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Más controles y mayor prudencia en estos días de recambios turísticos

Durante las jornadas que corren en este fin de semana y hasta los próximos días se volverá ostensible un mayor e intenso movimiento vehicular, como lógica derivación del recambio turístico que se inició en la Provincia.

Y que ya se hizo sentir en el tránsito de las rutas que van y vienen de los principales destinos turísticos. De allí que la ocasión resulta más que propicia para reiterar un reclamo: que se imponga la mayor prudencia y el control más estrecho en torno a las exigencias de cumplimiento de las normas de tránsito en todas las jurisdicciones.

Los altos porcentajes de reservas para el mes de febrero, que en la mayoría de las localidades de la Costa Atlántica oscilan o superan el 90 por ciento de las ocupaciones hoteleras e inmobiliarias, dan por cierta la perspectiva de que en las rutas se advierta un tránsito congestionado, con algunos embotellamientos y esperas, en situaciones que, de una u otra forma, volverán más inseguras a las vías camineras.

Como es de suponer, el pedido de mayor prudencia y de más controles está referido, fundamentalmente, a todo lo que constituye el movimiento en las carreteras que conectan las principales ciudades del país con los sitios turísticos por excelencia, muchos de los cuales están situados en territorio bonaerense.

Sobre el particular, y en momentos en que seguramente se producirá el mayor flujo por nuestras carreteras, resulta más que oportuno volver a exponer dos reflexiones. Por un lado, y en relación a los operativos policiales, cabe aguardar que la acción a desplegarse no tenga por finalidad excluyente la represión frente a eventuales infracciones. Es decir, que se otorgue a la tarea a cargo de los agentes de seguridad un auténtico alcance didáctico. Y por otro, hacer votos porque el celo de esos cuerpos no se reduzca a los ciclos de mayor desplazamiento turístico, sino que se extienda también en el resto de los días.

Se contribuirá de esa manera a una forma de brindar a los conductores un permanente aleccionamiento acerca de la necesidad de actuar con sujeción a las reglamentaciones y de acreditar conductas acordes, en el marco de la responsabilidad que supone el cuidado de la vida del grupo que se conduce y de terceros.

Como ya se ha puntualizado en otras oportunidades similares, resultará imperioso que se realicen campañas educativas que tiendan a formar conciencia respecto de los peligros que el tránsito involucra. Pero aquí no termina la cuestión, ya que también existe una importante responsabilidad de parte de las autoridades a cuyo cargo debe estar velar por que se cumplan las normas de tránsito en general.

No cabe duda de que en esta cuestión, como en otras vinculadas con la conducta, existen ingredientes derivados de circunstancias sociales, pero ello no disminuye la responsabilidad de las autoridades en el ejercicio del poder de policía que deriva de su mandato.

La educación vial sigue acusando entre nosotros un déficit que es necesario neutralizar en toda ocasión propicia, como esta en la que la población encara jornadas de tregua y sosiego sin reparar que desaprensiones que son comunes en nuestras rutas, pueden alterar abruptamente esa significación.