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¿Se puede seguir creciendo tanto?

*Por Marcelo Zlotogwiazda. Economistas afines al kirchnerismo priorizan la demanda antes que la oferta como el factor clave de impulso al crecimiento.

Son cada vez más los economistas que señalan que el actual ritmo de crecimiento de la economía argentina es insostenible. Tomando nada más que los dos principales diarios del pasado fin de semana como muestra, se encuentra a Ángel Sciara declarando a La Nación que "preferiría tener un crecimiento menor al actual pero sustentable en el tiempo", y a José María Fanelli afirmando en Clarín que "hay evidencias de que el crecimiento que estamos observando no es sostenible". Y no son dos personas de pensamiento conservador. Sciara es el ministro de Economía de Hermes Binner, y Fanelli es un académico de ideas no ortodoxas.

La supuesta insustentabilidad de las llamadas "tasas chinas" de crecimiento se basa en dos razonamientos. Uno es que los niveles de inversión que hay serían insuficientes para que la capacidad productiva se siga expandiendo a ese ritmo. En esa apreciación subyace la idea elemental, e indiscutible, de que no hay manera de producir más que no sea incrementando la capacidad productiva, ya sea con la incorporación de bienes de capital y/o mejorando la eficiencia-productividad.

La segunda argumentación supone que el vertiginoso crecimiento es la causa fundamental de la elevada inflación que se registra. La lógica en que se apoya es que la suba de precios es resultado de un desajuste entre demanda y oferta, que en el fondo es la misma lógica que en el razonamiento anterior: la oferta no alcanza porque no hay o no hubo la correspondiente inversión. En palabras del ministro de Economía de Santa Fe: "El aumento de precios ocurre porque la demanda es elevada, y eso se resuelve con inversión para mejorar la oferta".

Alguien podría acotar que la inflación es alta desde hace ya por lo menos cuatro años y medio, y eso no fue obstáculo para que se creciera mucho. Pero aquí entra una variante de la argumentación previa: con estos niveles de inflación muy superiores a la devaluación nominal, no se está muy lejos del momento en que el sector externo quede desequilibrado. En palabras de Fanelli: "La inconsistencia cambiaria es la principal".

Contra toda esa corriente predominante, economistas afines al kirchnerismo han contraatacado con un desarrollo teórico bien provocativo, que en lugar de determinar la potencialidad del crecimiento por la capacidad productiva, centran la atención en lo que sucede con la demanda agregada. En otras palabras, priorizan la demanda antes que la oferta como el factor clave de impulso al crecimiento.

En un trabajo publicado por el Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo Argentino (Cefidar), Fabián Amico, Alejandro Fiorito y Guillermo Hang reconocen como "una obviedad que el crecimiento potencial depende del crecimiento de la capacidad física, de los recursos laborales y de la productividad", pero sostienen que "la política debería poner especial atención en los factores de impulso de la demanda –más que de oferta–, que son los que finalmente marcan el paso al proceso de inversión".

En el trabajo titulado "Producto potencial y demanda en el largo plazo: hechos estilizados y reflexiones sobre el caso argentino reciente", señalan: "El desafío no reside en cómo aumentar la inversión productiva, dado que esta es una variable inducida. No es un prerrequisito del crecimiento, sino, más bien, el resultado del crecimiento mismo. La cuestión central deja de ser cuáles son los límites que el volumen de inversión le fija al crecimiento, sino cuáles son los factores que limitan la expansión de la demanda".

Para Amico, Fiorito y Hang, en la medida en que la economía crece, la inversión se va a ajustando a la nueva situación y aumenta la capacidad productiva. Se lo podría formular como que la demanda crea su propia oferta, dando vuelta la conocida como ley de Say, según la cual es la oferta la que crea su propia demanda.

La teoría de estos tres economistas calza como anillo al dedo con la práctica de política económica que ha seguido el kirchnerismo, que desde un principio mantuvo apretado a fondo el acelerador de la demanda a través de la política fiscal y de la monetaria.

Se atajan aclarando que no están sugiriendo que con la expansión de la demanda se solucionan todos los problemas. Reconocen que la propia expansión de la demanda encuentra restricciones ideológicas, institucionales y políticas, y que hay problemas en la estructura productiva que requieren de políticas estructurales ad hoc. Y, además, recuerdan que la economía argentina sigue teniendo como principal restricción al sector externo. Aceptan que el proceso de desarrollo "requiere un conjunto articulado de políticas que van más allá de la expansión de la demanda".

Pero basados en la idea central de concebir a la demanda como elemento determinante principal, advierten sobre la inconveniencia de aplicar medidas contractivas frente a la inflación. Para ellos "la inflación derivada de la presión de costos y del conflicto distributivo no puede tratarse con la reducción de la demanda, sino con políticas de ingreso específicas". Otra vez, es la descripción de la actitud de rechazo del Gobierno a las propuestas de desacelerar el crecimiento. En todo caso, desde esta visión lo que faltan, o fallan, son las políticas de ingreso específicas para atenuar la inflación.

El enfoque de Amico, Fiorito y Hang no sólo contradice proclamas domésticas que alertan sobre la supuesta insustentabilidad del alto crecimiento. Días atrás, el presidente de Uruguay, José Mujica, dijo estar "asustado de cómo se endeuda la gente alegremente", y de que "se está consumiendo a troche y moche sin control, muy por encima de nuestras posibilidades". Y en referencia al contexto internacional muy favorable en términos de precios, demanda y liquidez (lo mismo vale para la Argentina), Mujica se pronunció a favor de "ser prudentes y desconfiados, y guardar algo por las dudas".

En Uruguay, que también está creciendo fuertemente, están preocupados porque la inflación superó el 8 por ciento anual, y lo que se desprende de las declaraciones de su presidente es que cree que una de las causas es que hay exceso de consumo.

Lo coherente sería que Amico, Fiorito y Hang sostengan que, en esto, Mujica se equivoca