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Niñas esclavizadas en Lanús: habló otra joven fue raptada por la pareja umbanda

La chica de 19 años contó que a las nenas las esclavizaban y hasta las obligaban a tomar la mamadera con whisky.

El caso de las tres nenas de entre 4 y 13 años que habían sido víctimas de maltratos y abusos por parte de una pareja umbanda estremeció a todos. Ahora, salió a la luz un nuevo testimonio de una joven de 19 años que aseguró haber vivido en ese mismo hogar y vio cómo las sometían a las niñas.

La chica relató que llegó a la casa de los umbanda, ubicada en un barrio muy humilde de Monte Chingolo, porque se había peleado con su novio, "Vivía enfrente de los imputados y un día la mai percibió su situación. La chica le contó y la mai la invitó a participar de algunos rituales con la excusa de que iba a hacerle unos 'trabajos ' para que se amigara con su cuerpo", relató una fuente de la investigación a Clarin.

Al principio eran visitas esporádicas pero después se quedaba a dormir y, finalmente, la captaron y la llevaron a vivir con ellos, con la excusa de que de esa manera los "trabajos" serían mucho más intensos. Si bien aseguró que no sufrió los mismos abusos que las nenas que escaparon de la casa esta semana, indicó que padeció el encierro, que fue golpeada y no podía escapar de los ritos.

La mantuvieron cautiva durante 72 horas. Durante ese tiempo vio a las pequeñas en el lugar. Según su relato, a la más chiquita le daban la mamadera con whisky todos los días y la hacían caminar mientras la bebía hasta que caía dormida. Una noche la ayudó a la nena para que no se ahogara dormida con su propio vómito.

También contó que casi no les daban de comer y que a la más chica le dieron comida para perros, en un plato para animales y en el suelo. A las tres las hacía dormir en el suelo. Les pegaban puñetazos y patadas, golpes con palos con pinches, las quemaban con tenedores calentados en aceite hirviendo y hasta les apagaban velas en la lengua. Siempre con la excusa de que eran "trabajos".

Nunca vio que las hayan abusado sexualmente, pero aseguró que las dejaban desnudas en el patio y las mojaban con agua helada. Ante su horror, la mai la obligó a quedarse y a callarse.

Al igual que las pequeñas, ella pudo escapar saltando una pared en una madrugada de febrero, mientras sus captores dormían. Desapareció del barrio y se mudó a Quilmes. Sin embargo, su madre se quedó viviendo frente a la casa y, según cuenta ella, la mai la empezó a hostigar porque, supuestamente, su hija le quedó debiendo $1500.