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Qué significa "unión nacional"

*Por Eduardo Amadeo. Pocas horas después del frustrado intento de lograr un Presupuesto consensuado, por causa de la decisión del bloque oficialista de no modificar una coma de su propio dictamen, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner llamó a la "Unión Nacional".

Tal vez hubo una cuestión de agenda: si el llamado a la "Unión Nacional" hubiese sido una semana antes, hubiésemos tenido un Presupuesto consensuado. O no. Porque no queda claro aún que es lo que la Presidenta considera la "Unión Nacional", ya que es un concepto que se presta a varias interpretaciones.

Unión puede obviamente ser la acumulación de personas o conceptos detrás de un líder o un pensamiento único: o sea "unirnos detrás de", lo que significa que quien no se une, queda excluido. Con esta perspectiva, no hay contradicción entre "Unión Nacional" y la convocatoria del Diputado Rossi: "vamos a todo o nada" para imponer su Presupuesto, sin intervención del resto de los Partidos Políticos.

Pero ésta no es la única acepción posible para la "Unión Nacional". Una alternativa a este concepto, en el que la unión lleva necesariamente implícita la exclusión, es la que surge de la idea de diálogo, tal como la propone David Bohm en su magnífico libro "Sobre el diálogo".

Dice Bohm: "A diferencia de la discusión, en la que el objetivo es vencer, en el espíritu del diálogo nadie trata de ganar y, si alguien gana, todo el mundo sale ganando... el objetivo del diálogo no consiste en analizar las cosas, imponer un determinado argumento o modificar las opiniones de los demás, sino en suspender las propias creencias y observarlas, escuchar todas las opiniones, ponerlas en suspenso y darnos cuenta de su significado".

¿Es éste, entonces, el camino que ha propuesto la Presidenta, que modifica el rumbo anterior y nos hace esperar una mejor relación política, y por tanto un Congreso más fructífero? Ojala fuese así, porque si hubiese aceptado finalmente la perspectiva del diálogo que nos propone Bohm , estaría dando un renovado impulso a la mejor tradición del buen trabajo parlamentario, hecho desde sus orígenes para acercar diferencias y construir el ordenamiento jurídico sobre la base de aceptar el valor de los contrastes.

Podríamos entonces confiar en que, a pesar del clima eleccionario, el 2011 podría ser un magnífico año para las instituciones y en especial para un Congreso Nacional funcionando a pleno

Pero, además la Presidenta deberá trabajar duro para domar a los díscolos de su propio equipo, quienes no aceptan el valor de las diferencias y se empeñan en imponer la "Unión Nacional" como una idea excluyente antes que como una convergencia. Un caso paradigmático parece ser el del nuevo Director de la agencia Télam, quien en un reportaje en el diario La Nación manifestó que "Los profesionales son como las prostitutas, escriben mentiras en defensa de los intereses de los que les pagan. Los militantes, en cambio, escribimos la verdad al servicio del pueblo. Soy primero militante, después periodista y ... los opositores son la Unión Democrática reciclada".

Y no estoy nombrando a la Señora de Bonafini, cuya visión de la "Unión Nacional" es cuanto menos sesgada, y que por tanto debería llamarse a silencio.

Tampoco va a ser fácil lograr el sano objetivo de la Presidenta en el trabajo cotidiano de gobernar. Implicará aceptar que tienen algo de razón quienes dicen que hay inflación; o quisieran ver más transparencia en el gasto público; quienes abogan por prioridades de gasto público en consonancia con las necesidades evidentes de la población o piden más compromiso con la equidad y bajar la pobreza. Y, obviamente, tomar decisiones en consecuencia.

Todas estas cuestiones y algunas más están presentes en la todavía inconclusa discusión sobre el Presupuesto, en las prioridades de los dos dictámenes de la oposición y en algunas de las cuestiones que no se han podido debatir hasta ahora, como la regularización del Indec y la transformación de la Oncca, entre otros.

Por todo ello, sería excelente que como una primera muestra de que avanzamos hacia la "Unión Nacional", tuviésemos sesiones extraordinarias con una agenda compartida. Se demostraría así, una vez más, que un hecho vale más que mil palabras.