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Pasteras, contaminación y crimen; ¿Botnia? No, Misiones

En una provincia en donde las pasteras hacen estragos en el medio ambiente, la mano del hombre ya se cobró una desaparición.

Puerto Esperanza es una localidad misionera en las cercanías de una planta procesadora de pasta de celulosa cuyos niveles de contaminación ambiental son aterradores. Los desechos de Botnia en el Río Uruguay son casi agua mineral al lado de los que se producen en Misiones, pero allí casi un ejército de hombres armados impide el ingreso a la planta.

Andrés Estepa era un ambientalista que aprovechando su condición de cazador -son los únicos a quienes se les permite ingresar a los bosques debido a los daños que producen ciertas especies en los árboles utilizados por la papelera-, se internó en los bosques buscando pruebas en la tierra y en las aguas cercanas para medir el grado de contaminación que produce la pastera.

Pero Estepa desapareció, nunca volvió de su misión y se sabe allí que no hay depredadores que puedan haber acabado con su vida. Y si algún accidente hubiera ocurrido, su cuerpo tendría que haber sido encontrado.

La policía del lugar hizo algunos rastrillajes y de pronto cerró la búsqueda sin causa aparente. Medidas de fuerza sobre la ruta 12 y otras protestas de familiares y amigos de Estepa quedaron como imagen de un drama que se conoce por rumores provenientes de las propias fuerzas de seguridad.

La pastera misionera cuenta en sus predios con hombres armados al estilo de los sicarios de la droga, nadie pasa a sus tierras para controlar los niveles de contaminación.

Un gendarme que le contó esta historia a DiarioVeloz fue categórico. Cuando descubrieron que Andrés Estepa era parte de un grupo ambientalista, lo asesinaron y su cuerpo fue enterrado en algún lugar no determinado. La policía lo sabe y por eso dejó la búsqueda.

La evidencia saltó cuando un miembro de la custodia de la pastera encendió el teléfono celular de Estepa, y la señal proveniente del móvil puso luz a la realidad. ¿Lo mataron, lo hicieron desaparecer y se llevaron su teléfono? Así parece, pero todo quedó empantanado y no hay investigación que avance.

La población de Puerto Esperanza vive atemorizada por temor a represalias. Los sicarios infundieron miedo y el silencio es el corolario de la trama. Todo se habla en voz baja, hasta hubo gente que no se sumó al pedido de los familiares sabiendo que podría haber venganza.

Los ambientalistas de Entre Ríos tampoco quisieron sumarse a la lucha por la aparición aunque sea del cuerpo sin vida de Estepa. Es como que a ellos sólo les interesa el Río Uruguay y no la depredación ambiental en otro lugar.

El silencio de Greenpeace ya es parte de otra historia.

Todos los que amamos el medio ambiente y despreciamos cualquier forma de contaminación no somos tan ingenuos ya de creer en el relato de los "paz verde".

El último despropósito de Greenpeace es haber enviado a chicos con nobles corazones a una cruzada en el Ártico cuyo final era predecible. Pibes abordando un barco ruso que podrían haber sido asesinados en la nave y ahora están encarcelados y a merced de la buena voluntad de un hombre como Vladimir Putin, ex jefe de la KGB (inteligencia de la Rusia comunista), duro, implacable, al que se le adjudica varias operaciones de aniquilación de adversarios políticos, algunos de los cuáles fueron envenenados en Europa con sustancias radioactivas. Eso fue ya siendo Presidente ruso, tras la caída del Muro de Berlín. Putin es un hombre democrático pero con sus viejas mañas de la KGB: al enemigo ni justicia.

Allí fueron los chicos argentinos al Ártico y hoy están en calabozos rusos sin saber hasta cuándo. Greenpeace mandó a los pibes al abordaje pirata mientras sus ejecutivos seguían las operaciones desde sus cómodas oficinas.

La propaganda que a ellos no los financia nadie salvo el aporte de millones de colaboradores es un cuento de hadas que nadie cree.

Hace más de 20 años el autor de este informe supo de fuentes pesqueras marplatenses cómo se depredaba el Atlántico con sofisticados sistemas prohibidos por leyes de pesca (succionadores marinos y redes de mallas estrechas que revientan hasta las crías e impiden la reproducción de las especies), lo denunciamos a Greenpeace que jamás tomó intervención en el asunto.

Hoy el drama de Misiones se cobró la vida de Andrés Estepa y sólo sus familiares claman justicia. Como Misiones está lejos de Buenos Aires, su lucha es solitaria y nadie oye el pedido de justicia.

Por si no lo sabe Greenpeace, Misiones es parte de la Argentina y queda más cerca de Buenos Aires que del Océano Ártico. Allí vale la lucha, pero en la Argentina también.