y la vida. El terrorismo ataca los valores esenciales de la civilización.

De allí que esta decisión del grupo separatista vasco abra expectativas ciertas de pacificación para esa región, para España y para el mundo todo. Se sabe, además, que los grupos terroristas, más allá de sus objetivos y métodos diferenciados y de sus distintos blancos según la ocasión y las condiciones de cada lugar para golpear, actúan a esta altura en forma coordinada, con redes de apoyos entres sí.

De cumplir con la palabra empeñada, en el sentido de deponer las armas y buscar métodos pacíficos para resolver los conflictos, es de esperar que el grupo separatista vasco no se aparte de la vía racional, por la que parece haber optado.