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Reflexiones y acciones en pro de la paz

Situación y relación mutua de quienes no están en guerra, no están enfrentados, ni tienen riñas pendientes. Pública tranquilidad y quietud de los Estados, en contraposición a la guerra o a la revolución. Tratado o convenio que se concuerda entre las partes beligerantes para poner fin a una guerra. Reconciliación, vuelta a la concordia. Tranquilidad, calma, sosiego del espíritu.

Todas son definiciones que brinda el diccionario sobre la paz. "Hay algo tan necesario como el pan de cada día, y es la paz de cada día; la paz sin la cual el mismo pan es amargo", decía el poeta Amado Nervo. La violencia, y la paz parecieran ser parte de la esencia humana. Así como una parte de la humanidad está en guerra constante, otra está permanentemente en busca de la paz.

El jueves pasado se celebró el 25º aniversario de la Jornada Mundial de Oración por la Paz del Mundo, organizada en nuestra ciudad por el arzobispado de Tucumán y la Mesa de Diálogo Interreligioso de la Provincia, integrada por consagrados y laicos de distintas religiones. En esta oportunidad, pudieron participar también aquellos que no profesan ninguna religión. El encuentro fue convocado por primera vez en Asís (Italia) el 27 de octubre de 1986 por el papa Juan Pablo II.

"Nuestros padres estarían muy orgullosos de nosotros, por estar aquí sentados frente a frente, representantes de distintas creencias. La Argentina es un crisol de culturas y en este gesto estamos expresando el sentimiento de nuestros mayores cuando vinieron de lejanas tierras", sostuvo un islámico, mientras que el rabino dijo: "Es verdad, no en cualquier país podemos sentarnos a dialogar como en Argentina. Así como Tucumán fue inspiradora del proyecto federal del país hace 200 años, también ahora puede llegar a serlo en un nuevo proyecto argentino, desde el federalismo. Un proyecto nacional con amplitud, pluralidad e integración".

Mientras que el vicario de la Arquidiócesis señaló: "A pesar de que en distintos momentos de la historia hayamos estado divididos, enfrentados o ensangrentados, incluso en nombre de Dios, que es lo peor que nos pueda haber pasado... A pesar de todo eso, digo, Dios no nos deja de ver como una familia. Desde allí tiene que partir la paz, y salir a la vereda, a la calle, al barrio, a la escuela, a la sociedad".

En Asís, el papa Benedicto XVI aprovechó para hacer un mea culpa: "Que la religión motive de hecho la violencia es algo que, como personas religiosas, nos debe preocupar profundamente... Sí, también en nombre de la fe cristiana se recurrió a la violencia en la historia. Lo reconocemos llenos de vergüenza. Pero es absolutamente claro que este fue un uso abusivo de la fe cristiana, en claro contraste con su verdadera naturaleza. El Dios en el que nosotros los cristianos creemos es el Creador y Padre de todos los hombres, por el cual todos son entre sí hermanos y hermanas y forman una única familia".

En sociedades cada vez más violentas, la búsqueda de la paz se hace imperiosa no sólo a través de la plegaria, sino también a partir de las acciones. Sería importante que esta jornada de reflexión por la concordia se ampliara y se realizara, por ejemplo, una vez a la semana, en las escuelas, en los colegios, en las universidades, en los centros vecinales, en las plazas. Tal vez de ese modo, por el ejercicio constante del debate y la conciliación, paulatinamente habría menos discriminación y más tolerancia. Si esta meditación fuera acompañada con acciones solidarias hacia sectores desfavorecidos de la población o hacia enfermos o minusválidos, se estaría educando para la paz. Posiblemente, se avanzaría hacia una sociedad más tolerante y pluralista. "La paz comienza con una sonrisa", decía la Madre Teresa de Calcuta.