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Los costos invisibles de la crisis

Sólo con un militante optimismo o con un férreo sentido de irrealidad pueden imaginarse blindajes ante el horizonte cada vez más sombrío de la economía globalizada.

Los países latinoamericanos observaban con satisfacción el curso de la crisis global, desde su estallido en 2008. Durante la pausa que sobrevino en 2009, fortalecieron su optimismo con la creencia de que los problemas habían quedado atrás. Se equivocaban: estaban por delante. Era cuestión de tiempo. Y contra el tiempo, no hay blindaje que resista.

Y bien, ¿cómo ha repercutido la crisis en América latina? En estos días, análisis estadísticos que demuestran poseer mayor sentido de la realidad que el inevitable Fondo Monetario Internacional (FMI) y la imprevisible Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) demostraron que las 728 principales empresas latinoamericanas han perdido 613.234 millones de dólares en valor de mercado en lo que va del año, por las caídas bursátiles.

Hay que recordar los últimos días de pesadilla de la semana anterior en los parquets de la región, sobre todo el cierre del jueves, donde el balance global de todas esas empresas llegó al 23,4 por ciento del valor bursátil sumado de todas esas empresas indicado el último día del año pasado.

Brasil fue el país más afectado en términos nominales, con pérdidas de 378.198 millones de dólares, que suponen el 26,4 por ciento del valor de mercado de las 301 empresas analizadas. En México, la caída de la capitalización de 91 empresas fue de 21,3 por ciento, una pérdida del orden de 100.899 millones de dólares. Las 138 compañías de Chile analizadas cotizaron por 73.749 millones de dólares, un 23,5 por ciento de su precio al comienzo de enero de este año.
¿Y Argentina? Sus 71 empresas analizadas perdieron 28.538 millones de dólares. Pero tuvo el peor comportamiento en términos relativos, ya que alcanzó el 31,7 por ciento. Por supuesto que el Gobierno nacional optará por el vaso medio lleno.

En forma sincrónica, el real brasileño cerró el viernes anterior con una devaluación del 1,7 por ciento frente al dólar, su peor nivel desde junio del 2005, a pesar de que el Banco Central aplicó 372,5 millones de dólares en contratos de recompra para contener la depreciación de su divisa.
En nuestro país, el Central sigue interviniendo para evitar una fuerte depreciación del peso, con la colaboración de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses), que redujo sus tenencias en dólares: a comienzos de año, el sector público poseía 4.300 millones de dólares y a fines de agosto sólo retenía 1.800 millones.

Empero, la incertidumbre y las perspectivas pesimistas siguen estimulando la salida de capitales, que entre enero y agosto superó los 14 mil millones de dólares, con lo cual superó las fugas registradas en iguales períodos de 2009 y 2010.

Es hora, pues, de asumir con realismo y decisión el fuerte cambio en el contexto internacional, sin triunfalismos electoralistas que puedan tener graves consecuencias futuras.