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Papa Francisco: "El padre Bergoglio me salvó de que la Triple A me capturara"

Lo dijo el sacerdote español José Caravias, que recibió la advertencia junto al húngaro Francisco Jalics, que ya había desligado a su santidad de la dictadura.

El papa Francisco, cuando fue provincial jesuita en la Argentina en 1975, salvó la vida del sacerdote español José Caravias, radicado actualmente en Paraguay, y a otros dos curas, amenazados de muerte en Buenos Aires por el grupo paramilitar "Triple A", reveló el religioso a la AFP.

  

"Cuando el provincial, que era Bergoglio, me dijo: tengo noticias de que la Triple A decretó tu muerte y de (el húngaro Francisco) Jalics, yo consideré que no valía la pena hacerse el héroe", relató Caravias en una entrevista en su lugar de residencia, la parroquia Cristo Rey de Asunción.

  

"A mí ya me habían expulsado de Paraguay en 1972. Conocía la ferocidad de la dictadura. En cambio, Jalics se hizo el valiente y se quedó en Buenos Aires, y casi le cuesta la vida. No quiso irse y lo pasó muy mal. Lo torturaron mucho. Bergoglio lo salvó. Se empeñó en averiguar dónde estaba. Si no lo reclamaba lo mataban. También salvó al argentino Orlando Yorio", continuó.

  

Yorio falleció en el año 2000.

  

"Yo puedo dar testimonio de la advertencia que nos hizo a Jalics y a mí, pero no de Yorio", aclaró Caravias. "Ambos trabajábamos en las villas miseria" de la capital argentina.

  

El religioso relató que ellos tuvieron conocimiento de los tormentos a los que fueron sometidos otros curas. "Por eso digo que Bergoglio a mí me salvó la vida, porque a tiempo me pudo avisar", precisó.

  

"En esos meses anteriores habían matado a varios sacerdotes, uno de ellos, el padre Mauricio Silva. Era un padre barrendero. Era empleado barrendero. Lo mataron torturándolo. La cosa no era broma", dijo.

  

Pero la gran pregunta es por qué lo mataron: "Él era cura barrendero, porque era un testimonio. Ni supimos donde estaba. Eran capaces de cometer brutalidades sin ninguna explicación. Estando en la calle Corrientes, un coche se lo llevó. No pudimos encontrar dónde estaba. Yo era muy amigo de él. Compartíamos mucho de noche. Cuando terminábamos nuestro trabajo nos reuníamos en su casa. A los varios meses lo soltaron en las puertas de un hospital, moribundo, flaco. Y ahí murió. Fue muy torturado", señaló el sacerdote.

  

Caravias recordó que estando en casa de sus familiares en Málaga (España) recibió la encomienda de trasladarse a Ecuador, adonde el jefe provincial de Roma lo envió para trabajar con indígenas. "En Ecuador estuve 14 años".

  

En Paraguay, Caravias trabajaba para organizar a los campesinos en cooperativas. "Un día me alzaron en una camioneta de la policía y me arrojaron en Clorinda (Argentina). No olvida la fecha. "Fue el 5 de mayo de 1972", dijo.

  

"De ahí fue a trabajar con obrajeros de la provincia del Chaco argentino. Formamos un sindicato de hacheros, gente muy explotada, muy maltratada. De allí ya fui corrido con amenazas de muerte y fui a parar a Buenos Aires", precisó.

  

Dijo que él podía dar testimonio de lo que hizo el entonces padre Bergoglio, al tiempo de calificar de "calumnia terrible" la versión de que supuestamente el ex provincial entregó a sus compañeros.

  

"Gracias a Bergoglio estoy con vida y hoy estoy aquí hablando con usted", manifestó Caravias con convicción.

  

El sacerdote jesuita, autor de unos 40 libros y ensayos vinculados al área social, se confesó socialista y atribuyó las "calumnias" contra el Papa al "gran capitalismo internacional".

  

"Lo quieren ensuciar. Es muy peligroso para ellos que un Papa denuncie la pobreza mundial", enfatizó.

  

Sostuvo que el "capitalismo" habrá considerado como una afrenta el hecho de que el Pontífice haya adoptado el nombre de Francisco, en honor a San Francisco de Asis, "el rico que prefirió vivir como pobre".