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Mamá, yo quiero viagra!

Nunca pude reconocer en mí la tan mentada envidia del pene. Cierto es que más de una vez me quejé por ese dia que, cada veintiocho, nos vuelve impredecibles e inestables.

Pero jamás pensé que carecer de esos centímetros de un colgajo que también es inestable e impredecible pero ¡los treinta días del mes!, me hiciera feliz o incompleta. Esto del Viagra, sin embargo, me ha llevado a envidiar francamente a los varones...

Estos apuntes no intentan ser una reflexión lacrimógena comparando las erecciones masculinas con el orgasmo femenino .Apunto simplemente a comentar una nota que me hizo llorar de envidia. Cuenta que en "un nuevo libro, el prolífico y muy difundido escritor Francisco Umbral narra su experiencia con esta droga".

CARAMBA, VEAMOS

La historia sería tolerable y hasta me llevaría a una tierna compasión por el señor Umbral si él contara que su pirulín no funcionaba y que, a instancias de su señora esposa o sus señoritas amantes, hubiera decidido tomar la pastillita Pero el caso no es así: la revista francesa París Match le propuso escribir sobre los efectos de la pastilla. ¡Alto ahí! Adivino un suculento contrato de por medio y vuelvo mi vista a mi propia historia profesional.
Nunca, bajo ningún concepto, las empresas en las que he trabajado me han pagado algo para que engullera algo.
¿ Les suena excitante, europeo y glamoroso como el Viagra de don Umbral? Empezamos mal.

SEGUIMOS PEOR

París Match no sólo le propuso tomar Viagra, sino que además lo controló con médicos y le proporcionó ¡dos modelos para que probara los resultados con ellas!
Una vez más pienso en mi carrera y encuentro una situación...¿similar? Cierta vez hice una nota sobre los axi boys y para poder conseguir hablar con ellos la editorial me dio como señuelo la plata! Para medio turno!.
De ninguna manera se esperaba que me acostara con ninguno pero en caso de tentarme no tenía fondos para hacerlo. Por suerte, los chicos eran todos medio gays, así que no guardé rencor alguno.
¿Puede compararse esta sórdida experiencia recorriendo los saunas más piojosos de Buenos Aires con esas pulposas señoritas puestas al sólo efecto de que Umbral comprobara con ellas la potencia de su erección farmacológica y después calificara el episodio como "opíparo"?.
¿No es para llorar? ¿No es lógico comenzar a sentir un poco más de envidia?

SI QUERES LLORAR LEÉ

Acá debo remitirme a la textualidad del señor: "pero lo interesante-ya que el placer sexual es efímero- sucedió luego de las relaciones sexuales con los modelos, ya que me quedaron muchas ideas que me permitieron escribir los nueve relatos en los que el protagonista descubre que su pene tiene muchos más poderes que los meramente físicos"... bajo el efecto del Viagra "escribía mejor y más a gusto".
En ese preciso instante me derrumbé: finalmente la envidia del pene me sepultó. Definitivamente quiero tener uno, no para experimentar con señoritas sino para que, como Umbral, tomándome un Viagra de vez en cuando pueda tener poderes metafísicos y se me ocurrran historias maravillosas para escribir "mejor y más a gusto".
¡Tanta vuelta para descubrir que los dichos de mi vieja eran verdad: "Querida, los hombres piensan con el pito".
¿Alguien sabe dónde me pueden hacer un transplante?