DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Ni budín de cocaína ni especias de marihuana - La comida veneno legal de que la que no se habla

Todos los días nos ofrecen recetas legales con ingredientes que están haciendo calamidades en la salud de la población.

En uno de los tantos programas de entretenimientos vespertinos, un experto en cócteles ofrece la receta de un refresco sin alcohol para que consuman los jóvenes en estos días calurosos.

El (aparentemente) inofensivo traguito lleva lo de siempre, ralladuras de cáscaras de frutas, saborizantes varios, agua... y dos kilos y medio de azúcar hervidas.

Todos lo dejan pasar como si fuera normal pues todos los elementos para preparar el trago son normales y legales.

Sólo un detalle. En la Argentina hay una casi pandemia de diabéticos (dos millones y medio registrados, y un número incalculable de personas que jamás se midieron los niveles de azúcar en sangre). 

Generacionalmente es una de las enfermedades que más creció en el último medio siglo. Como no hay campañas oficiales de prevención, los jóvenes y aún muchos de sus padres no saben que están consumiendo un veneno a la larga destructor como pocos del organismo: el azúcar.

Entonces promocionar tragos con enormidades dosis de azúcar a nadie la llama la atención.

Algo similar ocurre con la promoción de la comida llamada basura o chatarra.

Es legal, no tiene cocaína ni marihuana en sus recetas, pero a la larga termina diezmando la salud de millones de argentinos.

Estados Unidos fue el país precursor del consumo de toda la basura comida desde hace más de medio siglo y hoy paga las consecuencias de ese despropósito alimentario. Es la sociedad con más obesos, mal alimentados y las consecuencias de esos alimentos depredadores les cuesta al Estado decenas de miles de millones de dólares anuales. Junto a eso una población con altísimos riesgos de enfermedades cardiovasculares y todas las que derivan de una nutrición rica en venenos legales.

Claro, a nadie se le puede ocurrir vetar el consumo de azúcar, ni de sal, ni de grasas vacunas ni de todas las sustancias que son Terminators para el organismo. Pero después de ver las consecuencias de lo ocurrido en el país del Norte, donde ya se han comenzado a tomar medidas de concientización sobre los peligros de la mala alimentación, el panorama en la Argentina no aparece como demasiado halagüeño para las nuevas generaciones si no se toma consciencia mediante campañas de divulgación -principalmente en las escuelas-,  del futuro de pésima calidad de vida que acarrea el consumo de alimentos que deterioran mal el organismo.

Argentina no se puede permitir el lujo de los Estados Unidos de perder fortunas -miles de millones de dólares al año-, que es la consecuencia directa de padecimientos como son los consumos desproporcionados de azúcar y otros alimentos fatales.

Y eso que no hablamos sobre el poder cancerígeno de fertilizantes y pesticidas que parecen haber sido diseñados para enfermar a mediano plazo a millones de personas.

Por esa ignorancia social es que nos llama la atención que un budín inofensivo diga en su receta "12 gramos de cocaína", pero nos parece normal que un cóctel se prepare con 2 kilos y medios de azúcar.

La escritora argentina Soledad Barruti escribió un libro ilustrativo y de muy sencilla lectura, llamado "Mal Comidos".

Debería ser de lectura obligatoria en las escuelas, o quizás en campamentos de faquires. Pues la sensación que te produce la investigación de Barruti es que la salud alimentaria de los argentinos es ninguneada mal por los gobernantes de turno.

Y que la Argentina -sus nuevas generaciones- no la pasarán bien si se sigue a merced de la ignorancia y la desidia de las autoridades supuestamente a cargo de ilustrar sobre los buenos y malos hábitos de lo que nos alimentamos a diario.

Niños diabéticos por herencia de generaciones que no sabían de los malos hábitos hay más de los que se cree. Pero ahora que se conoce lo bueno y lo malo de la alimentación, que las campañas electrónicas y educativas pueden ayudar como nunca, pero una vez más los gobernantes siguen estando en otra y el futuro de chicos que serán casi discapacitados para toda la vida (aún la obesidad infantil apareja riesgos graves) no figura en la agenda de nadie.

Esto no se arregla erradicando de los colegios los kiosquitos que venden alfajores y palitos salados.