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Olivicultura, un estudio necesario

Se trata de un tema de gran importancia, para todos los sectores agroindustriales, ya que no es fácil encontrar información confiable sobre costos de producción. El trabajo conjunto intenta conocer en profundidad las condiciones de la actividad.

Se estudiará la participación en el contexto provincial, la oferta y demanda, poder del mercado, estructura de la cadena de valor y estrategias comerciales.

La olivicultura y las industrias derivadas constituyen una actividad económica tradicional de nuestra provincia que, a lo largo de su historia, ha pasado por etapas de auge y de graves crisis.

El cultivo del olivo se conoce desde la época colonial, pero fue luego de la llegada del ferrocarril a Mendoza cuando toma impulso, junto la vitivinicultura. A comienzos de la década del 30  una ley nacional de promoción le dio un impulso especial, cuando la vitivinicultura se encontraba sumida en una profunda crisis. Pero en la década 60-70, tanto por efecto de una aviesa campaña de descrédito del aceite de oliva, como problemas de rentabilidad frente a la viticultura en pleno auge, se erradicaron varios miles de hectáreas de olivo y el sector decayó en importancia.

En las últimas dos décadas, el régimen de promoción económica en las provincias de San Juan, La Rioja y Catamarca dio un gran impulso a nuevas plantaciones, con nuevos métodos culturales. Esta última provincia ha pasado a ser la que tiene la mayor superficie cultivada. También en algunos departamentos de nuestra provincia, con ciertos beneficios impositivos y crediticios, se están desarrollando nuevas plantaciones.

Algunas características de la olivicultura hacen de ella  una actividad sometida a fuertes oscilaciones de un año a otro. Se trata de una planta de las denominadas veceras, que un año producen mucho y otros poco o nada; además es una planta que requiere varios años para entrar en plena producción, por tanto son inversiones de lento recupero.

Sabido es que el fruto, la aceituna, tiene dos destinos posibles: su preparación en conserva para consumo y la elaboración de aceite, siendo algunas variedades más aptas para uno u otro propósito. En nuestra provincia aproximadamente dos tercios de la aceituna se destina a elaboración de aceite y un tercio a conserva. Se trata también, como otros sectores agroindustriales, de un sector heterogéneo en el que el tamaño y características de las empresas, agrícolas e industriales, difieren notablemente en tamaño, tecnología, rendimientos y eficiencia económica.

Otro aspecto importante de la olivicultura es el destino de los productos. Tanto para la aceituna en conserva como para el aceite, el principal mercado es el externo. Para la aceituna, Brasil es principal comprador. El aceite tiene otros compradores pero en este caso la participación el mercado internacional es relativamente pequeña y está sometida a la competencia de los países europeos, beneficiados por fuertes subsidios. Dada las importantes inversiones realizadas, contar con un buen análisis económico y técnico es indispensable para diseñar políticas futuras.

Ahora bien llama la atención que, según información existente, la provincia de San Juan ha terminado un estudio de características similares, elaborado por la Agencia San Juan de Desarrollo e Inversión, financiado por el BID, quien también aportará fondos para el desarrollo del sector. Siendo la olivicultura una actividad localizada básicamente en las cuatro provincias andinas resulta poco comprensible cómo no se ha encarado un estudio conjunto, similar al que se hizo para vitivinicultura.

Sea como fuere, la iniciativa comentada es valiosa y es de esperar que, a partir de estos estudios, los gobiernos provinciales coordinen sus políticas.