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Luis Alfredo Garavito Cubillos "Goofy": el criminal más prolífero de Latinoamérica

La historia del mayor asesino en serie de la historia judicial colombiana y uno de los criminales más peligrosos del mundo.

"Es uno de los criminales más peligrosos del mundo...", dijo el fiscal refiriéndose a la historia del homicida que estremeció a Colombia. El domingo 31 de octubre de 1999, se lo acusó por la muerte de ciento treinta y cinco chicos. Recién hacía veintidós meses  que habían comenzado a buscarlo. Lo detuvieron en abril de ese año, a noventa kilómetros de Bogotá.

El fiscal general de la Nación, Alfonso Gómez Méndez dijo "Luis Alfredo Garavito Cubillos (a) 'Goofy', de cuarenta y dos años, asesinó en once provincias, desde 1992, a ciento treinta y cinco chicos, de entre ocho y dieciséis años de edad. La justicia lo acusa de violación de menores, secuestro y homicidio agravado".

Pablo González, director del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI), quien coordinó el caso, aseguró: "estamos ante el más grande asesino en serie de la historia judicial colombiana y ante uno de los criminales más peligrosos del mundo". El anuncio de las masacres cometidas por Garavito conmocionó a Colombia, un país que sufre cotidianamente el azote de la violencia criminal.

Garavito Cubillos, un hombre moreno de un metro sesenta y ocho de estatura, y contextura mediana, fue capturado el 22 de abril de 1999 en Villavicencio, a noventa kilómetros de Bogotá, cuando intentaba violar a un niño de corta edad. Confesó haber iniciado su serie de crímenes en 1992. Ese año mató a cinco chicos; en 1993, a diez; en 1994, a veintisiete; en 1995, a dieciocho; en 1996, a diez; en 1997, a cuarenta; en 1998, a veintidós, y en 1999, a tres.

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Según el homicida, durante su niñez fue violado por su padre, en el pequeño municipio cafetero de Génova, provincia central de Quindío.

Declaró que mató a todos los chicos "por venganza", pero mencionó a modo de aclaración: "No violé a todos".

A pesar de las numerosas denuncias de desaparición de menores, el rastro del criminal comenzó a ser seguido en enero de 1997. El 27 de ese mes y año, un campesino que se dedicaba a cortar caña de azúcar en la hacienda "San Juanito", del municipio de Buga, encontró dos cadáveres en estado de descomposición: eran chicos atados de pies y manos, y tenían signos de estrangulamiento. Uno de ellos fue identificado como Andrés Blandón Toro, de diez años.

Con más de treinta denuncias similares y relatos de testigos, la Fiscalía General estableció: "...que veinticuatro de los casos correspondían a chicos con el nombre de Andrés".

Se recolectó información en cincuenta y nueve poblaciones y ciudades. Se comprobó que en algunas Garavito Cubillos, cuya identidad se desconocía, se hacía pasar por maestro de escuela; a veces, se presentaba en nombre de una organización humanitaria que regalaba cuadernos y útiles escolares a los chicos. En algunos lugares, dijeron haberlo visto como vendedor callejero.

También, empleó disfraces de sacerdote o simuló ser discapacitado. Su apariencia cambiaba siempre: aparecía con anteojos, cortes de pelo diferentes, bigote o barba. Así ingresaba en las escuelas y en las iglesias, donde elegía a sus víctimas. Siempre niños de entre ocho y dieciséis años.

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Una vez que se ganaba la confianza de los menores, les regalaba dinero o golosinas y los invitaba a dar un paseo por una zona rural, donde los atacaba, los torturaba, los violaba y -luego de matarlos- ocultaba los cuerpos.

La primera ciudad donde se logró una pista fue Tunja, en 1996. Allí se pudo elaborar un identi-kit. En esos dos años, la Fiscalía logró encontrar los restos de ciento catorce niños, treinta y seis de ellos en zonas rurales vecinas a la ciudad de Pereira.

Finalmente, a mediados de 1998, el rastro de Garavito Cubillos fue detectado de nuevo en Génova, su pueblo natal, luego del asesinato de los niños Andrés Amaya y Noé García. Hasta que el 22 de abril de 1999 la investigación dio un giro total cuando, en una zona periférica de Villavicencio, una mujer vio a un hombre llevarse por la fuerza a un menor. Ella empezó a gritar y, con la ayuda de los vecinos, Garavito Cubillos fue capturado. 


Registros en hoteles ubicados en la mayoría de los sitios donde sucedieron los hechos, fotocopias de boletos de ómnibus, sus huellas dactilares y pericias de ADN fueron pruebas contundentes que comprometieron judicialmente a Garavito Cubillos.

El viernes 17 de diciembre de 1999, la justicia colombiana lo condenó a cincuenta y dos años de prisión. La sentencia del Juzgado 5 Penal de Tunja, al nordeste de Bogotá, sólo fue por un homicidio y un intento de violación, respecto de un niño de once años que fue encontrado decapitado, y con signos de violación y torturas, en 1996, y del intento de violación de otro niño de catorce años, hecho que condujo a su captura en abril de 1999, en Villavicencio, una ciudad del sur. Recibió la pena máxima prevista por las leyes colombianas -sesenta años-, pero su defensa pidió una disminución, después de que Garavito Cubillos admitiera su culpabilidad. Así, el juez redujo la condena en siete años y medio, "...por su confesión y por haber colaborado con la justicia...".

Faltaba que lo juzgaran por muchos otros casos, según se determinó en la investigación. "Bogotá (EFE) 27 de mayo de 2000. El psicópata colombiano Luis Alfredo Garavito Cubillos, el mayor asesino en serie del mundo, fue condenado a ochocientos treinta y cinco años de prisión...".

Luis Alfredo Garavito Cubillos confesó, por la televisión colombiana y de la siguiente manera, haber cometido ciento cuarenta crímenes. Admitió: "...cuando era chico en mi casa me golpeaban y violaban... yo les pido perdón por todo lo que hice y voy a confesar... sí, yo los maté, y no sólo a ésos, sino a otros más... fue sin querer. Algo me empujaba dentro de mí a hacerlo. Y me ocurría cada vez que bebía...". Llevaba un registro de los hechos en una libreta. Pero los fiscales explicaron que el hombre después "hizo memoria" y recordó otros más. Así, el número de sus víctimas podría llegar a ciento noventa. Las muertes, ocurridas entre 1992 y 1999, se produjeron en treinta y tres localidades colombianas, y también en dos municipios de Ecuador.