DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Que siga la comparsa

* Por Ricardo Trotti. Chávez pasará a la historia como el presidente contra quien pesan más acusaciones sobre violaciones a la libertad de prensa en organismos internacionales.

A  juzgar por la bufonada de una facultad de la Universidad Nacional de La Plata de premiar a Hugo Chávez por su "lucha a favor de la libertad de expresión", parece que la época de carnavales todavía no termina en el sur del continente.

Homenajear a Chávez por defender lo que siempre atacó y denigró, debe tomarse más como una comedia circense que como una burla a la democracia. Ese gesto que la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata dispensó al enemigo número uno de las libertades públicas de Venezuela y del continente tiene tanta insensatez como si el premio a los Derechos Humanos se lo hubieran otorgado al dictador Jorge Rafael Videla, el de la fidelidad conyugal a Bill Clinton o el de la sobriedad al actor Charlie Sheen.

Es poco serio, para decir lo menos. Además, la comparsa del Gobierno –que se ufanó de las arremetidas de Chávez contra la prensa– estaba tan extasiada por su presencia como por la de sindicalistas del séquito oficial, que días antes bloquearon la distribución de los diarios Clarín y La Nación .

Los periodistas y los medios no son santos, como los académicos anfitriones de la ceremonia resaltaron. Pero encontrar en esas críticas la fuente de inspiración para descubrir los méritos a la "comunicación popular" de Chávez, parece una broma de mal gusto. Más allá del cierre de RCTV y de 35 emisoras; de crear medios y usarlos como órganos de propaganda personal, como Telesur; de perseguir a periodistas y opositores con jueces sometidos, Chávez pasará a la historia como el presidente contra quien pesan más acusaciones sobre violaciones a la libertad de prensa en organismos internacionales.

Denuncias. Sólo en 2010 se procesaron en contra de Chávez 133 denuncias por agresiones a periodistas, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Todo esto sin contar que la mayor embestida a la "comunicación popular" la cometió hace un par de meses, cuando por ley restringió e impuso censura previa a los portales de Internet y redes sociales, para que filtren toda crítica contra su persona y contra lo que él considere pueda ser agraviante a los intereses del gobierno.

El circo montado con este galardón lo desvirtúa en sí mismo. Máxime porque también lo recibió Evo Morales, con quien comparte esa aberración contra la libertad. Con estos antecedentes, no sería extraño que el año próximo decidan otorgárselo a Rafael Correa, quien también tiene un rico historial contra los medios ecuatorianos. Correa es aún más virtuoso en sus ataques. Economista al fin, sabe que la debilidad económica merma la independencia de las empresas, y con ello aumenta su capacidad para dominarlas. Así como Chávez, Morales y Daniel Ortega, en pocos años Correa no sólo confiscó y creó medios, sino que logró conformar un conglomerado propio que es mucho más despiadado y manipulador que aquellos grupos independientes a los que acusa de "terrorismo mediático".

Pero más allá del circo, de los ataques y los premios inmerecidos, preocupan los actores directos de este entuerto: los estudiantes. En especial, aquéllos que esperan recibir una formación sobre los valores que definirán su futuro –verdad, equidad e independencia– en el entendimiento, además, de que la excelencia profesional que promueve el Premio Rodolfo Walsh no sólo conlleva la responsabilidad para la artesanía de las noticias sino también la de defender la libertad de prensa.

La comparsa a Chávez desvirtúa esos valores, por lo que, si fuera estudiante, no podría dejar de preguntarme: ¿debo seguir estudiando en esta universidad?