"Queria bailar en el Colón y termine en un cabaret"
Gabriela Figueroa nació en Posadas hace 37 años. Estudió danzas desde que era una niña. Y, a los 20, viajó a Buenos Aires para hacer una prueba en el Teatro Colón. Por esas cosas del destino, Gabriela Figucrna terminó bailando en cabarets. Y. gracias al empujoncito de Marcelo Tinelli, se convirtió en la profesora de caño más famosa del país.
-¿Cómo comenzó tu pasión por la danza?
-Estudié desde los o años hasta los 16, que me recibí de profesora provincial de danzas. Y tengo formación de clásico, flamenco y contemporáneo. Pero en Buenos Aires no pude seguir dando clases porque para eso tendría que haber revalidado mi título a nivel nacional.
-¿Y qué es lo que viniste a hacer a Capital?
-A perfeccionarme en lo mío. Un profesor del Teatro Colón fue a tomar audiciones a Misiones y, después de la prueba, me dijo que tenía que venir urgente a Buenos Aires porque era un diamante en bruto. Me pasé un año tomando clases y puliendo mi técnica.
-Fuiste a estudiar al Colón, ¿cómo fue que terminaste haciendo caño?
-En realidad, yo vine a hacer cursos de jazz. Pero mi primer trabajo fue de secretaria personal de Ethel Rojo, así que aproveché para estudiar actuación en su academia. Mi profesor de teatro era Miguel Jordán. Empecé a moverme en el circuito del under y en los boliches gay como bailarina. Hasta que Jean Francois Casanova me llevó al grupo Caviar, donde estuve seis años. Después hice revista con Corona, Sofovich... Me operé las lolas y me volví más exhuberante.
-¿Y el caño?
-Conjuntamente con eso, empecé a trabajar en los night club haciendo shows sensuales.
Hasta que en Shampoo me ofrecieron hacer tarima. Quedé como bailarina exclusiva. Y como estaba el caño, empecé a hacer algunas piruetas. Después me enteré de que en otros países ya había empezado toda una movida con el tema del pole dance. Me interioricé en la técnica y la empecé a implementar en los gimnasios.
-Ahí te llamaron para Bailando por un sueño.
-Exacto, porque todos los coach de los famosos me conocían. Cuando surgió lo del caño, en 2007 le sugirieron a la producción de ShowMatch que me llamaran para entrenar a los participantes. Yo ya era bailarina de Madahos, donde estoy hace 8 años.
-Y siendo que viniste a Buenos Aires buscando otra cosa, ¿no te asustó terminar trabajando en un cabaret?
-A mí me gusta mucho el mundo sensual y sexual. Me encanta el espectáculo, no sólo lo referido al teatro, sino también todo lo que tiene que ver con los shows eróticos. Así que no me molesta.
-A los clubes nocturnos se los asocia con la prostitución.
-Lo se. Pero hace como 15 años que trabajo en la noche. Y siempre me mantuve con una línea.
-¿Nunca aceptaste dinero por sexo?
-No. Tuve millones ofertas, pero para mi fue como una prueba. Nunca me casé con nada: ni con la droga, ni con la prostitución. Porque, para mantenerme joven, siendo una mina que trabaja de noche, sabía que no tenía que meterme en problemas. Siempre tuve en claro que lo mío era, simplemente, bailar. Y sé perfectamente que no lo hago en el Colón. Pero no me molesta estar en un lugar donde la gente va a mirar una teta y un culo y no a ver arte, porque yo igual me esfuerzo por hacer bien lo mío.
-¿Fue difícil explicárselo a tus padres?
-Por suerte, mis padres siempre me acompañaron. De hecho, yo los llevé a los lugares donde trabajaba para que vieran los shows que hacía.
-¿Qué pasa con tus parejas?
-Hace ocho años que estoy con Charly, que también es stripper y fue coreógrafo del Golden, así que él entiende cómo es esto.
-Estás con Fort y tenés otras oportunidades laborales, ¿pensás en dejar los night club?
-Para nada
-¿Qué pasaría si te decidieras a tener un hijo? ¿Ahí sí dejarías la noche?
-En la vida todas son etapas. Tengo muchas ganas de ser mamá y, llegando al caso, sé que esto se va a plantear. Hace dos años falleció mi mamá en un accidente en Florianópolis. Fue muy duro. Pero ella me dejó una gran enseñanza: de ella aprendí que uno tiene que vivir lo mejor posible, porque nunca sabés lo que te puede pasar. Así que por ahora aprovecho lo que tengo. Y cuando termine este ciclo, veremos.
-Estudié desde los o años hasta los 16, que me recibí de profesora provincial de danzas. Y tengo formación de clásico, flamenco y contemporáneo. Pero en Buenos Aires no pude seguir dando clases porque para eso tendría que haber revalidado mi título a nivel nacional.
-¿Y qué es lo que viniste a hacer a Capital?
-A perfeccionarme en lo mío. Un profesor del Teatro Colón fue a tomar audiciones a Misiones y, después de la prueba, me dijo que tenía que venir urgente a Buenos Aires porque era un diamante en bruto. Me pasé un año tomando clases y puliendo mi técnica.
-Fuiste a estudiar al Colón, ¿cómo fue que terminaste haciendo caño?
-En realidad, yo vine a hacer cursos de jazz. Pero mi primer trabajo fue de secretaria personal de Ethel Rojo, así que aproveché para estudiar actuación en su academia. Mi profesor de teatro era Miguel Jordán. Empecé a moverme en el circuito del under y en los boliches gay como bailarina. Hasta que Jean Francois Casanova me llevó al grupo Caviar, donde estuve seis años. Después hice revista con Corona, Sofovich... Me operé las lolas y me volví más exhuberante.
-¿Y el caño?
-Conjuntamente con eso, empecé a trabajar en los night club haciendo shows sensuales.
Hasta que en Shampoo me ofrecieron hacer tarima. Quedé como bailarina exclusiva. Y como estaba el caño, empecé a hacer algunas piruetas. Después me enteré de que en otros países ya había empezado toda una movida con el tema del pole dance. Me interioricé en la técnica y la empecé a implementar en los gimnasios.
-Ahí te llamaron para Bailando por un sueño.
-Exacto, porque todos los coach de los famosos me conocían. Cuando surgió lo del caño, en 2007 le sugirieron a la producción de ShowMatch que me llamaran para entrenar a los participantes. Yo ya era bailarina de Madahos, donde estoy hace 8 años.
-Y siendo que viniste a Buenos Aires buscando otra cosa, ¿no te asustó terminar trabajando en un cabaret?
-A mí me gusta mucho el mundo sensual y sexual. Me encanta el espectáculo, no sólo lo referido al teatro, sino también todo lo que tiene que ver con los shows eróticos. Así que no me molesta.
-A los clubes nocturnos se los asocia con la prostitución.
-Lo se. Pero hace como 15 años que trabajo en la noche. Y siempre me mantuve con una línea.
-¿Nunca aceptaste dinero por sexo?
-No. Tuve millones ofertas, pero para mi fue como una prueba. Nunca me casé con nada: ni con la droga, ni con la prostitución. Porque, para mantenerme joven, siendo una mina que trabaja de noche, sabía que no tenía que meterme en problemas. Siempre tuve en claro que lo mío era, simplemente, bailar. Y sé perfectamente que no lo hago en el Colón. Pero no me molesta estar en un lugar donde la gente va a mirar una teta y un culo y no a ver arte, porque yo igual me esfuerzo por hacer bien lo mío.
-¿Fue difícil explicárselo a tus padres?
-Por suerte, mis padres siempre me acompañaron. De hecho, yo los llevé a los lugares donde trabajaba para que vieran los shows que hacía.
-¿Qué pasa con tus parejas?
-Hace ocho años que estoy con Charly, que también es stripper y fue coreógrafo del Golden, así que él entiende cómo es esto.
-Estás con Fort y tenés otras oportunidades laborales, ¿pensás en dejar los night club?
-Para nada
-¿Qué pasaría si te decidieras a tener un hijo? ¿Ahí sí dejarías la noche?
-En la vida todas son etapas. Tengo muchas ganas de ser mamá y, llegando al caso, sé que esto se va a plantear. Hace dos años falleció mi mamá en un accidente en Florianópolis. Fue muy duro. Pero ella me dejó una gran enseñanza: de ella aprendí que uno tiene que vivir lo mejor posible, porque nunca sabés lo que te puede pasar. Así que por ahora aprovecho lo que tengo. Y cuando termine este ciclo, veremos.