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Los ataques de furia en la cárcel de Rodrigo Eguillor: baños rotos, abstinencia y peleas con internos

Lleva 43 días preso en Marcos Paz. Tuvieron que cambiarlo de pabellón. Lo consideran "interno de riesgo".

El 24 de diciembre a las 9 de la noche, en vísperas de la Nochebuena, Rodrigo Eguillor (24) arrancaba el inodoro de la celda en donde estaba preso desde hacía diez días. Cuando uno de los guardias lo vio y le pidió explicaciones, el joven -detenido por abuso sexual y privación de la libertad a una chica de 21 años- respondió: "Lo rompí y no pienso limpiar nada de acá, eso lo van a hacer ustedes".

De la rebeldía a la angustia absoluta. De la necesidad de tener que cambiarlo de pabellón por problemas con otros internos al monitoreo constante por parte de los oficiales del servicio penitenciario. Eguillor ya lleva 43 días preso en el Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz y quienes lo conocen cuentan que al día de hoy todavía no entiende qué fue lo que hizo de mal para tener que estar encerrado.

Ya en la Unidad 28 (la alcaidía de Tribunales), donde estuvo antes del traslado a la cárcel, el joven había demostrado aristas de su personalidad conflictiva en cuanto a su relación con los límites que impone el sistema. No soportaba que le dijeran lo que tenía que hacer o cómo comportarse. Una vez en Marcos Paz fue categorizado como interno "de riesgo" tanto para con él mismo como para su entorno.

Ya con algunos días dentro del Penal fue derivado al pabellón de agresores sexuales, donde está por ejemplo el futbolista Jonathan Fabbro, procesado y con prisión preventiva por el presunto abuso y corrupción de su propia ahijada. Allí, cuentan fuentes cercanas, ya tuvo peleas y problemas en la convivencia.

A Eguillor se lo acusa de haber violado a Lourdes, una chica de 21 años que en principio había accedido a encontrarse con él en un departamento que un amigo de él tiene en el barrio porteño de San Telmo. Según contó la víctima, cuando ella le dijo que quería irse, Eguillor se lo prohibió y la joven salió desesperada a un balcón para pedir ayuda, momento que fue registrado en video por vecinos, que además llamaron a la policía.

El acusado, luego de las denuncias y de que el video se hiciera público, salió casi inmediatamente a defenderse, primero en polémicas transmisiones en vivo por Instagram, en las que incurrió en frases discriminatorias; y luego en distintos programas de televisión en los que aseguró que él solo quería salvarle la vida a la joven, que intentaba suicidarse. "Yo soy el héroe", repetía.

Lo cierto es que los exámenes médicos determinaron que Lourdes presentaba hematomas en la cara interior del muslo izquierdo, múltiples excoriaciones en ambos brazos, en la rodilla derecha y distintos golpes en otras partes del cuerpo, lo que corrobora sus dichos sobre el ataque físico que sufrió al intentar escapar de ese departamento.

En tanto el Cuerpo Médico Forense que evaluó a Eguillor concluyó que, aunque presenta un grave trastorno sociopático de personalidad con abuso mixto de drogas, "tal condición no afecta su normalidad desde la perspectiva psicojurídica y que contó con adecuada comprensión y dirección de sus acciones".

En prisión el joven fue derivado al programa PRISMA, la unidad de salud mental del Servicio Penitenciario Federal, donde lo evaluaron con seis entrevistas llevadas a cabo por equipo interdisciplinario conformado por psicólogos y psiquiatras. ¿El resultado? En ninguna de ellas se detectó "clínica en agudo". Es decir, en palabras terrenales, no está loco.


A principios de este año el abogado de Eguillor pidió la excarcelación mientras avanza la causa, pero la Cámara Nacional de Apelaciones se lo negó y ratificó el fallo del juez Carlos Bruniard que lo procesó con prisión preventiva. Según el fallo, la Cámara consideró, entre otras cosas, que existe riesgo de fuga y que el delito del que se acusa a Eguillor prevé penas de prisión de cumplimiento efectivo.

Para tomar la decisión de mantener entre rejas a Eguillor, la Cámara también valoró un informe del Cuerpo Médico Forense que reseñó una "apariencia despreocupada" del acusado en relación a los procesos en los que se encuentra involucrado. En tanto, el examen psicológico indicó que se halló "tendencia a la actuación, con baja tolerancia a la frustración y desestimación de las figuras de autoridad".