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Silencio sindical para evitar otra pelea con Cristina

*Por Rubén Rabanal. Daniel Scioli y casi todos los consejeros peronistas respiraron aliviados ayer tras la reunión del PJ en La Plata. No pudieron evitar que Hugo Moyano concurriera al encuentro a destilar parte de sus protestas contra la Casa Rosada, pero lograron acotarlas a ese recinto cerrado, al punto que el camionero ni siquiera llegó a pedir la palabra y se limitó a protagonizar algunos apartes con Scioli.

De todas formas, Moyano logró su objetivo: si bien no detonó una crisis con el Gobierno, con el que pasa por sus peores días tras las presiones, las denuncias de Cristina de Kirchner y los procesamientos que pican demasiado cerca del jefe de la CGT, pudo sí mantener en vilo a todo el peronismo, que lo recibió en medio de un clima tenso que se cortaba con un cuchillo.

Media hora duró la sesión del Consejo Nacional. Rápido, casi quirúrgico, fue el trámite que incluyó una declaración con reto a Moyano incluido, la convocatoria al congreso partidario para el 28 de mayo en Parque Norte, donde consagrarán las alianzas que forman el frente con el que Cristina de Kirchner irá a las primarias del 14 de agosto y el pedido a la Presidente para que sea candidata.

Previsible, Moyano hizo lo que suele hacer en estas cumbres del peronismo: llegó precedido por la idea de que estallaría en reclamos, protestas y denuncias contra la Casa Rosada y buena parte del kirchnerismo, pero terminó ensayando una imagen componedora, silenciosa, pero sin bajarse de sus reclamos. Para mantener ese estado de beligerancia con la Casa Rosada en las últimas semanas, lanzó antes amenazas de concurrir a la Justicia si el Gobierno no le libera fondos para las obras sociales, los mismos que Cristina de Kirchner le retiene en el APE y el Fondo Solidario y que en alguna ocasión hasta le anunció que debía auditárselos. Imposible imaginar una amenaza más dura por parte de la Presidente que esa que escuchó Moyano en el despacho presidencial el año pasado.

De allí al acto en la 9 de Julio pasaron meses, pero la estrategia del camionero no cambió: allí la proclamó como candidata a presidente, mientras sus gremios leales volvían loco al resto del país con paros, marchas y amenazas. No era esperable otra actitud de este enemigo perfecto que idearon para esta elección en la Casa Rosada, pero que no puede pensar en sobrevivir con otro candidato que no sea Cristina.

El negocio político de Moyano, entonces, siguió siendo ayer pegar cerca de la Casa Rosada, con o sin mesura, pero sin romper. Lo sabe Daniel Scioli, que actuó en La Plata de negociador por el Gobierno, un rol más que curioso para él, ateniéndose a los protagonistas. De hecho, Moyano sabe que le juegan a la mancha venenosa y que sólo puede responder con alguna que otra amenaza reservada y con presión para que le den lugares en las listas.

No fue ayer el final que esperaban muchos, que desde hace un mes anticipan un despido de Moyano del elenco oficialista y su reemplazo en la CGT por otro aliado menos conflictivo.

Todo lo contrario. El mensaje del camionero podría traducirse: nos quedamos, exigimos y no pedimos perdón, algo que ayer le alcanzó al kirchnerismo para volver a respirar.