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Para Cris, un arbolito lleno de sorpresas

Como en cada Navidad, quiero hacerle un buen regalo a la señora y no termino de saber qué: ama los hoteles, departamentos, casas y terrenos, pero ya los tiene.

Extraído de La Nación

Por Carlos M. Reymundo Roberts

Como en cada Navidad, quiero hacerle un buen regalo a la señora y no termino de saber qué es para ella un buen regalo. Ama los hoteles, departamentos, casas y terrenos, pero son cosas que ya tiene. Además, sería meterme donde no debo: las propiedades son el tipo de regalos que se hacen los Kirchner entre ellos. Cuando Florencia y Máximo van al arbolito, la noche del 24, no sacan paquetes, sino sobres. "¡Me tocó un cuatro ambientes en Barrio Norte!", grita Flor. "Ya tenés uno o dos ahí. Te lo cambio por el que me tocó a mí: un penthouse en Puerto Madero", le propone Maxi. Delicias de la vida en el seno de una familia teniente. Quiero decir: terrateniente, hotelesteniente, mansionesteniente...

Finalmente se me ocurrió repetir la fórmula de años atrás, que le encantó: regalarle un árbol de Navidad lleno de fotos. Fotos que le alegren la vida, que le hagan olvidar lo difícil que es gobernar una Argentina que se resiste a vivir sin inflación, corridas cambiarias, inseguridad, corrupción y narcotráfico. Por eso Cristina llega agotada e histérica al final del día, convencida de que es demasiado Presidenta para tan poco país.

En la base del árbolito voy a poner a Obediente Parrilli, el nuevo jefe de la SIDE, encumbrado por la misión que le dio la señora: "Oscar, nada de lo que hicimos en la Justicia funcionó. Los jueces primero fueron por Boudou y después vinieron por mí. A ver si logramos disciplinarlos con los espías. No repares en formas ni gastos, ¿OK?". Oscar ya está en eso. Un primor.

Cerca voy a colocar una foto de Buchón Milani, el espía mayor, ahora jefe de Parrilli, por haber convertido al glorioso Ejército del General José de San Martín en una central de inteligencia al servicio de Cristina. Después de ser acusado de violar los derechos humanos, por fin alguien

reivindica a Milloni (así llamado por su súbito enriquecimiento): acaba de recibir cálidos elogios del Nabo Barreiro, legendario represor y fundador de los carapintadas. Nabo, gracias, también habrá una foto tuya al pie del arbolito.

Otro que estará es Bigotón Fernández. La Presidenta lo llevó a la Secretaría General porque necesitaba allí un intelectual, un hombre del campo del pensamiento. De aquel atolondrado que desmintió una de mis columnas y me calificó de farsante, hace años, a este ministro más maduro y reflexivo ha pasado mucha agua. Celebremos su retorno a la Casa Rosada. Aníbal es como que embellece todo lo que toca, ¿no?

Una foto con la que voy a sorprender gratamente a la señora es la de Apretador Esteche, jefe de Quebracho, que recuperó la libertad después de meses en la cárcel por atentar contra un local del ex gobernador Jorge Sobisch y otras acciones de la misma naturaleza. Apretador, probablemente el violento en actividad con más pergaminos del país, ha prestado innumerables servicios a nuestro gobierno, por lo cual se entiende la intervención de la Secretaría de Derechos Humanos, que llamó al juez de la causa para reclamar que lo liberara. El feliz desenlace de esa mediación y el feliz enlace entre la Secretaría de Derechos Humanos y un profesional de la violencia justifican plenamente, creo, la presencia navideña de Esteche.

Un poquito más arriba colocaré al Cuervo Larroque, Wado de Pedro y Avioncito Recalde, principales referentes de La Cámpora. Es un homenaje a la agrupación juvenil fundada por Máximo: en tiempos de creciente desocupación, se ha convertido en la principal agencia de empleos del país.

Junto a ellos estará el retrato de Pajarito Maduro, que llegó a la cumbre del Mercosur, en Paraná, con 300 guardaespaldas. No se sabe si Pajarito está muy amenazado o tiene mucha espalda, pero, en cualquier caso, Paraná, Entre Ríos y todo el Nordeste argentino agradecen la llegada de ese extraordinario contingente turístico.

Por supuesto, no faltará un Liberatutti Zaffaroni sonriente, no tanto porque esté a punto de dejar la Corte Suprema, sino porque pudo reencontrarse con su amigo Sonrisita Boudou. Un representante del más alto tribunal del país abrazado al vicepresidente más acusado de la historia argentina. Cómo va a disfrutar esa instantánea la abogada más exitosa.

Pensé en poner también a Boden Kicillof, pero me retraje después de oír que la señora le asestaba un "vení, chiquito" en una cadena nacional. Algo me dice que Boden está en penitencia. No se la agarren con Cristina: ella prometió que no iba a devaluar el peso, no al ministro.

Otra foto que retiré a último momento es la del Papa. Su maldita mediación entre Estados Unidos y Cuba nos dejó sin el capítulo final de la Guerra Fría. Necesitamos un ogro imperialista y no un Tío Sam magnánimo y componedor. Para peor, Francisco no nos avisó nada. Lo único que falta es que ahora le den el Nobel de la Paz. En ese caso, le mandamos a Esteche y su banda de enmascarados. Que aprenda.

¿La foto que coronará el arbolito de la Presidenta? ¿Lavandina Báez? ¿Casino López? Nada de eso. Cristina con Florencia y Máximo. Una tierna imagen de familia, pero también de consorcio, de junta de accionistas. Feliz Navidad, señora, y un (otro) próspero Año Nuevo.