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"Soldaditos de la droga": confesiones de adictos y dealers

Viven al borde del delito y confiesan que son capaces de matar para conseguir una dosis. El drama de la droga y la delincuencia.

"Primero se empieza como consumidor y después el transa te dice que si querés más tenés que vender", aseguran cuando se confiesan adictos, consumidores y hasta vendedores.

Tony tiene 33 años y asegura que no consume. Sólo vende y dice tener gente a su cargo para repartirla. A "los pibes" dice que les paga 500 pesos por día. La droga "es un negocio, a veces tiene un precio fijo y a veces no. Tengo clientes conocidos a los que les cobro en dólares". Asegura que llegó a vender droga por "las malas juntas".

Martín tiene 22 años y Matías 23, ambos se reconocen como consumidores y adictos. Confiesan que los desespera conseguir drogas. Una vez que terminas lo que tenés sos capaz de cualquier cosa para conseguir más. "Si estás muy jugado salís a robar" cuentan y aseguran que andan armados con pistolas ilegales y cargadas, dispuestos a todos.

Ricardo, de 30 años, se reconoce como adicto y vendedor, "cuando no tengo un mango o nada para vender trabajo en el mercado central por 200 mangos" dice. También confiesa que por la droga es capaz de matar o vender hasta su propia ropa.


Hay algunas cosas en las que todos están de acuerdo: "están matando a los pibes con el Paco, el paco te lleva a la delincuencia, a la maldad. Lo único que pensás es en conseguir otra dosis".

Cada uno tiene "su librito" de las drogas para saber que es cada cosa, que les sirve y que consumen. "Para salir a robar el paco no sirve, te deja como con miedo, duro. Para esos casos se usa el "corajín"" explican. El corajín es la mezcla de Rivotril y alcohol. Te hace el efecto contrario al medicamento, explican.

El vendedor asegura ser un tipo "de códigos". "Yo no le vendo a cualquiera. No le vendo a los pibes ni vendo paco" se defiende. También explica su negocio y su precio, "vendo cocaína y de la buena. Una tiza vale mil pesos. Esa ya viene compactada por el proveedor" explica.

Los consumidores explican que más de una vez la cocaína es mala o está húmeda. Entonces la ponen en una cuchara, con agua y bicarbonato y la derriten. "Eso se fuma con una pipa y te destruye la cabeza" explican.

Antes de entrar en el mundo de la droga todos trabajaban, ahora aseguran que sólo hacen changas de vez en cuando para conseguir droga, si no pueden lograrlo robando.

Todos tienen familia. Tienen hijos y ni siquiera por ellos son capaces de dejar la droga. Explican que venden para darles todo a sus hijos y sus mujeres. Tienen familiares presos pero ni eso los hace temer.

Viven en un mundo de violencia y criminalidad. Combaten el miedo con drogas. Son los "soldaditos". Empezaron como consumidores y entregaron sus vidas a vender estupefacientes. Un mal que crece y que parece que no tiene solución.