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¿Por qué subió tanto el precio del salmón?

El precio se duplicó y los productores ya no pudieron retener más el precio que se disparó en los mercados.

España es un país de pescado. De eso no hay duda. Lo dice hasta Naciones Unidas: si la media mundial muestra que cada persona come 19 kilos de pescado al año, España va mucho más allá y supera los 42 kilos anuales, y además lo comemos al menos una vez en semana. Entre los favoritos, además de la eterna merluza (que representa el 16% de todo el pescado consumido de España), está el salmón, que ya supone un 7% y supera al bacalao. Así que si has comprado este pescado rosa en los últimos meses habrás notado que su precio está cada vez más y más alto. Pero, ¿a qué se debe?

La respuesta no es una sola, ni es sencilla. El precio del salmón ha pasado a casi duplicarse en un lustro, aunque según algunos productores no se ha querido repercutir demasiado en el consumidor... hasta ahora, que no han podido retenerlo más. De 3,89 euros el kilo en 2009 pasó a 6,13 en 2016, según recoge la web boletinagrario.com. De hecho, según el índice NASDAQ del salmón, durante 2016 aumentó un 40%. Y en lo que llevamos de 2017, el precio medio es de 7,2 euros/kg. Los factores que han hecho que esté por las nubes van desde las enfermedades del salmón a la supuesta bajada de la oferta o, principalmente, el aumento de la demanda. Pero antes están los hechos: ¿qué salmón comemos los españoles? ¿Quién lo produce? ¿De dónde viene?.

Noruega es la clave en todo el asunto. El salmón que allí se produce supone alrededor del 95% del que se consume en España, según datos publicados por el El País y como también explica el profesor de la Escuela de Ingenería de Montes de la Universidad Politécnica de Madrid (y especialista en este asunto) Fernando Torrent. Detrás de Noruega, con más de la mitad de la producción mundial, está Chile, con una cuarta parte, según la Fundación Slow Food.

Pese a que España consume fundamentalmente salmón noruego (Chile apenas exporta el 5%, 30.700 toneladas, a la Unión Europea, por lo que a España llega muy poco), lo que ocurre en Chile también afecta aquí. Y resulta que la suerte de ambos países no puede ser más distinta, como explica el diario económico Financial Times. Ese es otro de los motivos del aumento del precio global.

Mientras que las exportaciones de Noruega no paran de crecer y tampoco para de crecer su precio (ya que las divisas de los países que lo compran -euros y dólares, principalmente- están cada vez más fuertes), las de Chile caen (también porque las divisas de Brasil y Rusia, dos de sus principales compradores, que además ha puesto restricciones a la compra, han hecho lo mismo). Estados Unidos, uno de los principales compradores de Chile, tampoco está demasiado contento con al conocer el uso de antibióticos en los salmones del país sudamericano, lo que ha hecho que mude sus compras a Noruega.

Pero ¿por qué usa Chile antibióticos? Porque los problemas nunca vienen solos. Además de la bajada de precio, también ha habido un derrumbe de la producción: más de 30 millones de salmones han muerto en los últimos meses. El principal motivo ha sido la floración de unas algas nocivas que, aunque llevan décadas afectando al sector, se multiplicaron en los primeros meses de 2016 por anomalías meteorológicas. Las algas, según un estudio de la Universidad de San Sebastián (Santiago de Chile), "pueden producir importantes mortalidades en el cultivo de salmónidos" ya que su toxicidad daña las branquias y disminuye el oxígeno. "Las jaulas afectadas este verano presentaron peces nadando en la superficie, boqueando, [...] con evidente dificultad respiratoria, pérdida del equilibrio y muerte sobreaguda", ilustra el estudio.

En resumen: Noruega sube y Chile baja en el marcador del salmón global. Y si nadie quiere salmón chileno y todos quieren salmón noruego, la ley de la oferta y la demanda lo deja claro: el precio de este subirá.

NORUEGA: UN BUEN HACER QUE ENCARECE

Noruega se lleva la palma en cuanto a salmón. "Son líderes mundiales. Tienen una industria fuerte y madura, que sabe adaptarse: el salmón es su segunda exportación por detrás del petróleo. Son serios, crecen ordenadamente y saben cómo hacerlo para no romper el mercado con los precios, como ya pasó en alguna ocasión. Ahora no", explica a El Huffington Post el profesor Torrent sobre la industria del salmón en el país nórdico. "Son los primeros en desarrollar toda la tecnología, que luego se aprovecha también en las lubinas y las doradas", relata.

Según datos que maneja Torrent, "en 2001 Noruega exportaba a España 16.000 toneladas de salmón. En 2015 ha importado 74.000 toneladas, que supone más que toda la producción española de pescado (trucha, lubina, rodaballo...), que es de 60.000 toneladas".

No solo eso: saben hacer salmón, pero también saben cómo vendérnoslo, cómo metérnoslo por los ojos. "Tienen unas campañas de promoción fantásticas. Han sabido cómo hacerlo", afirma Torrent, que recuerda montones de acciones publicitarias y en especial la campaña Origin Matters (El origen importa), sobre la importancia del origen del producto.

Sin embargo, el salmón noruego no está libre de dificultades. Su principal drama recae en el piojo rojo, una especie invasora que hace mucho daño a la producción y contra la que el país de los fiordos lucha sin cesar. La batalla contra este invasor en Noruega cuesta unos 500 millones de euros anuales. Así, en 2016 la producción de salmón noruego se ha reducido en un 5%, una cifra que no parece demasiado alta y que, según la directora del Consejo de Productos del Mar de Noruega en España, Hildegunn Fure Osmundsvåg, "no es dramática".

"Tienen problemas como en toda la producción animal del mundo. Pero están innovando para hacerlo de la mejor manera. Y están haciendo mucho", afirma Torrent.

LA LUCHA CONTRA EL PIOJO ROJO

"Estos crustáceos naturales o piojos rojos son un asunto a tratar, pero no es algo reciente ni ha ido a más. En ocasiones es un problema que afecta a granjas de salmón y se están probando diferentes métodos contra él", explica Fure Osmundsvåg a El Huffington Post.

Juan Antonio Balbuena, zoólogo marino especializado en parasitología de la Universidad de Valencia, explica que el problema del piojo "siempre ha estado ahí y es recurrente". De hecho, la lucha contra este parásito es uno de los grandes retos para la acuicultura de los salmones, puesto que las granjas en las que se crían la mayor parte de los peces que se comercializan, se han convertido en un festín para el piojo.

El piojo del salmón (feo y molesto para el pez, pero cero dañino para el consumo humano) no es otra cosa que un crustáceo que se sujeta a la piel del pez como una ventosa y que la raspa para alimentarse del mucus que la recubre, de las células que hay alrededor y de la sangre. Las lesiones que causa son superficiales, pero lo verdaderamente grave es que el salmón infectado puede "sufrir anemia y verse más expuesto a infecciones bacterianas y víricas", señala Balbuena.

Según este zoólogo, las razones por las que el piojo ataca tanto al salmón son tres: "Primero, porque los peces no se pueden mover del sitio. Segundo, porque hay muchos peces juntos y por lo tanto muchas posibilidades de transmisión. Y tercero, porque el parásito salta de un pez a otro de una manera más sencilla si están hacinados".

Todo tiene que ver con la manera en la que el lepeophtheirus salmonis, nombre científico del piojo, se propaga. "Lo hace de pez a pez", detalla el profesor Francisco Montero, de la Unidad de Zoología Marina del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva: "Las hembras de los piojos llevan dos sacos con numerosos huevos de los que eclosionan unas larvas que buscan otros peces para infectarlos".

Montero explica que "los piojos sólo afectan a los salmones, puesto que fuera del agua acaban muriendo y no representan ningún peligro para el ser humano", aspecto en el que también insisten desde el Consejo de Productos del Mar de Noruega. Pero hay dos circunstancias que convierten la actual plaga en una crisis que está afectando a los precios de consumo: el aspecto del pescado y su supervivencia en origen. "El parásito cambia el aspecto de los salmones a los que afecta, por las heridas o por su propia presencia", explica el profesor Montero, "y eso puede devaluar la presencia del pescado para el consumo". Pero Juan Antonio Balbuena apunta a la consecuencia más importante: "A nivel de explotación, el problema fundamental está en que puede causar muchas muertes, comprometiendo la rentabilidad de la granja".

CUANDO LA OFERTA BAJA Y LA DEMANDA SUBE... ¡BOOM!

Entonces las premisas están claras: la oferta de salmones de Chile ha bajado, así como su demanda en el resto del mundo ("su principal mercado es EEUU y Asia", afirma Torrent), por lo que en esas regiones aumenta la demanda del de Noruega. Sin embargo, la producción de salmones nórdicos, aunque tampoco ha bajado demasiado, también está pendiente de frenar el problema del complejo y desagradable piojo rojo, para lo que está "trabajando intensamente" en encontrar una solución con métodos no agresivos, explican desde el Consejo Noruego. Entonces, ¿no sería una buena solución que aumentara la producción de los salmones noruegos sanos? La respuesta es no.

"Noruega tiene unas leyes estrictas que no permiten un aumento de la producción de salmón", relatan desde el Consejo Noruego. "El número de licencias y de zonas salmoneras en Noruega ha sido más o menos estable a lo largo de los últimos años, por lo que no ha sido posible aumentar la producción de salmón para que se aproxime a la creciente demanda", cuenta Hildegunn Fure Osmundsvåg, que asegura que el motivo por el que no se permiten más licencias es "para proteger la sostenibilidad, algo más importante que el volumen total". "Este año esperamos que la producción vuelva a crecer un poquitín", afirma la directora, que cree que con los nuevos métodos e innovaciones "probablemente haya un aumento de la producción sostenible en pocos años".

¿Y si produjéramos salmón aquí? ¿En España? Según el experto Fernando Torrent, ya hay algunas granjas, pocas, de salmón español: "Están en Galicia y están empezando". Sin embargo, "el 63% del producto pesquero de la Unión Europea es importado".

"Por supuesto que hay condiciones para su desarrollo. Lo que hay es una legislación muy difícil, mal regulada y que no deja crecer a la industria", afirma. "Al igual que de 2001 a 2015 hemos pasado de 16.000 a 75.000 toneladas en importación de salmón, hemos descendido de 35.000 toneladas a 15.000 la producción de truchas en España. Es un sector muy pequeño al que le es difícil contrarrestar las imágenes negativas. Se está creando riqueza, pero en los fiordos noruegos".

(Fuente Huffington Post)