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Lecciones que deja la tormenta

Esta vez, la Municipalidad de Córdoba y el Gobierno de la Provincia actuaron con rapidez frente al temporal.

La tormenta de lluvia, vientos huracanados y granizo que el lunes pasado se abatió sobre la ciudad de Córdoba –sin duda, uno de los fenómenos meteorológicos más fuertes y dañinos de los últimos tiempos– puso a prueba la capacidad de reacción del Estado, la eficacia de los sistemas de emergencia y seguridad y la disciplina de la población para cumplir con las recomendaciones. Y puede decirse que esta vez, a diferencia de otras anteriores, la respuesta general fue buena y rápida por parte de todos.

Los daños causados fueron muy grandes, sobre todo en materia de caída de árboles, cortes de energía, inundaciones de zonas enteras o voladura de techos y destrucción parcial o total de viviendas precarias. Pese a la brevedad del tornado, prácticamente toda la ciudad sufrió sus efectos, a pesar de que se trata del ejido municipal más extenso del país y que alberga, contando los aledaños, a un millón y medio de personas.

Era muy difícil enfrentar un fenómeno de esta magnitud. Pero tanto las autoridades como los distintos organismos estatales actuaron con rapidez y en forma coordinada. La formación casi inmediata de un comité de crisis y la acción conjunta de la Municipalidad de Córdoba y el Gobierno de la Provincia lograron contener, al menos parcialmente, las consecuencias del temporal.

Muchas personas trabajaron hasta la medianoche del lunes y durante toda la madrugada e incluso la mañana del martes, ayudando a trasladar evacuados, poniendo sus vehículos a disposición de los piquetes de emergencia, auxiliando a vecinos que no podían salir de sus casas anegadas, llevando colchones, abrigos y alimentos en una larga noche inusualmente fría, que siguió a una jornada bochornosa en la que la sensación térmica había llegado a los 44 grados.

Meteorólogos y estudiosos de los cambios climáticos han coincidido en que fenómenos como el del lunes pueden llegar a repetirse cada vez con mayor frecuencia, es decir que a prolongadas sequías con muy altas temperaturas les seguirán violentos temporales, que en algunos casos pueden provocar grandes inundaciones.

De ahí que desde las pequeñas poblaciones hasta los grandes conglomerados urbanos deben estar preparados para este tipo de catástrofes naturales. La Empresa Provincial de Energía de Córdoba (Epec) debe contar con los recursos técnicos y humanos necesarios para enfrentar este tipo de situaciones y habrá que reestructurar de manera acelerada un sistema de desagües que, es evidente, hace tiempo quedó desbordado.

Debería abrirse un registro de voluntarios que tendrían que recibir una preparación mínima para actuar en las emergencias. El voluntariado ocupa un lugar muy importante en algunos países como fuerza supletoria o de retaguardia.

Las lecciones deben ser debidamente aprendidas y las administraciones municipales y provinciales deben pensar en todas las alternativas.