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No será lo mismo que tener una ley

*Por Rubén Rabanal. La puja entre el kirchnerismo y la oposición que bloqueó el debate del proyecto de Presupuesto 2011 en Diputados, continuó ayer en el Boletín Oficial. Una primera lectura de los decretos que prorrogaron el Presupuesto 2010 y lo modificaron a gusto de la Casa Rosada mostraría una victoria de Cristina de Kirchner.

El Gobierno dejó en claro en noviembre que no tenía intenciones de ceder a ninguna exigencia de la oposición para aprobar el Presupuesto. El articulado que se ajusta la ley de 2010 a 2011 lo demuestra: la Presidente fue más allá y se hizo un Presupuesto a medida por decreto, sin las limitaciones molestas que podían aparecer en los recintos.

Pero el triunfo de Cristina de Kirchner tiene sus bemoles. Por lo pronto demuestra una debilidad inobjetable: no pudo aprobar la Ley de Presupuesto en el Congreso por falta de número o acuerdo con el resto de los bloques.

Y tener la ley no es lo mismo que tener un decreto. De alguna forma el gobierno deslegitima la herramienta del Presupuesto nacional al no contar con la ratificación parlamentaria. ¿Es lo mismo otorgar avales a empresas o entes por decreto para que éstos tramiten financiamiento que hacerlo por ley? Claramente la naturaleza jurídica no es la misma y menos cuando sobre esos avales algún privado debe otorgar el financiamiento.

Parece, seguramente, una buena noticia para abogados, contadores, empresas y aseguradoras, por ejemplo, que deben garantizar operaciones como las construcciones de las represas Cóndor Cliff y Barrancosa, los planes para construir Atucha III (muy avanzados entre Julio De Vido e inversores extranjeros) y prolongar la vida de la central de Embalse por los que se le dieron u$s 4.000 millones en avales a Nucleoeléctrica o los otorgados al Banco Nación para financiar la compra de aviones para Aerolíneas Argentinas.

Cristina de Kirchner avanzó con la reconducción del Presupuesto 2010 por decreto apelando a una necesidad, no una fortaleza. Esto significa que un gobierno en condiciones normales tiene ley de presupuesto y no reparte fondos por decreto, menos si se trata de autorizaciones para emitir deuda o fijar el gasto total, prerrogativas exclusivas de cualquier Parlamento en el mundo.

Pero en esto la necesidad la obligó a meterse en un camino que pavimentó Domingo Cavallo en 1992. El fue el arquitecto de la Ley de Administración Financiera votada este año y que prevé en su artículo 27 el procedimiento para gobernar sin Ley de Presupuesto. A esa vía, obviamente, el kirchnerismo le sumó su propio estilo, incorporando en el decreto, por ejemplo, el uso de reservas del Central para pagar deuda, algo imposible durante la Convertibilidad. Pero curiosamente, el pago de deuda sí figuró en primer lugar en todos los años del Gobierno de Carlos Menem a la hora de fijar la prioridad del gasto.