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"Me prometí vivir una vida creativa y libre"

* Por Vicky Guazzone di Passalacqua. Era empresaria, compró una chacra en Uruguay y se dedica al arte y la gastronomia. Almas gemelas y Tinelli, una profecía cumplida.

Enorme e imborrable, la sonrisa de Patricia Gil Villalobos es su mejor y más fiel carta de presentación. Sonríe mientras ofrece café, mientras atiende el celular e incluso mientras contesta preguntas que la llevan a momentos menos felices de su vida. A esta altura, se comprende que lo suyo no es un gesto sino una actitud, que extendió a cada faceta de su vida. Por caso, a su arte "feliz y espontáneo", repleto de colores, corazones, mujeres felices y hasta de mandalas y frases positivas, que expuso en Dain Usina Cultural, en Palermo, en el marco de la exposición "Mujeres que inspiran". Patricia tiene un restaurante y casa de té en Barrio Norte, pero vive con su familia en una chacra en José Ignacio, Uruguay, convertida en atelier, hospedaje, restaurante orgánico y centro de actividades creativas.

Noticias: ¿Cómo describiría lo que hace?

Patricia Gil Villalobos: Lo mío se relaciona con el arte dhármico, que no se aprende, sino que se descubre. Ni siquiera se enseña, se propicia el lugar para que suceda. Es como estar en meditación y en comunicación con todo. Busco contagiar algo de mi alegría a través de la obra. Aunque, más allá de todo, me hace bien a mí. Es mi terapia, mi conexión a tierra.

Noticias: ¿Es autodidacta?

Gil Villalobos: Sí, totalmente. Empecé a experimentar. Mis amigas me recordaron que cuando era chica solía pintarles las agendas con collages enormes. Después no pinté hasta el 2000, era empresaria y toda mi creatividad iba a mis negocios.

Cuando terminó el colegio, con 18 años, decidió poner una agencia de modelaje para chicos. "Apenas empezó a funcionar me anoté en la carrera de Marketing y Publicidad, y estudiaba a la par que trabajaba", relata. Luego creó una empresa de promociones a la que llamó con su nombre y luego bautizó "No Limits". Era 1994, y entre sus clientes se anotaban Arcor, Unilever y Disney. Su agencia llevaba 14 años en el mercado y tenía 40 empleados a su cargo, cuando decidió que no era esa la vida que quería.

Noticias: ¿Cómo fue el quiebre?

Gil Villalobos: Estaba de novia con un chico que vivía en California, y viajaba a verlo cada 15 días. En esas idas y vueltas frecuentes tenía bastante tiempo para pensar, y comencé a ver mi vida desde otra perspectiva, como desde lejos. Una tarde llamé a Rocío, una de mis hermanas, y le pedí que me enseñara a pintar. Lo primero que pinté fueron cuatro puertas enormes del garaje de la casa de mi novio, en el barrio La Jolla, con casas alucinantes que miraban al mar. Al día siguiente, en todos los diarios había fotos de las puertas. Estaban alucinados.

Noticias: ¿Y entonces?

Gil Villalobos: Me di cuenta de que era lo mío, porque pensé que había pasado una hora pintando y habían sido seis, se me fueron volando. Estaba en un momento de mucha angustia, y sin embargo, toda esa sensación desapareció. Fue increíble. Empecé a conectarme más conmigo, recurrí a una maestra de meditación en California y aprendí a estar en silencio por primera vez en mi vida. Me tomé un año sabático, me fui a India y a Cadaqués, en Cataluña. Pasaba el día escribiendo y dibujando. Hasta que alguien me habló de las lunas naranjas en el cielo de José Ignacio, Uruguay, y me dio ganas de volver.

Noticias: Muy parecido al libro "Comer, rezar, amar".

Gil Villalobos: ¡Sí! (ríe) Excepto que el amor lo encontré en Uruguay...