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Mansión en la selva

Jan Ronneburger* Los brutales atentados en el sur de Israel tomaron por sorpresa al Estado judío. Hasta hoy todo giraba en torno a cuestiones "normales" como los alquileres altos o los costos del jardín de infantes. Pero todo esto quedó en segundo plano en vistas de los peores atentados en tres años, que dejaron ocho muertos y 31 heridos en el sur del país.

La famosa frase del ministro de Defensa, Ehud Barak, según la cual Israel es "una mansión en la selva", rodeada de vecinos impredecibles y peligrosos, vuelve a escucharse una y otra vez.
Los hasta 18 atacantes actuaron el jueves no sólo con brutalidad sino con gran precisión. Los israelíes que se encontraban en la ruta 12, poco antes del balneario Eilat, en el Mar Rojo, iban a sus vacaciones o regresaban a casa. Para seis de ellos el viaje tuvo un desenlace mortal: los extremistas islámicos infiltrados desde Egipto atacaron los autobuses con ametralladoras, dispararon contra los automóviles con misiles antitanque y volaron por los aires un jeep militar.
"Está claro que Egipto perdió el control sobre el Sinaí", dice el experto en seguridad del Instituto de Lucha contra el Terrorismo de la Universidad de Herzlia, Eli Karmon, a DPA. Este proceso habría comenzado antes de la caída de Hosni Mubarak, pero ahora la situación está directamente fuera de control.

"Los atacantes son 'guerreros de Dios', no están interesados en la solución de los dos Estados, no quieren que haya un Estado judío", dice Karmon. Hamas, en cambio, que gobierna la Franja de Gaza, es más cauta porque quiere lograr reconocimiento internacional. De hecho, la organización palestina está dispuesta a aceptar una solución de dos Estados al conflicto palestino-israelí. "Pero sólo para lograr de forma más efectiva la destrucción de Israel", cree Karmon. Sólo después de las elecciones –en noviembre– se sabrá si, a la larga, la frontera con el Sinaí se volverá tan peligrosa como la de la Franja de Gaza.