DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Peronistas malditos

Argentina reconoce (vive) su desencuentro. Hasta aquí llegamos. Se sabe que existe. El eje de todo mal es conocido. El peronismo.

Se han confundido definitivamente las dos cuestiones. Maldito peronismo es una forma de usar sujeto y adjetivo. El peronista maldito es otra cosa.
En un caso la sociedad califica al peronismo. Tal vez calificándose. Algún día se podrá resolver el tema. Hoy sigue desencontrándonos.

En el otro caso hay un sujeto calificado: maldito.

Por ambas veredas transita Argentina. 1945/2011.

Los peronistas malditos son consagrados, primero, por el propio peronismo. La antropofagia es inherente a su formación. La sociedad festeja el canibalismo.

Cipriano Reyes, Hortensio Quijano, Juan Duarte, John William Cooke, Guillermo Patricio Kelly, Jorge Daniel Paladino, Carlos Aloé, Augusto Vandor, Mario Firmenich, Abal Medina, Sánchez Sorondo, Carlos Grosso, Joe Baxter. Galimberti. "El tío" Cámpora. Distintas veredas, igual comportamiento.

El peronismo, por su cercanía a la fe antes que a la razón, tiene su ritual.

Néstor Kirchner dependió de Carlos Menem y, sumiso, elogió públicamente sus decisiones; luego aceptó ser el candidato de Eduardo Duhalde. Cuando un peronista maldice a Menem y acusa a Duhalde de sus males, no traiciona. Cumple un rito. La sociedad adhiere. Festeja.
En la liturgia peronista se insulta y se idealiza. Considerar estratega y ejecutor a Héctor Cámpora es, si se quiere, jocoso. Está sucediendo otra vez. Carta Abierta es, por esto, risueña.
El peronismo tiene, en el ranking de maldecidos, personajes verdaderamente únicos. Esta característica: únicos, no los vuelve buenos. Los torna irrepetibles.

José López Rega es uno de ellos. Al mirar los dislates de la señora Alicia Kirchner uno no puede menos que sentirse aliviado. Bienestar Social es el mismo ministerio que condujo, por virtudes desconocidas, el personaje mencionado. Un maldito del peronismo. Celestino Rodrigo es otro. La señora María Estela Martínez de Perón, Isabelita o "la chabela", primera presidente mujer por el voto popular, es maldecida.

Augusto Timoteo Vandor es prototípico. Con él adquiere espacio definitivo la CGT. Es con él que comienza a ejercer su poder. "El lobo" es un suboficial que se convierte en líder político gremial y es un "traidor" asesinado por un grupo precursor de Montoneros. Remorino, Iturbe. Alberte, José Alonso, el general Valle, Rosendo García, Osinde, Bramuglia, Villalón, José Ignacio Rucci, Eustaquio Tolosa, el joven portuario que cuidaba a la compañera Eva, han sido consecutivamente maldecidos. La lista es grande. Suma nombres de la historia popular. Evita no escapa del listado, lo eleva a nivel mundial. Enrique Santos Discépolo fue maldecido, Hugo del Carril, Eduardo Cuitiño, Américo Barrios. Mariano Mores. Leopoldo Marechal.

La sociedad maldice este fenómeno de masas que atraviesa Argentina sin desmayar. El que reconoce participa.

Las dos maldiciones conviven en Argentina, la hacen tropezar a piedrazos.

Cómo calificar y clasificar a los Fernández (Nicolás, Cristina, Aníbal y Alberto) a Timermann (padre e hijo) Chacho Alvarez, Horacio Verbitsky, Jorge Asís, Pino Solanas, Miguel Bonasso, Octavio Gettino, la generala Garré. Con la lógica peronista hay una respuesta. Fuera del peronismo hay coherencia: maldito peronismo.

La sociedad pone en el mismo sitio a Lisandro de la Torre, Luciano Molinas, Horacio Thedy, Rafael Martínez Raymonda, Alberto Natale. Deja en igual estantería a Leandro Alem, Hipólito Irigoyen, Arturo Illia, Arturo Mor Roig, Perette, Zavala Ortiz, Ricardo Balbín, Juan Carlos Pugliese, Raúl Alfonsín. Tamborini, Mosca. Prebisch. Repetto, Palacios, Estévez Boero, los Justo, los Ghioldi. Pedro Aramburu, Lonardi. Los dirigentes no peronistas se pasean tranquilos por la historia. Tienen el perdón anticipado. Algunos fueron primeros actores en años muy feos. No importa. El villano es peronista. Hay un rechazo social para con todo el peronismo que, en esta segunda década del siglo XXI, desde el gobierno, pretende usurpar el pasado. Paradójico: es otro peronismo quien oferta el camino de salida.

J.W. Cooke miró tras el muro por una hendija, en la década del 50, y vio que la burguesía no perdonaría, que lo tomaría como lo que fue y es: el hecho maldito del país burgués.
La posguerra fue el escenario Un país desclasado, que trató de colocar a sus habitantes en la rotunda clase media, consumista y exitista, buscó el triunfo y la revancha por el peronismo. Sin esfuerzo. Rapidito. Lave y use. Es su modo. No hubo otro. La injusticia social fue el argumento original. Mantengámosla. Maldición de maldiciones.

El peronismo es un motor social capaz de fabricar fenómenos culturales y factos populares. Por un caminito de ida y vuelta la sociedad le endilga, además, todos sus fracasos (sociales). Se vive fácil sabiendo quién es el malo de la película.

La arbitrariedad nubla a los relatores. Duhalde es malo, Menem es malo, Isabel es mala, Luder fue malo, Hernández Arregui, "pajarito" Grabois, Herminio Iglesias y Victorio Calabró son malos. Están vestidos de maldad los Montoneros, Guardia de Hierro, la Mesa del Trasvasamiento. Solano Lima, Lavagna, Horacio Sueldo, el doctor Raúl Matera, Rodolfo Walsh, Raimundo Ongaro, Lorenzo Miguel. Vicente Leonides Saadi. Los planes quinquenales fueron malos, Raúl Apold fue malo. Vamos por todo: Perón y Evita fueron malos.

Para las argumentaciones una valla infranqueable: el voto popular.
Por las mismas argumentaciones una contradicción permanente: ¿La definición de democracia del peronismo es la misma que usa el resto de la sociedad? La pregunta admite una variante: ¿la mayoría de los votos otorga libertades irrestrictas o consagra deberes? El peronismo pide los votos para realizar sus cambios, ¿pide diálogo o impunidad constitucional?

La maldición es una resultante folclórica, debajo hay un país que se bifurcó y una serie de interrogantes que atenazan la sociedad sin que, en algunos casos, se los mencione.
Los peronistas letrados tienen un problema ético. Su posición es una en la lucha por el poder. Después cambian. Tornan burgueses, empleados de la cabeza de Goliat y responden a la definición que acuñó Jauretche, tomándola de la colonización inglesa en la India: cipayos. Para su suerte el peronismo iletrado no condena la ética burguesa ni le espanta la salida liberal. Sólo pide pan y circo. Son tan poco eficientes que no lo distribuyen equitativamente. Los peronistas del siglo XXI niegan el pan y clausuran el circo. Se proclaman inocentes. Sin pecado original. Hablan de revolución. Je.

De tanto maldecirse los peronistas no tienen discurso.

De tanto maldecir al peronismo las fuerzas en oposición se han convertido en el espejo de lo que insultaban. El poder no se comparte.

No hay democracia partidaria en el peronismo. En los partidos de oposición tampoco.
Sueñan con un relato único. Todos.

Anunciemos lo obvio: la maldición abrió la segunda década. Peronistas malditos y el modo del maldito peronismo. Eso se votará en octubre.