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Por qué ella arrasó

*Por Luis Majul. Estas son 15 razones que explican por qué la Presidente Cristina Fernández obtuvo la mayor victoria en una elección nacional desde 1983 hasta ahora.

Porque incorporó a más de 3.500.000 de menores de 18 años a la Asignación Universal por Hijo (AUH), lo que definió el voto de la mayoría de las familias que lo reciben.

Porque recuperó y aumentó el porcentaje de votos de clase media y media alta que había perdido en 2007 en la Ciudad de Buenos Aires, La Plata, Bahía Blanca, Rosario, Santa Fe y Mendoza Capital.

Porque desde 2003 hasta ahora la política económica configuró un país parecido a la provincia de Santa Cruz. Hoy, en la Argentina, más del 40 por ciento de la población depende, de manera directa o indirecta, del Estado. Es decir: a través del empleo público, los planes sociales o el acceso a la jubilación sin el cumplimiento de los requisitos mínimos que se les exigía hasta 2008.

Porque después de la crisis de 2008 y la derrota legislativa de 2009, la ocupación empezó a crecer de manera sostenida. Además, del total del nuevo empleo que se creó, el 70 por ciento es trabajo público.

Porque de los más de 1.200.000 nuevos votantes, más del 50 por ciento lo hizo por Ella.

Porque al crecimiento sostenido e ininterrumpido durante treinta y cuatro trimestres seguidos hay que agregar un boom del consumo inédito y superior al de la convertibilidad con el dólar uno a uno y el deme dos de Carlos Menem y Domingo Cavallo.

Porque el hiperconsumo se basa en productos que producen satisfacción inmediata: televisores, autos, motos, computadoras, celulares y zapatillas e indumentaria deportiva. Se trata de bienes que provocan la sensación cierta de ascenso social.

Porque los salarios de los empleados en blanco fueron aumentando, a través de las paritarias, a un ritmo parecido al crecimiento de la inflación.

Porque para todos esos sectores, más o menos ideologizados, Ella tuvo un discurso y una acción apropiados. La AUH, la ley a favor del matrimonio igualitario y los aspectos en apariencia progresistas de la Ley de Medios son solo tres de los ejemplos más claros.

Porque después de la muerte de El, Ella subió, de un día para el otro, un 20 por ciento su intención de voto. Para ser precisos: desde el 12 por ciento en octubre de 2010 al 32 por ciento en noviembre del mismo año.

Porque desde ese momento pronunció un promedio de más de dos discursos por día, en el que siempre mezcló, en dosis perfectas, su dolor personal con los datos positivos de la economía.

Porque esos anuncios ‘fuera de campaña‘ abarcaron todos los sectores de la economía. Desde la escuela número mil con el nombre de N stor Kirchner hasta el lanzamiento de la Televisión

Pública Satelital. Desde la presentación de un nuevo modelo de auto hasta la entrega de laptop para los alumnos de la escuela primaria.

Porque desde el mismo instante en que Ella le dio su último adiós, todo el gobierno, el Frente para la Victoria y La Cámpora empezaron a trabajar día y noche para ganar las elecciones de octubre, mientras los dirigentes de la oposición permanecían neutralizados, confundidos y sin reacción.

Porque, a partir de ese momento, ningún líder de la oposición -excepto Jorge Altamira y Hermes Binner- hizo una campaña capaz de neutralizar la máquina de dar buenas noticias del gobierno nacional.

Porque todavía, después de la campaña para las primarias, ningún candidato de la oposición dijo claramente qué pensaba hacer, por ejemplo, con la AUH y los demás planes sociales, Aerolíneas Argentinas, el Fútbol para Todos, las tarifas de luz, gas y agua, el crecimiento de la inflación, el aumento de la pobreza y la inseguridad.

A los hechos de corrupción, el enriquecimiento de muchos funcionarios y los escándalos de último momento como los de Sergio Schocklender o los departamentos del juez Raúl Eugenio Zaffaroni no se los puede computar. Los votantes suelen castigan este tipo de conductas solo cuando perciben que el bienestar económico empieza a derrumbarse.