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Mujeres aturdidas: "Hola Wargon"

Es mi amiga Marcela. Me encantan sus llamados. A diferencia de otras amigas que cocinan mi oreja con pegajosos historias de amores chorreantes de almíbares, Marcela siempre tiene historias bellas para contar.

Por Cristina Wargon

@CWargon

Se dedica a la antropología y continuamente está de viaje a países extraños que me deslumbran. Tiene mucha gracia, y el buen gusto adicional de no hablar de su vida íntima. Sólo se sabe de ella que está casada con Rolly, quien se dedica a la filosofía en Buenos Aires. Yo pensaba que con tanto viaje su matrimonio estaría muy bien (nunca se ha visto mejor combinación para mantener bien un matrimonio)

-No sabía con quien hablar y se me ocurrió que, en una de esas, vos me podés dar una mano

¡Sonamos! Su voz no presagiaba nada bueno, pero como conozco tan poco su intimidad, primero pensé en una enfermedad.

-Me enamoré– dijo Marcela. Era una enfermedad, no más, nadie habla a nadie para contar que está enamorada de su marido.

-¿Y cómo es él?- pregunté, adentrándome en el bolero.

-Es ingeniero agrónomo, de mi edad y casado, con tres hijos y vive en Chañar Ladeado.

-¡Ay!, contesté. (La más pobre de las reflexiones posibles). Pero me repuse

-¿Cuál de todos es el problema más grande?

-Que sea ingeniero agrónomo no me importa tanto -aclaró mi amiga que en realidad desconsidera esa profesión sólo porque no se parece a la de ella- que sea casado tampoco, yo también lo soy, pero lo de Chañar Ladeado me mata. Si viviera en Angola todo sería más fácil.

Por un momento temí que Marcela se hubiese dado a las drogas pesadas

-Marce, no me imagino nada más atravesado que un amor en Angola, objeté.

-Es que no conocés Chañar Ladeado. Allí se hace la fiesta Nacional del Chancho! Yo nunca fui, pero el dato me basta. Además lo conozco a él. Es el ingeniero del pueblo, el lugar es chiquito, todo el mundo lo conoce y no tiene cómo justificar sus viajes a Buenos Aires, y es imposible que yo vaya con cierto anonimato. Ni siquiera sé si hay un hotel.

-¿Y cómo se conocieron?, ¿cómo te llegaste a enamorar de un señor que organiza la Fiesta Nacional del Chancho? (Oh, Dios mío ¡Marcela me había arrastrado a sus prejuicios! ¿Que tendrán de malo los chanchos de fiesta?)

- Nooooooooo- exclamó Marcela irritada, él no organiza nada, él sólo vive ahí...

Nos estábamos yendo por las ramas. El tema de los chanchos era improcedente

-¿Y si él no puede salir, ni vos entrar, cómo lo conociste?

-En un Congreso multidisciplinario en Buenos Aires, hace más de un año. Al comienzo nos empezamos a escribir de a poquito, nada importante, pero después me di cuenta que era una de las personas más buenas, más constantes, más sensibles y más fieles que hubiese conocido.

-¡Pará Marce! Hay que estar muy enamorada para pensar que un señor es fiel, justo cuando le está metiendo los cuernos a la otra con vos.

-¡No entendés!

- No entiendo y me faltan datos. Nadie llega a tu estado sólo por algunos meses de chat.

Marce carraspeó, aún por teléfono se la notaba turbada. Es que, coincidimos después en Buenos Aires: yo me volví de Nicaragua, cuando él vino para hacerse tratar un menisco... Escuché un suspiro cuasi obsceno. -No me puedo olvidar de esa tarde. Ahí supe que no podía vivir sin él y él sin mí (¡Ay muchacha!, he aquí el camino mas corto para irse al carajo: las mujeres podemos vivir hasta sin una teta, pero mas peligroso aun es suponer que

"él" no puede vivir sin vos)

-¿Y qué van hacer? ¿Se piensan separar y juntarse?

-¡Jamás me separaría de Rolly que es un pan de Dios! (pobre Rolly, estaba frito, nada peor se puede decir de un hombre). Él tampoco de su mujer. Pero al menos quiero verlo, y él no puede. Me desespera ¿vos que pensás?

Jamás le diría lo que pensaba porque, pienso en broma y soy altamente insensible a los dilemas de amor. Además la notaba sufriendo. Tomé el atajo de la seriedad, que quizás fue peor...

-Hay algo que nunca podemos imaginar de un varón: el orden, la estabilidad y el magro servicio sexual que presta una esposa, suele ser más fuerte que el mayor de los amores. Vos, un poco aturdida como estás (no le quise decir idiota) quizás no lo pudiste detectar. Es posible que el señor busque una modesta sucursal de su dicha y vos te armaste una de Romeo y Julieta. Un tipo verdaderamente enamorado se quiebra todos los meniscos del cuerpo para venir a verte. Pero nunca los he visto en la vida real. Francamente, tenías razón, mas lógico sería tener un amante en Angola. Igual no lo verías, como a este, pero al menos no te hablaría del chancho. Me cortó. ¡Ufa! No sé para qué me llaman.