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"Piolín", el perro que arruinó una escena del crimen

El crimen ocurrió en 2003 en la casa de un prestigioso escribano en el Hindú Club de Don Torcuato. La víctima fue un abogado. La asesina, una joven de 24 años. Y el más odiado de la historia, un Fox Terrier.

Todo estaba preparado para una noche de juerga en la casa del exclusivo country Hindú Club de Don Torcuato. El escribano Ricardo Luis Machiavello (59) y su amigo, el abogado Jorge López Orbea (58), habían llegado con tres mujeres que, por sus edades, podían ser sus hijas. Dos de ellas eran "coperas" levantadas en una whisquería del barrio de Recoleta. La tercera era una moza que supo ser pareja ocasional de ambos y esa noche terminó convirtiéndose en homicida al acabar con la vida del abogado de un escopetazo.

El sexto protagonista de la historia fue "Piolín", un Fox Terrier que, por un inédito descuido, arruinó por completo la escena del crimen y se convirtió en el perro más odiado por un fiscal y por toda la Policía Científica.

Solange María Belén Inoue tenía 24 años en aquel 2003. Trabajaba de moza en el Club Náutico Buchardo de San Isidro. Allí conoció al Dr. López Orbea y su amigo Machiavello, un prestigioso escribano de instituciones tan importantes como el Ejército y la Policía Federal.

Primero fue pareja del abogado López Orbea y después de Machiavello. Los primeros problemas surgieron una noche en el casino flotante de Puerto Madero. Ella ya salía con el escribano y le dijo que el abogado era un "vividor". Ese incidente hizo que los amigos se separaran por un tiempo, hasta que se reencontraron aquella fatídica noche del lunes 28 de julio de 2003.

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La cita fue en el tradicional café "La Biela" de la esquina de avenida Quintana y Junín, en el selecto barrio de Recoleta. Hasta allí también llegó Solange, citada por Machiavello. Los amigos tomaron whisky y la chica los acompañó con café y soda.

Limadas las asperezas, el escribano pagó la cuenta y dijo: "Vamos a buscar una chica para Jorge". Los tres partieron en el Mercedes Benz de Machiavello rumbo a la wiskería "Puerto Colón", en avenida Las Heras y Austria.

Allí siguieron bebiendo, encararon a dos "coperas" -Marina y Soledad-, y se produjo el incidente que, según entendió luego la Justicia, desequilibraría a Solange y horas más tarde la llevaría a cometer el homicidio.

Algunos contaron que López Orbea quiso manosear a Inoue y otros que ella le volvió a recriminar que era un "vividor". Lo cierto es que el abogado la tomó del cuello, la zamarreó y casi le pega una trompana. La joven -que era epiléptica-, terminó desvanecida. Tuvo que intervenir personal de seguridad y el escándalo hizo que el abogado, el escribano, su pareja y las dos prostitutas se retiraran del lugar.

Los cinco subieron al Mercedes Benz y se dirigieron a continuar la velada al chalet de Machiavello, en el Hindú Club de Don Torcuato, en el partido de Tigre.

Ya era la 1.30 de la madrugada del martes 29 de julio pero la fiesta ni siquiera pudo empezar. Solange, aún alterada, se dirigió al baño de la habitación en suite de la planta baja. Al salir, se fue directo al placard y tomó la escopeta Pietro Beretta calibre 12 de doble caño que alguna vez le mostró el escribano.

Las dos "coperas" entraron al cuarto y se encontraron con la chica armada y sentada en la cama. Les dijo: "Esto es para su amiguito. Éste nunca más vuelve a joder a nadie".

Marina y Soledad salieron espantadas y le contaron lo que pasaba al Dr. López Orbea. El abogado fue a encarar Solange y allí se produjo el estampido. El hombre cayó malherido con una perdigonada en la ingle que le cortó la arteria femoral. Murió desangrado.

El escribano escuchó el escopetazo desde el jardín donde paseaba a su mascota, "Piolín", al otro protagonista central de esta historia.

Las dos prostitutas huyeron espantadas. Llegó la policía. Y todos fueron a parar a la comisaría -el escribano, como testigo, y Solange, como imputada y detenida-. Todos menos... "Piolín".

Ya era tarde y el fiscal del caso, John Broyad, ordenó preservar el lugar para que al día siguiente trabajaran los peritos. Había que analizar la distancia y la trayectoria del disparo, la posición de víctima y victimario en función de los rastros hemáticos y levantar cualquier tipo de evidencia que ayudara a esclarecer la mecánica del hecho. La casa quedó bajo llave y con custodia policial.

Unas horas más tarde, cuando ya era día, arribaron los expertos de la delegación San Isidro de la Policía Científica y no entendían para qué los habían convocado. El charco de sangre donde yacía la víctima, no estaba. Las salpicaduras de sangre que había en piso y pared, producto de la proyección del escopetazo, tampoco estaban. No había quedado ningún rastro. Alguien había lavado la escena del crimen.

Ese alguien se delató con un par de ladridos. Había sido "Piolín", el Fox Terrier amigable del escribano Machiavello, a quien los policías se olvidaron de sacar de la casa y quedó varias horas encerrado en el lugar del hecho. El fiscal Broyad -uno de los mejores investigadores del Departamento Judicial San Isidro-, no podía creer el descuido que había tenido la bonaerense

A lengüetazo limpio, el perrito barrió con toda la sangre que había quedado del amigo de su patrón y eliminó toda evidencia. Además, "Piolín" provocó una insalvable "contaminación" al orinar varios lugares de la casa en sus horas de encierro. No hubo pericias.

Pero el fiscal Broyad pudo reconstruir la historia en base a testimonios y a la propia confesión de la homicida. Inoue le contó que ella había matado a López Orbea pero que no había sido su intención, que la escopeta estaba cargada y que no sabía cómo se había disparado.

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La chica pasó pocos días detenida. El juez de Garantías sanisidrense Juan Makintach la benefició con una prisión preventiva morigerada y la mandó a la casa.

El juicio oral fue en 2006. Solange Inoue llegó acusada por la fiscalía de "homicidio simple". Su abogado, Rubén Jones, planteó en el alegato que había sido un homicidio en legítima defensa o a lo sumo había sido un accidente, un hecho culposo, sin dolo.

Para el Tribunal Oral Criminal 1 de San Isidro no fue ni una cosa, ni la otra. Inoue fue condenada a una pena de tres años de prisión por homicidio en estado de emoción violenta. Como había cumplido tres años de prisión preventiva domiciliaria, los jueces dieron por cumplida la pena y la chica, a los 27 años, quedó en plena libertad.

A ese juicio oral faltó el escribano Machiavello porque estaba de vacaciones. Muchos se quedaron con las ganas de saber qué era de la vida de "Piolín".