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No es en contra de los dioses

Por Fernando Savater* Ultimamente abundan en el pensamiento anglosajón los adalides de la crítica inmisericorde de las religiones : Daniel Dennett, Richard Dawkins, Sam Harris, Christopher Hitchens ... A ellos acaba de unirse ahora A. C. Grayling, un meritorio divulgador inglés de temas filosóficos del que Ariel había publicado ya El poder de las ideas y del que aparece en la misma casa Contra todos los dioses.

En realidad, Grayling, como algunos de sus predecesores, no se enfrenta propiamente con los dioses -que nunca se ponen a nuestro alcance ni para bien ni para mal, como ya enseñó Epicuro-, ni siquiera con el problema de fondo de la religión, sino con ciertos abusos dogmáticos que por instigación clerical entorpecen el funcionamiento laico de nuestras democracias en campos tan sensibles como la educación, la libertad de expresión, las leyes civiles , etcétera. En una palabra, l as atacadas realmente son las iglesias y su pretensión atávica de condicionar todavía la vida cotidiana de ciudadanos que no pertenecen a su feligresía.

Grayling refuta la pretensión de las religiones de merecer un respeto especial en el debate teórico. El respeto a aquellos rasgos no elegidos (edad, color de piel, minusvalías, etcétera) es exigible democráticamente como reconocimiento de la dignidad de cada cual. Pero en cuanto a opciones personales o ideológicas, hay que resignarse a la crítica y a las bromas, de mejor o peor gusto.

También rehúsa Grayling el calificativo de "ateo" , por ser un término que pertenece al lenguaje religioso. Si a nadie se le define como "nomarcianista" si no cree en los marcianos o "antiduendista" si rechaza la existencia de duendes, ¿por qué el no creer en el Dios de las grandes iglesias debe convertirse en calificativo para describir intelectualmente a una persona? Sin mencionar además que los creyentes -del Papa para abajo- rechazan a muchísimos dioses (Zeus, Quetzalcoatl, Manitú ... para aceptar al suyo). Todo el mundo es ateo de la mayoría de los dioses y el ateo propiamente dicho sólo lleva un dios rechazado de ventaja sobre los demás.