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Piñel, el "Hannibal" argentino que asesinó y se comió el corazón y los riñones de su padre

Estaba preso, le dieron una salida transitoria y asesinó a su padre. Guardó el corazón y los riñones, los cocinó y se los comió. Te mostramos la foto de "la cacerola del horror".

Su legajo penitenciario dice que su nombre completo es Raúl Ernesto Piñel Donato. Nació el 13 de julio de 1975, su DNI es el 24.620.459 y su ocupación, jornalero. La ficha criminológica lleva el número 251.317 y la causa es la 4914 del Departamento Judicial de Trenque Lauquen. La carátula: "homicidio calificado por el vínculo". Es que hace seis años, asesinó a su padre.

Sería un caso más de "parricidio", salvo por algunos detalles de un crimen que fue realmente espantoso. Piñel no sólo mató a su padre, lo descuartizó y calcinó parte de sus restos, sino que también lo evisceró, eligió los riñones y el corazón, los cocinó en una cacerola y se los comió. Eso lo convirtió para siempre en el "Hannibal Lecter" de la historia criminal argentina.

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Este espeluznante caso se descubrió el domingo 29 de junio de de 2008 en una humilde vivienda de ladrillos del barrio Don Cándido de la localidad de Daireaux, una ciudad rural de la zona oeste del centro de la provincia de Buenos Aires, ubicada a poco más de 400 kilómetros de la Capital Federal.

Allí vivía la víctima, Raúl Prudencia Piñel, un trabajador rural de 57 años. Alejado de su familia, Piñel padre tenía fama de ser un hombre y duro y violento. Su mujer y sus cinco hijos -entre ellos el homicida-, lo abandonaron cansados de sus palizas, según lo que cuentan las crónicas policiales del momento.

Aquel domingo un vecino pasó a saludar a Don Piñel pero no lo encontró. En la casa estaba su hijo Raúl Ernesto, en aquel momento de 32 años, quien el viernes había dejado, con una salida transitoria, el penal de Urdampilleta, donde cumplía una condena por robo calificado.

El vecino fue directamente a la policía. Desde la puerta, había llegado a ver algunas manchas de sangre dentro de la casa.

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Una comisión policial llegó a la vivienda de la calle Antártida Argentina entre Moreno y Saavedra, y se encontró con el horror puro.

Llamaron a la puerta, los atendió Piñel hijo y sus manos ensangrentadas ya lo delataban. Los dejó pasar sin decir nada. La sangre también estaba en las paredes y en el piso. En la cocina, los uniformados encontraron desparramadas algunas vísceras y hasta un pedazo de columna vertebral. Otros restos humanos estaban seccionados y calcinados dentro de una estufa del tipo salamandra que había en la casa.

"¿Dónde está su padre?", le preguntaron los policías. "Ahora lo tengo bien adentro", les contestó Piñel con una frase que los efectivos recién entendieron cuando vieron lo que había dentro de una olla y se dieron cuenta de que estaban frente a un caníbal.

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 Las crónicas policiales de 2008 titularon con que el "Hannibal de Daireaux" había fileteado y cocinado el corazón y los riñones de su padre "a la provenzal". Pero por lo que JusticiaCero pudo corroborar en el expediente y consultar con fuentes policiales, periciales y judiciales que trabajaron la causa, más que a la provenzal, los órganos de Don Piñel fueron cocinados en una especie de guiso precario con aceite, vinagre, cebollas y ajo, sin nada de perejil.

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La foto de la evidencia número 18 -publicada por primera vez en esta nota-, muestra que en aquella "cacerola del horror", el corazón y los riñones no están nada fileteados y que los órganos flotan en una espesa salsa para nada apetecible. La botella de vinagre de manzana marca "Marolio" y el pancito pellizcado, ubicados al lado de la olla, hacen más espantosa la imagen de la fotografía.

Los policías que lo arrestaron aseguraron que antes de retirarse esposado de la casa, Piñel miró los restos de lo que había sido su padre y dijo: "Me las pagaste todas juntas".

Con lo poco que quedaba del cadáver, no hubo posibilidad de autopsia. Pero los restos cocinados en la olla fueron analizados por la Policía Científica. El laboratorio confirmó que se trataba de un corazón y riñones humanos, pero que no estaban completos, por lo que se dio por hecho que Piñel había ingerido parte de esas vísceras.

Nadie podía entender tanto horror. El fiscal de la causa, Omar Flores, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 1 de Trenque Lauquen, tuvo como primera hipótesis algún tipo de crimen ritual vinculado a una secta.

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Pero nada de eso se probó. Piñel terminó confesando que había asesinado a puñaladas a su padre en una pelea que tuvieron el sábado por la noche. Los peritos secuestraron el cuchillo "Tramontina" con el que se cree cometió el crimen. También encontraron una pala ensangrentada que pudo haber usado para mutilar los miembros que quemó en la salamandra.

La única explicación que tienen los investigadores es que el pasado violento de Piñel padre y el odio que le tenía su hijo pudieron haber motivado el crimen.

El "Hannibal de Daireaux" hoy está encerrado, pero nunca fue condenado por el homicidio. Piñel fue sometido a pericias psiquiátricas y psicológicas que determinaron que es un enfermo mental, un psicótico que fue declarado inimputable, es decir, que según las leyes argentinas, no comprendió la criminalidad de sus actos.

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Al ser considerado peligroso para sí o para terceros, Piñel hoy, con 38 años, está alojado en el neuropsiquiátrico que funciona en la Unidad 34 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), en la cárcel de Melchor Romero, en el partido de La Plata.

 

El legajo del SPB -que consta en el expediente y al que JusticiaCero accedió-, señala que el 11 de febrero de 2011 fue definitivamente sobreseído en la causa y está bajo la tutela de un Juzgado de Ejecución Penal de Trenque Lauquen.

Su familia no lo va a visitar. Dos de sus hermanos dijeron en una nota periodística que les da vergüenza ser parientes de "ese monstruo". Quizás muera en la U34 o quizás, algún día, pueda salir. Sólo recuperá la libertad si algún médico considera que el "Hannibal" argentino está curado y le da el alta.