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Sobre la muerte digna

El derecho de los enfermos incurables o terminales a elegir cómo morir, o de sus familiares si aquel no está en condiciones de decidir al respecto, debe ser debatido en profundidad.

Uno de los grandes temas de nuestro tiempo es el de la muerte digna, que se ha incorporado en el mundo entero a los debates científicos, religiosos, éticos, jurídicos y filosóficos. Que además interesa a todas las personas, a los enfermos incurables o terminales, a sus familiares o allegados más íntimos. Interesa también a toda comunidad, ya que se trata de cuestiones esenciales.

Hay varias iniciativas en marcha, como la del senador porteño Roberto Cabanchik, que impulsa una ampliación de la ley que establece los derechos de los pacientes, en el sentido de que el enfermo podrá disponer del último tramo de su existencia, o en su defecto podrán hacerlo sus familiares si aquel no estuviera en condiciones de tomar una determinación al respecto.
De eso trata la muerte digna, una figura que nada tiene que ver con la eutanasia, según aclaró el legislador.

El senador Cabanchik estuvo en una reunión de médicos en el Hospital Privado de la ciudad de Córdoba. En ese encuentro pudo apreciarse una gran preocupación de los profesionales asistentes por las implicaciones éticas de la cuestión. "Urge abocarse a las instancias previas al deceso –dijo el autor de la iniciativa– ya que es injusto que alguien tenga que recorrer los pasillos de los tribunales para que un juez lo autorice a no prolongar la vida indigna de un familiar".

Añadió que la ley vigente establece que el médico y su equipo deben actuar con el consentimiento del paciente, quien debe tener pleno derecho al acceso a su historia clínica y ser advertido sobre los pro y los contra de los tratamientos.

"Yo creo que todos tendríamos que ir previendo cómo queremos morir", dijo el senador en una de sus afirmaciones más polémicas. Para la Iglesia Católica la vida empieza con la concepción y termina con la muerte, y en esta tesitura es acompañada por muchas religiones.

Si bien se trata de una idea que apunta a la defensa de la vida, al mismo tiempo deja escaso margen de acción para casos específicos y para prácticas sociales no determinadas por las doctrinas religiosas, como las que deben ser reguladas por un estado laico. El suicidio, por ejemplo, está condenado por la Iglesia, al igual que la eutanasia.

El senador Cabanchik dijo que las iniciativas propuestas no pueden implicar prácticas eutanásicas, pero este como otros tantos puntos de los proyectos puestos a la consideración legislativa y de la comunidad toda deberán ser objeto de un debate responsable, esclarecedor y maduro, ya que es un tema de una gran trascendencia ética, religiosa y jurídica.

Es un tema que no se puede eludir, y debe ser abordado teniendo en cuenta todas las opiniones autorizadas y también a la legislación comparada, ya que varios países se han adoptado decisiones sobre esta cuestión de nuestro tiempo.