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Tres falsos dilemas para la Argentina en el mundo

*Por Lucio Castro. Tres falsos dilemas parecen dominar el debate político sobre el rumbo que debe adoptar la Argentina en la economía mundial.

Analizar estas antinomias falaces a la luz de la experiencia reciente argentina e internacional es fundamental para lograr un diagnóstico certero como base de una estrategia de inserción internacional exitosa que contribuya a que el país crezca con equidad.

El primer falso dilema es el que opone el desarrollo del mercado interno a la integración en el mercado mundial. La experiencia de la Argentina postconvertibilidad muestra que es posible compatibilizar el crecimiento de la demanda doméstica con un nivel elevado de apertura comercial externa. De hecho, la economía argentina tiene niveles de apertura nunca vistos desde comienzos del siglo XX.

En términos generales, no es posible mantener el crecimiento en una economía de tamaño mediano como la Argentina sin ampliar los mercados hacia el exterior. De la misma manera, no hay desarrollo posible sin acceso a la tecnología y al capital de las economías más avanzadas a través del comercio y la inversión internacionales.

Un segundo falso dilema es el que enfrenta a la integración con la región con la integración al mundo. La cuestión es cómo y para qué nos integramos a la región y, a través de ella, al mundo. En particular, es fundamental discutir las perspectivas del Mercosur, en el que se combinan excepciones al arancel externo común (AEC) con la proliferación de medidas restrictivas y cada vez mayores dificultades para actuar como un sujeto homogéneo internacionalmente.

Un debate conexo es la participación de la Argentina en acuerdos de integración extra Mercosur. Asia es cada vez más central para los destinos económicos de Sudamérica y, en particular, de la Argentina. China es el segundo destino de las exportaciones de la Argentina y el primero de las brasileras.

Sin embargo, este cambio en la estructura exportadora no se corresponde con un cambio en la estrategia de acuerdos internacionales del país. Asia es el gran ausente de la política económica internacional de la Argentina.

El tercer falso dilema está dado por la supuesta ‘maldición de los recursos naturales‘. La experiencia de Australia, Canadá y los países nórdicos muestra que los recursos naturales pueden ser un camino hacia el desarrollo si están acompañados por políticas adecuadas. Además, pueden acelerar el crecimiento con inclusión social si las rentas derivadas de estos recursos son invertidas en educación, salud e infraestructura y permiten, de esa manera, incrementar la tasa de crecimiento del producto en el largo plazo.

La experiencia de estos países ricos también sugiere que un fondo contracíclico es un instrumento que permite atenuar los efectos económicos de la volatilidad intrínseca de los recursos naturales. Y, también, muestra que es posible lograr una distribución más equitativa de las rentas naturales sin recurrir a impuestos distorsivos sobre la producción sino por medio de profundas reformas tributarias.

Nuestra historia reciente sugiere, por otro lado, que es posible agregar valor en las exportaciones intensivas en recursos naturales a través de la incorporación de tecnología y capital a la producción primaria.

Por su parte, la investigación económica evidencia que el proceso de diversificación productiva presenta fallas de mercado que reclaman el accionar público.

En un período de precios altos de las materias primas, una política pro diversificación conveniente es concentrarse en los eslabones de las cadenas de valor intensivas en recursos naturales que por la presencia de estas fallas de mercado no se encuentran suficientemente desarrollados. De esta manera se combina el objetivo de diversificación con la promoción de aquellos sectores con más posibilidades de tener éxito a escala internacional, precisamente por sus ventajas comparativas.

El contexto internacional nos brinda la oportunidad más grande de la historia contemporánea de la Argentina para dar un salto hacia el desarrollo con equidad social. Pero esta oportunidad no se volverá realidad sin una visión clara y realista de las alternativas de política para el país en el mundo.