Relaciones líquidas y corazones rotos: el drama de vincularse en tiempos modernos

En tiempos de vínculos fugaces, mensajes sin respuesta y promesas sin sostén, Laureano Gieco se anima a ponerle palabras a lo que muchos sienten pero no logran decir. Con el lanzamiento de su nuevo libro, El manual de las relaciones modernas, el autor y comunicador se mete de lleno en una de las temáticas que más ansiedad y confusión generan en la actualidad: el amor en la era de la incertidumbre.

“Decidí volcarme más a hablar sobre relaciones y la ansiedad que genera, por ejemplo, el ghosting, la confusión, el no comprender por qué una persona tiene falta de responsabilidad afectiva”, cuenta Gieco, que viene trabajando desde hace años temas vinculados al desarrollo emocional y la salud mental.



Aunque su libro se presenta como un “manual”, él mismo advierte que no hay fórmulas mágicas. “El título fue más una guía o un título llamativo, pero la realidad es que no hay un manual”, admite. Lo que sí hay, en cambio, es un retrato crudo y honesto de cómo nos vinculamos hoy: “La gente está muy en uso y descarto. Cuando necesitan compañía, pasar un buen momento, compartir algo, está todo bien. Ahora, cuando ya no quieren ver a esa persona, dejan de contestar, se borran, o no se abren a la comunicación”.

Ese patrón de interacción —cada vez más común en la era digital— genera un profundo malestar emocional. “El problema no es que no quieran algo serio. El problema es que actúan como si lo quisieran… y después se lavan las manos”, dice Gieco. “Ese ‘te doy todo, pero no te prometo nada’ es el patrón más tóxico de todos. Porque ilusiona sin compromiso y confunde”.

En sus palabras se refleja una de las principales heridas contemporáneas: la falta de claridad. “Hoy nadie dice lo que quiere, pero todos esperan que el otro adivine”, lamenta. Y eso genera un cóctel explosivo: ansiedad, baja autoestima y un ciclo de relaciones vacías donde siempre alguien termina sintiéndose usado.

El fenómeno no es solo cultural o generacional, también tiene raíces emocionales profundas. “Muchas personas se relacionan desde el miedo. Miedo a la soledad, a no encontrar pareja, a no poder formar una familia”, explica. Y a eso se le suma otro factor determinante: las redes sociales. “Generan mucha idealización, comparación e insatisfacción. Siempre buscamos ‘algo mejor’. Todo es estrategia, ego, validación. Y no hay nada más tramposo y enfermizo que las idealizaciones”.

Frente a este panorama, Gieco apuesta al autoconocimiento como herramienta clave. “Hoy muchos se meten en vínculos sin tener idea de lo que sienten, de lo que buscan o necesitan. Cuando no sabés quién sos, te convertís en lo que el otro quiere. O peor, te perdés tratando de gustar al otro”. Por eso, su libro no solo ofrece reflexiones, sino también ejercicios prácticos. “No quería escribir un libro para que lo suban a historias con una frase subrayada. Quería que sirva para cuando estés mal, cuando no entiendas lo que te pasa, y puedas accionar”.

Sobre el ghosting, Gieco es tajante: “Es una acción cobarde y de cagarse en el otro. Desaparecer sin decir nada no es libertad, es inmadurez emocional, falta de comunicación y egoísmo. No te interesa saber lo que le podés generar al otro”.

En un mundo que muchas veces premia la indiferencia, él insiste en la importancia de poner límites, de protegerse emocionalmente. “Poner límites no es ser egoísta, es tener amor propio. Si tenés que aguantar para que el otro se quede, ya no es amor… es miedo”.

Pero, lejos de quedarse en el diagnóstico, el mensaje de Gieco apunta a la sanación. “Construir algo duradero no se hace desde la necesidad, sino desde la elección. Hoy queremos vínculos que duren, pero no estamos dispuestos a hacer el trabajo interno que eso implica. El amor sano nace cuando ya estás bien solo, y elegís compartir desde la abundancia, no desde la carencia”.

El manual de las relaciones modernas no viene a dar respuestas definitivas, sino a ofrecer un espejo para quienes buscan entender por qué repiten patrones, toleran lo intolerable o siguen esperando que alguien cambie. “Mi deseo es que cuando termine el libro, alguien diga: ‘Ahora entiendo por qué me pasa esto’. Que le abra los ojos. Porque nadie nos enseñó a vincularnos. Y por eso repetimos, idealizamos y muchas veces elegimos mal”.

Finalmente, Gieco confiesa que este libro nació desde su propia herida. “Tuve relaciones donde me perdí, donde no me valoré y me olvidé de mí. Hago terapia hace cinco años y me enfrenté a cosas que me costaron muchísimo. Pero si lo que viví sirve para que alguien se despierte antes, para que aprenda a elegir mejor… entonces todo ese dolor tuvo sentido”.

Y cierra con un deseo simple, pero poderoso: “Ojalá este libro llegue a las manos justas, en el momento justo”.