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Pacto con el submundo

* Por Carlos Pagni. En su desesperación por atrapar al dólar, Guillermo Moreno ha encerrado a Cristina Kirchner en un laberinto económico y jurídico.

Decidió intervenir en el mercado paralelo para fijarle un precio: pretende que, a más tardar pasado mañana, el blue se venda a 5 pesos. La pobre excusa con la que el Gobierno venía justificando sus regulaciones cambiarias, es decir, el combate contra el dinero negro, terminó de desmoronarse.

Moreno encontró un vocero en el logorreico Aníbal Fernández. El senador, que mal o bien es abogado, informó que "ha habido una discusión con las casas de cambio y el lunes -por hoy- el dólar estaría abriendo a no más de 5,10 pesos". Se refería a las operaciones irregulares, claro. La cotización oficial es de 4,49 pesos.

Veinte días atrás, el propio Fernández había justificado los controles en que, "por una decisión de la Presidente, la AFIP ha sido muy clara en que para comprar dólares hay que demostrar la licitud de los fondos". Anteayer no sólo avisó a los ahorristas que podrán operar con plata negra; también les garantizó un precio mucho más barato. ¿Qué opinará Ricardo Echegaray, el titular de la AFIP, de esta estrategia?

La sinceridad brutal de Fernández sembró de inquietud las casas de cambio: allí nadie admite la capacidad de controlar el mercado negro que les atribuyó el senador. Hubo urgencia en aclararlo porque el viernes pasado, a las tres de la tarde, Moreno estuvo reunido con directivos de la asociación de cambistas. "Estuvimos, sí, pero jamás se habló del «blue»", juran esos empresarios. Seguro.

A Moreno las sutilezas penales lo tienen sin cuidado. Se comunicó con operadores de cambios y banqueros para indicarles que el dólar paralelo debe costar a partir del miércoles 5 pesos. Como siempre, Alfredo Piano fue el principal destinatario del mensaje. "Con el viejo me entiendo, porque está en el mostrador, a diferencia del hijo [Arturo], que se la pasa mirando estadísticas", gruñe el secretario. También confesó algo inquietante: "Voy a operar en el paralelo para que baje". ¿El Estado pasará a la clandestinidad? ¿O habrá amigos evasores dispuestos a perder plata?

A última hora del viernes, el ministro de Turismo, Enrique Meyer, transmitió a las agencias de viajes la nueva paridad ilegal del dólar. "Tenemos que trabajar con Wal-Mart y con La Salada", se justifica Moreno. El absurdo de esa analogía conduce al secretario al precio de 5 pesos por dólar. El piensa el mercado marginal como un caso de evasión impositiva. "Cuando se trafica cualquier cosa en negro, el que vende se queda con la mitad del IVA. Por lo tanto, ustedes súmenle al oficial un 10% y eso les da alrededor de 5 mangos, que es como lo quiero para el miércoles", explicó a los operadores.

Confusión

¿Moreno no sabrá que en La Salada las cosas cuestan menos que en Wal-Mart? Con el dólar sucede lo contrario. La confusión revela que el funcionario no comprende el problema que pretende resolver: el "blue" refleja, entre otras cosas, las expectativas de inflación y, por lo tanto, de devaluación. Si no hubiera inflación, tener dólares o pesos sería indiferente. Pero Moreno niega ese fenómeno: "La inflación es una boludez. La tapa de asado subió 10% en los últimos dos años. Esa es la inflación", insiste. Abrazado a esa ficción, el modelo nacional y popular va dejando al país, y sobre todo a los más pobres, sin moneda.

Además de poner a prueba la juridicidad, el kirchnerismo reincide en el error que ya pagó en la microeconomía de las carnes o la energía: pretende administrar al mismo tiempo precios y cantidades. Moreno supone que hoy muchos ahorristas ofrecerán sus dólares por alrededor de 4,90 pesos, que es la única posibilidad de que algún cambista lo venda a 5. Con la misma lógica desabasteció el mercado de la yerba, la otra pasión verde que Moreno pretende controlar.

El fracaso cambiario de Moreno tiene una secuencia. La compra de dólares para atesoramiento, que había sido de 3600 millones en octubre, cedió bastante en el primer trimestre: unos 700 millones por mes. Pero en abril la fuga llegó a 1200 millones. Cristina Kirchner se enfureció con Moreno y Echegaray, a quienes responsabiliza por el valor del dólar.

Moreno reforzó el torniquete con nuevas restricciones, con el efecto conocido. El blue trepó hasta 6,20 pesos, pero las operaciones se redujeron en un 80% porque nadie convalidaba ese precio. Hasta que se estabilizó en 5,90.

El Gobierno no consiguió bloquear ese mercado. Sólo en la ciudad de Buenos Aires hay alrededor de 8000 "cuevas". Aun así, el secretario de Comercio cree que los grandes movimientos se provocan en los bancos. "Brito está detrás de todo", repite. El dueño del Macro lo sigue obsesionando. Después de mandarle perros, Moreno se resignó a pactar con el submundo. Pretende una paridad de 5 pesos. ¿Alguien querrá ofrecer un dólar por esa suma? Los expertos suponen que se repetirá lo que sucedió con algunos cortes de carne o ciertas hortalizas: habrá locales en los que se ofrecerá a 5 pesos a primera hora, sólo para no irritar al secretario. ¿Qué cantidades se venderán? Contesta un cambista: "¿250?, ¿300 dólares? Salvo que Aníbal rife a 4,90 los 24.000 que tiene ahorrados".

El blue

Otra dificultad para llevar la cotización a 5 pesos es que las compraventas arbitradas a través de bonos -conocidas como "contado con liquidación"- se pactan a 6,40 pesos. El blue se mira en esa referencia.

Es la razón por la cual Moreno está rumiando alguna regulación para ese mercado, que mueve grandes sumas en blanco. Hasta ahora el que paga con pesos un título para liquidarlo afuera en dólares debe depositar ese papel durante tres días en la Caja de Valores. ¿Y si ese lapso se llevara a tres meses? Sería inviable la venta del bono en el exterior.

Para regocijo de De Vido, Giorgi o Lorenzino, Moreno está en problemas. Su estrategia de control del dólar no sólo ha creado un problema de precios. También enloqueció la vida cotidiana. Echegaray escuchó la semana pasada a Gabriela Ciganotto, directora del Banco Nación, explicar las dificultades para girar dinero a su hija, que estudia fuera del país. Diego Bossio, de la Anses, debe transferir todos los meses 20.000 jubilaciones al exterior. Y Héctor Timerman ya no sabe qué hacer con los diplomáticos radicados en el extranjero.

El mercado se ha llenado de anécdotas. A Enrique Eskenazi, por ejemplo, le negaron la compra de un puñado de dólares. El experto en mercados regulados creyó ver una represalia del Gobierno por su malhadado paso por YPF. Pero Jorge Brito comentó, en una reunión de Adeba, que su hijo quiso comprar mil dólares para cruzar en moto de Salta a Bolivia, pero apareció en la AFIP como insolvente. Un colega agregó: "A mí me pasó lo mismo, con 900 reales que necesitaba para viajar a Brasil". Cristóbal López, en cambio, recurrió a Cristina Kirchner: "No consigo dólares para pagar los medios de Hadad". "Arreglate -contestó ella-, estas medidas llegaron para quedarse." Cuando a Echegaray le preguntan cómo se compone el sofisticado algoritmo que determina la capacidad para adquirir divisas, él sonríe. Todos saben que no existe.

A estas extravagancias se agrega otra irregularidad: la verdadera responsable del mercado de cambios está más lejos del tema: Mercedes Marcó del Pont. El artículo 5º de la ley penal cambiaria establece que "el Banco Central tendrá a su cargo la fiscalización de las personas físicas y jurídicas que operen en cambios".

Hasta ahora Marcó se ha limitado a recibir instrucciones de Moreno, a través del jefe de operaciones del Central Juan Basco, y a informar a la Presidente sobre quiénes compran dólares. Pero Marcos Moiseeff, gerente de legales del banco, ya le advirtió que deberá responder a los recursos de amparo que los ahorristas presentan cada vez más a menudo. Echegaray ya se defendió usando ese argumento.

A Marcó se le ha borrado la sonrisa. Sobre todo después de escuchar a su jefe de regulaciones, Jorge Rodríguez, decir que "al final de todos los controles habrá un fracaso".

Es probable que, ante ese fracaso, Marcó cambie de jefe. En otras palabras, que la Presidente reemplace la estrategia de Moreno por la de Axel Kicillof: establecer un sistema de cambio múltiple, con distintas paridades según el destino de las divisas. Aun los detractores del desdoblamiento admiten que esta receta es mejor que la de Moreno. Por lo menos se evitarían los rumores que intoxican el mercado: pesificación total, irrupción en las cajas de seguridad, etc. En un signo de progreso, la Argentina imitaría a Venezuela, donde una Comisión de Administración de Divisas (Cadivi) y el Banco Central fijan normas explícitas y estables. Sería un avance, ya que para la economía hay algo mucho peor que el exceso regulatorio: la incertidumbre.