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Naturalmente indignados

Un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo denuncia el error y la inequidad de los programas en curso para superar la crisis económica global.

Desde hace algunos años, los grandes medios mundiales dedican sesudos análisis sobre el incierto futuro de la llamada "generación Ni"; es decir, los adolescentes y jóvenes entre 15 y 24 años de edad que ni estudian ni trabajan. En un primer momento, se la consideró un efecto pernicioso del rechazo de un sistema de vida que los condenaba al tedio y la marginación, pero quedó demostrado que son víctimas del profundo cambio en las estructuras económicas y sociales de la globalización.

Ni las altas tasas anuales de crecimiento de Brasil, Rusia, India y China (Bric), a los que comienza a incorporarse Sudáfrica, pueden compensar los datos cada vez más aciagos.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) difundió su informe sobre el mercado laboral mundial. Sus conclusiones son preocupantes. "La calidad de vida entre los países desarrollados retrocede y aumenta la tensión social, ya que, al mismo tiempo que las condiciones empeoran, los bancos siguen ganando más dinero y las empresas no destinan sus beneficios a inversión".

Es un diagnóstico que replantea la necesidad de revisar todos los programas de salvataje en curso, porque ponen énfasis en la recuperación del sistema bancario y financiero, cuando en realidad fue su irresponsable operatoria la que arrojó al mundo al descalabro actual.

"Los esfuerzos por reducir la deuda pública y el déficit –advierte la OIT– con frecuencia se han enfocado de manera desproporcionada en el mercado laboral y en las medidas sociales. Un aumento del gasto en políticas reactivas del mercado laboral de sólo 0,5 por ciento del producto interno bruto (PIB) podría incrementar el empleo entre 0,4 y 0,8 por ciento, dependiendo del país".

Compárese esa discreta inversión con los billones de millones de euros y dólares que se bombean a bancos y financieras, con el único resultado de que sus ejecutivos, en alarde de insensibilidad, mantienen los irritantes niveles de sus bonus . Mientras tanto, los aspirantes a sanadores de la economía mundial siguen sosteniendo que es inevitable revisar los salarios y jubilaciones, falacia que el informe refuta con rigor. "El adagio según el cual la moderación de salarios lleva a la creación de empleos es un mito".

Entre 2000 y 2008, se agudizó el desequilibrio entre la proporción del ingreso nacional acumulado por los factores trabajo y capital. "Así, mientras que la parte de los salarios disminuyó en ese lapso en 3,8 puntos porcentuales, la parte del capital aumentó en 0,2 puntos porcentuales".

Gran parte del aumento de la renta empresarial se debió al crecimiento desproporcionado de los beneficios del sector financiero. Una política inteligente debería hacer lo contrario: "adoptar una estrategia de recuperación integral basada en los ingresos". La indignación de una generación entera "Ni" ya debería decir algo a la tecnoburocracia.