Primicia de Reyes: Yo vi a Karina Jelinek con un libro en la mano
Otra apasionante historia de Jorge Boimvaser.
*Por Jorge D. Boimvaser
info@boimvaser.com.ar
No es ciencia ficción. No tomé nada extraño en las fiestas (en realidad sólo tomo entre el 6 de enero y el 8 de diciembre, durante las fiestas me desintoxico bebiendo solo jugos de fruta).
Aunque parezca increíble, sucedió. La fecha de ese evento único fue el 27 de noviembre del 2008, a la tarde nochecita. ¿Por qué recuerdo la fecha tan exactamente? Esperá, ya lo vas a saber. Solo un poco de paciencia.
Son días de bondad y es saludable para el espíritu tener gestos públicos de buena voluntad. Y la señora Jelinek –como cualquier otra dama-, lo merece.
Nunca me gustó que la vilipendiaran tanto con esa estupidez de preguntarle.."¿a quien preferís, Ortega o Gasset? ¿Qué novela de Borges te gustó más?".
Una vez, ya abrumada, la modelo tuvo un rato de lucidez respondiendo: "A mi generación nadie le enseñó lo bueno de la lectura". Los sabiondos y suicidas que manejan la educación en la Argentina deberían tomar cuenta de esa proclama.
Seguimos. Por aquellos días yo pasaba tardes enteras sentado en los cómodos sillones de la librería del viejo Village Recoleta leyendo mil obras a la vez. Si no me puedo quedar con libros ajenos, al menos los leo de ojito.
Ese noviembre caluroso me encontró con dos obras fabulosas arriba de la mesa. Carl Sagan –el notable astrónomo autor de Cosmos- escribió ya sabiendo que sus días estaban próximos a terminar, una obra hecha con rabia: El mundo y sus demonios. Escéptico al borde de la muerte, plantea que todo lo que no demuestra la física es pseudociencia. Hasta niega –reconociéndose asesor de la Fuerza Aérea norteamericana- la inexistencia del Área 51 (Proyecto Roswell) y no acepta ninguna teoría de naves extraterrestres divisadas en el Planeta. La rabia de quien se sabe pronto a morir y traduce su enojo con el destino (Sagan parece Nietzsche con aquella expresión antológica de los escépticos: Fe significa no querer saber la verdad) reflejada en un volumen de ciencia no aparece todos los años.
El otro libro con que cotejaba todo lo contrario a lo dicho por Sagan, es la obra maestra de otro físico monumental: Stephen Hawking y su "Brevísima Historia del tiempo", un best seller (arriba de 20 millones de ejemplares vendió su primera edición en 1988) de ciencia para principiantes donde bordea temas como el viaje en el tiempo, los agujeros de gusano (teoría de supercarreteras cósmicas), los agujeros negros (súper estrellas que explotan en el espacio y crean gravedad infinita que todo lo absorbe) y otras teorías que el físico inglés postrado en una silla de ruedas –tan convaleciente como Sagan- hace entendibles para notorios cuasi analfabetos de la ciencia como el autor de este informe.
Horas enteras donde me olvido de comer, de ir al baño, de mirar siluetas femeninas, absorto en todo ese caudal de conocimientos hasta que algo me disparó la vista a solo unos metros de distancia.
Un joven bella, delgada, hojeando un libro en los estantes dedicados a Decoración y Arquitectura. No es el tipo de mujer que más me gusta (las prefiero rellenitas, abundantes), pero la pose de esa dama con el libro en la mano me impresionaba. Imposible no clavar la mirada en su ser e intentar explicarle que también sus caderas son parte del Universo de Sagan y Hawking.
Traté de simular mi embriaguez momentánea, volví a mis dos libros y al levantar otra vez la vista, la joven desaparecía apurada con otra amiga igual de atractiva y delgada.
Su rostro me era conocido, pero nada más
Horas después le saqué la ficha y de ahí recuerdo la fecha del milagro: 27 de noviembre del 2008. En algún noticiero, ví que River Plate presentó ese día su nueva camiseta y uno de las modelos elegidas para ello fue justamente Karina Jelinek. El local de la exhibición de la remera y el nuevo sponsor fue Locos por el fútbol, el bar restaurant que cerró sus puertas cuando el fútbol dejó de ser codificado, situado en el mismo Village Recoleta de la librería.
Mientras hacía tiempo para ingresar a Locos por el fútbol, Karina Jelinek se concentraba leyendo un volumen que no me atreví a mirar su título.
Basta solo recordar ese instante, reivindicar a la modelo contra sus detractores de siempre y tener un lugarcito en el libro de los Guiness. Haber sido el único mortal que reconoció a la modelo con un libro en la mano y escribirlo quizás me produzca la envidia y la fobia de muchos periodistas del mundo de los chimentos
Pero alguna vez lo tenía que contar. Un pequeño regalo navideño para la joven modelo.