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Leo Fariña, Callejeros y Quebracho: Dios los cría y el penal de Ezeiza los amontona

Hacen ranchadas juntos, aunque filosóficamente no tienen nada en común. Se hicieron casi amigos y tratan de pasarla lo mejor posible. 

Parece insólito que personajes tan diferentes como Leonardo Fariña, los músicos de Callejeros y el líder de "Quebracho" Fernando Esteche puedan estar juntos largas horas tomando mate y charlando como viejos amigos cuando tienen poco y nada en común. Un valijero "fashion" caído en desgracia, una banda de músicos que protesta contra ese sistema que representa el ex de Jelinek y el jefe de un grupo presuntamente de ultraizquierda - Fernando Esteche- pero que nació de una operación de los servicios de inteligencia en épocas del menemismo.

Sin embargo ahí están, contando chistes detrás de las paredes y haciendo el tiempo más duradero en la hostilidad lógica que significa estar privado de la libertad.

Hay una excepción en esas ranchadas. Patricio "Pato" Santo Fontanet no participa de nada. Sus antiguos compañeros de "Callejeros" lo ignoran, culpándolo de que ellos no fueron los organizadores de aquel trágico "Cromañón"  y no haberse hecho responsable de la masacre.

Pero Fontanet vive en su propio encierro mental, siempre depresivo y solitario no hace rancho aparte con nadie y su depresión permanente lo hace cada vez más introspectivo. Encerrado en sí mismo, quiere grabar sus nuevos temas dentro del Penal. Sólo eso lo motiva, no sus compañeros de pabellón que ya lo consideran mentalmente anormal. Y algo de eso hay, o mejor dicho, siempre lo hubo.

Pasada la depresión inicial, Leonardo Fariña recibe la visita de sus padres y de algunos amigos que no participaron de sus negocios oscuros que lo llevaron a prisión. Le manda mensajes a Juan Suris porque entre ellos hay aún algún dinero pendiente, y hasta cierta amenaza de contar lo que aún puede traerle problemas a más de un personaje público.

Pero desde la cárcel no es mucho lo que puede cumplir de sus amenazas. Ya le avisaron que en una cárcel la muerte por cualquier circunstancia es mucho más  común en los últimos tiempos que antes.. ¿Si alguien le lleva dinero a Fariña para que pague "peaje" por tener una atención carcelaria VIP, o al menos que no la pasa tan mal?  Difícil que lo admita en público, pero algo de eso hay.

Fernando Esteche, líder de "Quebracho", había amenazado con que su grupo incendiaría la Capital Federal si él llegaba a ir preso. El destinatario de su amenaza fue en su momento el "Cuervo" Larroque, líder de "La Cámpora". 

Para quienes no saben la historia íntima de "Quebracho" lo reducimos en pocas líneas. Fue una organización creada por los servicios de inteligencia menemista a fin de crear un enemigo que pudiera canalizar a los sectores más radicalizados de izquierda y también manipularlos.  En la historia universal que un Estado forme su propia oposición aún usando métodos violentos es tan antiguo como el viento. El asunto es que los actuales militantes de esta pequeña "orga" desconocen ese origen y suponen a Esteche como un gran líder y lo siguen casi incondicionalmente. Para Esteche, haber sido encarcelado es un galardón como presunto jefe de un grupo revolucionario. Todo muy bizarro, o digno de épocas pasadas y no del siglo XXI.

Los otros músicos de "Callejeros" estaban ya preparados para la condena y mentalizados así no la pasan tan mal, al menos anímicamente.

Alguno le quiso pegar a Fontanet porque ellos saben en la intimidad algo que nunca dijeron en Tribunales, Susana de Fontanet, la madre del Pato, fue quien ingresó las trágicas bengalas y artificios aquella noche de diciembre al local que regenteaba Omar Chabán.

Y aunque un fiscal y el juez Alberto Baños tuvieron el listado de espectadores sobrevivientes que declararon haber visto a Susana de Fontanet vender esos fuegos de artificio desde el palco VIP del local del Once, ya todo eso es historia. Los músicos presos, el líder de la banda desquiciado mentalmente y su madre que nunca fue llamada a declarar.

Ya sabemos que fuera del penal ninguno de ellos se involucraría en la forma de vida de los otros. Ni Callejeros tocaría en los lugares donde concurría Fariña, ni Esteche los iría a ver y mucho menos compartiría el mundo faranduslesco que tanto le atrae a Fariña.

Pero dentro del mundo carcelario la vida es adaptarse a las circunstancias y estar juntos a pesar de las diferencias abismales que los distancian.

O aislarse con sus problemas mentales de larga data como le ocurre al pato Fontanet, casi casi un suicida en potencia viviendo empastillado y al que nunca le escapa una sonrisa de los labios.