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Secretos masculinos

Fue al final de una fiesta, a esa hora en que nadie pasa una alcoholemia, cuando un curda folclórico propuso jugar a la prendas.

Obviamente se lo abucheó pero una dama se iluminó y aprovechando el deplorable estado de la muchachada, comenzó a indagar sobre qué les molesta a ellos de las mujeres en la cama. Allí me despabilé para disfrutar de un verdadero manjar. Los señores, desprevenidos de mi oreja insidiosa, se deschavaron con una inocencia casi suicida, Uno se lanzó al ruedo afirmando que le molestaba

"Las que después, lloran"

Los demás asintieron con esa inclaudicable solidaridad de curdas. Me quedé asombrada: ¿así que hay mujeres que después hacen eso?

Mis conocimientos llegaban las que después fuman, o se van corriendo, o exigen que ellos se vayan ídem... pero ¿llorar?

Al día siguiente convoqué de urgencia a un grupo de hermanas más sapientes y les pregunté si ellas lo hacían. Cada una pasó revista a su historia personal (lo que nos llevo su tiempo, ya que son de historias personales bastante nutridas) y llegaron a la siguiente conclusión: O ellos ligaron las ultimas histéricas de Buenos Aires, o ¡ cómo serán de malos en la cama para que las minas se queden llorando".

"Las que dicen ponete el forro"

Fue recibido entre hurras por los demás varones. Ahí no aguanté la curiosidad ¿cuál es la manera correcta para pedirle a un caballero que se coloque un profilactico? ¿Qué hay de malo en ese pedido? Con mirada vidriosa contestaron: porque jode! .¿Entonces qué hay que decirles?. Una vez más hubo acuerdo total: ¡nada! Me dejaron sin palabras. El silencio que reclaman de una mujer no es porque se lo van a poner solitos es porque no quieren ponérselo ¡que los parió! Hubo un momento donde se escuchó el run run del pensamiento de las minas, hasta que otro volvió a decir.

"Las que hablan cuando no pasa nada"

¡! Eso!!! Exclamaron entre hipos, olvidando que cinco minutos antes, cada uno hubiera jurado que jamás tuvo un accidente así. Valía la pena, pasar por alto las posibles contradicciones y ahondar en los detalles .Con la mandíbula desencaja no pude menos que preguntar otra vez: pero ¿qué tienen qué decir? Hubo un instante de reflexión alcohólica y todos se pusieron de acuerdo para decir una vez más: ¡!! Nada!!!. Una de las damas presente que no fui yo, no pudo contenerse y acotó: "si alguna vez fracasan con una virgen y no les dan explicaciones van a dejar a esa chica confundida para siempre"....Fina ironía que no fue registrada por el sector masculino que entre el vino y la auto conmiseración, estaba absolutamente sordo. Pero ni la sordera los sacó de su encono. Uno, que había perdido ya la posición vertical masculló "- y las peores son las que te dicen, es normal, lo nuestro no pasa por allí".... En ese instante, se sumó otro con una nueva queja.

"Las que te piden que aguantes un poco más"

El autor de tan infeliz sentencia fue aclamado por sus congéneres. Obviamente para ellos, esa clase de minas eran unas imprudentes que cortaban sus libertades...de gorrión. Ya indignada pedí un abucheo para ellos, las mujeres se plegaron con euforia y los muy cabrones cayeron en la cuenta de que habían estado hablando frente al enemigo y se silenciaron para siempre.

Igual se agradece, los varones no suelen hablar tan libremente ,aunque las conclusiones a las que se puede arribar son todas deprimentes. Con cierto enojo una podría sugerirles una muñeca inflable pero en estos temas, el que se enoja pierde. Quizás Sarmiento me saque del lío ,con su frase inmortal : hay que educar al soberano...cae justo si se reemplaza " soberano" por : " estos guanacos".