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Las vidas incomparables de Dilma y Cristina

El libro preferido de Perón era "Vidas Paralelas", la solemne y monumental obra de Plutarco. Eran biografías de personajes gigantes de la historia griega y romana, como Alejandro Magno y Julio César, agrupados en parejas para comparar las dos culturas.

Nota extraída del diario Clarín

El libro preferido de Perón era "Vidas Paralelas", la solemne y monumental obra de Plutarco. Eran biografías de personajes gigantes de la historia griega y romana, como Alejandro Magno y Julio César, agrupados en parejas para comparar las dos culturas.

En un sentido, las vidas de Dilma Rousseff, de visita ahora en la Argentina y de Cristina Kirchner son paralelas.

Ambas son mujeres, de edades parecidas y presidentes. Y también comparten cierto parentesco ideológico. Pero ahí termina todo el paralelismo.

Dilma Rousseff es la antítesis de Cristina, por ejemplo en la lucha contra la corrupción. En los dos años que lleva en el poder, la presidente brasileña echó a siete ministros, entre ellos a su jefe de Gabinete, acusados de negocios turbios. El último caso sucedió este fin de semana, cuando destituyó a la principal colaboradora del gobernador de San Pablo.

Casi todas esas decisiones se originaron en denuncias de la prensa. Rousseff las tomó sin victimizarse ni pretender que detrás de las publicaciones existían operaciones destituyentes de los medios.

Contraste feroz: aquí, el vicepresidente Boudou acaba de viajar en jet privado a Puerto Madryn. Allí se exhibió buceando mientras aquí le llueven pruebas que lo involucran más en el escándalo Ciccone , donde está imputado por los delitos de enriquecimiento ilícito y negociaciones incompatibles con la función pública.

Ciccone estaba en quiebra y la salvó la AFIP a pedido de Boudou, después de ser comprada por un fondo fantasma. La empresa consiguió del Gobierno un contrato millonario para imprimir nada menos que billetes. Y cuando estalló el escándalo, la estatizaron. En el medio cayeron el jefe de los fiscales, el juez y el fiscal de la causa por presión de Boudou.

Y nadie sabe aún quién es el dueño del fondo . Pese a todo, Cristina no encontró nada raro.

Dilma Rousseff es una mujer dura pero no agrede a la oposición ni a los opositores.

Jamás se la oyó insultar o escrachar a nadie. Habla con los medios y da conferencias de prensa.

Ni hace falta decir lo que Cristina hace acá.

Muy pocas veces Rousseff ha usado la cadena nacional.

Cuando lo hizo fue para definir políticas de Estado, sin coro de aplaudidores. No es la de la presidente la voz más escuchada en Brasil: es ella la que oye y la que responde. Y la publicidad oficial se distribuye democráticamente.

Otra contracara es la fuerza que pone en combatir la inflación, a la que, como cualquiera, considera un impuesto que castiga a los más pobres. Allí es del 5,4%; aquí, bien medida, anda por el 25%. La inflación ha desaparecido del ranking de preocupaciones de los brasileños.

Hace más de una década que Dilma Rousseff lleva en el partido del poder y no ha hecho ninguna fortuna. Un Plutarco contemporáneo desistiría de escribir una biografía comparada de las dos. En realidad, no podría.