DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

"Los espacios tienen que ser mutantes"

Por Sissi Ciosescu. Argentino y director creativo de Rockwell Goup Europe, vive en Madrid y diseña desde hoteles y escenografías hasta islas artificiales.

Mi oficina de Madrid está a 100 metros de Puerta del Sol. La elegí por cómo celebra la luz; la luz madrileña es para mí una cualidad favorita; y al tener una vista de 360°, se aprecia cómo va cambiando en matices con el transcurrir del día. Está rodeada de terrazas y plantas, lo que nos permite diseñar reuniones al aire libre. Siendo Madrid una ciudad tan baja, un noveno piso nos deja tener visuales ininterrumpidas a la altura de las cúpulas y esculturas que rematan los edificios clásicos. Es algo glorioso". Desde su estudio en la capital española, el arquitecto argentino Diego Gronda – CEO y Director Creativo de Rockwell Group Europe– diseña hoteles, restaurantes, spas, tiendas, islas artificiales, edificios de oficinas y residencias, diseminados por Francia, Argelia, China, India, Tailandia, Qatar y otros tantos países del planeta. Su primer cliente fue el Cirque du Soleil, a quien le planificó una ciudad cultural en Hong Kong. Con dos décadas fuera de nuestro país, ahora da los toques finales al primer desarrollo emplazado en Buenos Aires: el Complejo Juana Manso, un mix de oficinas y shopping de lujo en Puerto Madero.

Noticias: ¿Cómo llegó a España?

Diego Gronda: Para abrir una empresa fuera de la nave madre –Rockwell Group NY– que está en Manhattan. No quería crear la típica sucursal que replica el modelo de la casa matriz, porque se termina compitiendo entre filiales. Alquilé una oficina pequeña, para que no se ocupe por más de 25 personas, y armé una empresa boutique, con menos proyectos pero más atención al detalle y al cliente. Somos catorce personas en nómina y unas diez que colaboran; la razón es que las leyes laborales en España son rigurosas. Y en este mundo turbulento, los proyectos arrancan, se detienen, se desvanecen; todo es tan complejo que seríamos esclavos de la nómina, comprometiendo la creatividad a la burocracia. Por eso decidimos ser un centro de diseñadores con creativos jóvenes tercerizados.

Noticias: Es una tendencia mundial.

Gronda: Sí. Además, he intentado inculcar una mentalidad anglosajona en un país latino como España, maravilloso pero muy acostumbrado a sus maneras. Logré un equipo fantástico que sigue esa línea, con hombres y mujeres de todas partes.

Noticias: La situación en España y en otras ciudades europeas está difícil. Tras los acampes en la Plaza Mayor, hay insatisfacción política, económica y falta de trabajo. ¿Este panorama lo afecta?

Gronda: No para los negocios y sí como ser humano. Hoy estuve caminando por allí, hablando con la gente. Tenían un cartel que decía: "Queremos trabajo, queremos estudiar, queremos un estilo de vida". La verdad, no entiendo a estos chicos –son muchísimos– que piden calidad de vida. Jamás a nosotros en épocas de facultad se nos ocurría reclamar esto. No sé qué pasa. La juventud es la época para hacer sacrificios y aquí no se quieren comprometer con eso. Cuando llegué en el 2005 noté que España no era nuestro mercado y me puse a buscar clientes en otros países. Sentí que la burbuja de riqueza basada en la construcción iba a explotar y soslayé la crisis.

Gronda se graduó en Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UBA. Su padre y hermano son ingenieros civiles y él, con 16 años y a punto de seguir con la tradición familiar, entró al MoMa de Nueva York y los dibujos del arquitecto Frank Lloyd Wright lo impactaron: "Me identifiqué con su visión holística para construir, su estar en todo, lo micro y lo macro, su estilo cambiante por períodos y su modo de interactuar con la obra" dice. A los 22, mientras cursaba cuarto año de la carrera, se presentó a un concurso privado para diseñar las oficinas del IFC (una rama del Banco Mundial), compitiendo con estudios consagrados. Ganó y a partir de este éxito continuó en ascenso. A los 24 ya disfrutaba viviendo bien de su profesión y decidió pagarse una maestría en Parsons, una prestigiosa universidad en la costa Este de los EE.UU.

Noticias: Empezó con algo enorme, ¿no sintió que el zapato le quedaba grande?

Gronda: Aquello fue una inconsciencia total. Pero por la forma en que fui educado, esa inconsciencia fue virando en una responsabilidad total para no fracasar. Desde siempre me empujé hacia los límites.

Noticias: ¿Qué maestros de Parsons influyeron en su formación?

Gronda: Uno fue Amir Amerí –un intelectual persa– el mejor profesor de mi vida, quien me enseñó a cuestionar todo y a buscar una línea de pensamiento propio. También tuve el privilegio de estudiar con el filósofo Jacques Derrida, deconstructivista, fenomenólogo; él me enseñó a tener una postura crítica frente a la realidad. En la UBA me dieron muchas herramientas; fue una capacitación técnica. Pero ellos me movilizaron humanísticamente.

Noticias: ¿Cuestionarse críticamente es también su actitud de vida?

Gronda: Lamentablemente sí. Lo llevo adentro; es una actitud agotadora, una máquina interna que me pone continuamente en jaque.

Noticias: Y a inspirarse, ¿le enseñaron, se aprende?

Gronda: Nadie me enseñó. Para mí fue siempre un proceso sistemático de pensamiento, donde se advierte que algunas ideas son una divina inspiración y otras no. ¿Cómo aprender a inspirarse? Creo que hay que volverse más sensible para estar atento al momento en que te llaman esas buenas ideas. A veces estoy dormido, prendo la luz, tomo el papel calco, el lápiz, y diseño.

Noticias: Se considera un diseñador de experiencias. ¿Cómo es eso?

Gronda: Todo lo que vivenciamos son experiencias. Desde un edificio a una ciudad. Londres con sol, bruma y gente, será distinto en tanto se vea con lluvia, solo o con amigos. La temperatura, la humedad, la luz, los colores forman parte condicionante de esa experiencia. A la hora de diseñar un edificio, yo estoy creando un lugar que va a condicionar el comportamiento de la gente. Por eso la psicología tendría que ser materia obligada en Arquitectura. La arquitectura es solo una variable que uno controla; siempre he querido controlar muchas más, para ser más preciso con la experiencia que planteo; diseño plataformas desde las cuales el cliente pueda hacer futuros cambios. Las cosas evolucionan y los espacios tienen que transformarse.

Noticias: ¿Diseña espacios mutantes?

Gronda: Exacto; se habla de transformación y creo que tendríamos que empezar a decir mutación, porque de eso se trata.

Noticias: ¿Cómo resultó Robert De Niro como cliente?

Gronda: Es una persona muy importante para la marca Nobu, que le pertenece a un restaurateur y magnate de la alta cocina japonesa-peruana, llamado Nobu Matsuhisa. Este genio nació en Japón, vivió en Perú, estuvo en la Argentina y abrió en Los Ángeles un pequeño local al que iba De Niro, quien le propuso asociarse para poner el Nobu 57 en Nueva York, lo último que diseñé antes de dejar ese país. Nobu se transformó en un emporio gourmet de alto nivel –200 dólares el cubierto– replicado en Moscú, Hong Kong, Dubai, Beijing... en el de Milán su socio es Giorgio Armani. No traté directamente con De Niro; creo que además de ser excelente actor, tiene muy buen ojo para los negocios. Ahora estamos empezando la cadena Nobu Hotels.

Noticias: Ha dicho que comienza cada proyecto como si fuese una tela en blanco. ¿Cómo hace para abstraerse de sus ideas a priori?

Gronda: Es un ejercicio. Por ejemplo, tengo un proyecto en la capital de Arabia Saudita, en Riad; un país que no conozco muy bien, donde estamos trabajando con la realeza. Lo más importante y lo primero, es entender la cultura, la gente, y llegar con esa información a la primera reunión; pero no para proponer, sino para escuchar bien y hacer preguntas. No nos enseñan a escuchar bien.

Noticias: ¿Qué significa exactamente?

Gronda: Escuchar con los oídos del otro, del que está hablando, no con los de uno. ¿Qué hago para comprender respetuosamente? Leo revistas. Porque son las que reflejan rápido y mejor la idiosincrasia. Temas alejados del diseño: deportes, cine... y la mente queda en blanco. Se podrá cuestionar que cada uno tiene su huella digital intelectual imborrable. Pero me lo impongo; si no, uno termina diseñando para uno mismo desde su modelo mental.

Noticias: Como dicen los orientales; vaciar la taza para dejarle espacio a la escucha atenta de lo ajeno; vaciar el contenido occidental y darle cabida a lo otro.

Gronda: Yo diría que es algo más drástico: es romper la taza.

Noticias: ¿Qué le gustaría diseñar, algo pendiente?

Gronda: Un templo. Un espacio que ayude a conectar lo físico con lo intangible... Los opuestos siempre me fascinaron. Me encantaría diseñarlo con gente de diferentes credos.

Noticias: ¿Es un workaholic?

Gronda: Sí. No me siento orgulloso de serlo, pero sí. Si fuese un genio no tendría que ser workaholic.

Noticias: ¿Cómo es su familia y su vida cotidiana?

Gronda: Estoy casado con Elena, una madrileña que conocí en Nueva York. Tenemos mellizos neoyorquinos de 7 años, Malena –que canta el tango (ríe)– y Pedro. Vivo el 50% de mi vida en Madrid y el otro 50% en un avión.

Noticias: ¿Cómo es su casa?

Gronda: Moderna, con una biblioteca gigantesca; cerré un balcón y le hice una terraza. Es una caja de curiosidades llena de objetos de viajes. Tenemos un Niño Jesús, con un Buda al lado y una escultura de un templo tailandés; es un modo concreto de conectarnos con la pluralidad.

Noticias: Si naciera otra vez ¿sería arquitecto?

Gronda: No. Soy tan inconformista, que no. Me gustaría ser taxista, carpintero, músico... y poder abarcarlo todo en una sola profesión. Mi deseo de hacer todo es imposible.

Ya lo sé.